sábado, 2 de noviembre de 2013

raudo # 39

Recordar -minutos más tarde- una frase de Bob Dylan -que no sé dónde leí o a quién debo su conocimiento; ni siquiera si es realmente de Bob Dylan- después del encuentro -tras salir ayer tarde del cine y tomar una copa y estar volviendo a casa- por las calles aledañas a Ópera con cuatro o cinco hombres -menores de 40 años, quizá incluso menores de 30 años- y de que uno de los ellos se separara del grupo y se dirigiera hacia mí decididamente y me tendiera la mano y -ante mi pasmo: se la estreché- me dijera sin más: Alberto, gracias por tu literatura, para luego seguir su camino y dejarme a medias envanecido y a medias alterado, debatiendo con mi acompañante si estas irrupciones en la vida de los demás -por la legitimación que parece otorgar conocer su obra artística- son o no de recibo, las hace o no uno mismo, tienen o no algún sentido y, luego, llegar a la afirmación de Bob Dylan, tan cruel y tan cierta: Que te gusten mis canciones no significa que yo te deba nada.

11 comentarios:

  1. ¿Está seguro o es un argumento en periodo de valoración? ¿Escribe sólo para sí o le gusta que le lean? A fin de cuentas, que alguien se gaste su dinero (un recurso escaso cuyo uso debe priorizar) y/o su tiempo porque estime que el autor puede aportarle una visión interesante (o meramente un rato de distracción), y que con ello contribuya a una (mínima) mejora en su vida (incluso el que lea/escuche su obra en una librería/radio puede contribuir a promocionarla), merece cierto agradecimiento y respeto intelectual (yo he adquirido un par de libros suyos por recomendación de un bloggero). A menos que alguien considere que todos los tributos son pocos para pagar su genialidad.
    Un saludo.
    J. Crom

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  2. 1. Bob Dylan, todo el mundo parece estar de acuerdo, es un capullo, un buen ejemplo artístico y un mal ejemplo como persona o animal de compañía.
    2. Ojalá la forma de los bancos de exigir el pago de sus deudas fuese a base de agradecimientos y halagos.
    3. Dice Holden Caulfield aquello de que hay autores a los que uno querría llamar por teléfono después de leer uno de sus libros, y autores a los que no. Personalmente, tú y Marsé sois los únicos autores españoles (vivos) a los que me gustaría llamar, y aunque nunca lo he hecho con nadie, y a pesar de esta entrada, creo que algo diría si te viera por la calle.
    4. "Que te gusten mis canciones no significa que yo te deba nada." Pero un libro no es una canción. Las mejores canciones son chorradas, espejos oblicuos en los que cualquiera pueda ver su propio reflejo. Leer una novela, en cambio, supone abrir a otro pensamiento el espacio del propio pensamiento, nuestro lugar más íntimo. Y bueno, nadie puede decir por qué escriben otros, pero, ¿no hay, en parte, una búsqueda del lector ideal, de "afinidades electivas"?

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  3. Que te guste tener lectores (y cuánto halagan tu pueril vanidad), no significa que ellos te deban nada. Por cada uno que se te acerca por la calle no imaginas cuántos hay lamentando haber perdido el tiempo con lo que escribes, y estos (tranquilo) no se te acercarán. Aunque me consta que muchos querrían hacerlo por ver si les reembolsas el dinero perdido (ya que no el tiempo). Ufff.

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  4. A lo mejor es que Dylan estaba ya hasta los huevos de los fans coñazo. A un lector que brevemente da las gracias por tu trabajo no hay que menospreciarlo, hombre.

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  5. Es lamentable la pose que llegan a adoptar algunos individuos que, solo por juntar un puñado de palabras que se llegan a publicar, se consideran lo suficientemente divos para rechazar el poquito de reconocimiento que reciben, de los poquitos lectores que disfrutan con su obra.
    Espero que nadie se te vuelva a acercar siquiera para pedirte la hora. Sobretodo, teniendo en cuenta que la persona que te dio las gracias, muy seguramente, ha leído tu estúpida reseña.
    Saludos,
    General Moscardón.

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  6. La pose Fernando Fernán-Gómez (mítico video de "pues no me admire") es muy punki y hace mucha gracia, pero en el fondo es una falta de educación como cualquier otra.

    No sé si verbalizar reflexiones como el raudo # 39 es o no interesante. Si lo que se busca es una reacción de los que leemos el blog (que me imagino que es el caso), a mí personalmente me ha parecido una cretinez.

    Además, se corre el peligro de que se confunda la opinión de Bob Dylan con la del autor del blog.

    Lo único que estaba haciendo el saludante era ser educado (como si como muy bien en un restaurante y le digo al cocinero que estaba todo muy bueno). ¿Tampoco hay que dejarse llevar, no?

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  7. Buenas.

    Yo soy la persona que saludó a Alberto. De lo que vale este post es únicamente para evitar molestarle una próxima vez. Cada uno que viva su fama cómo quiera. Sin más.

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  8. Hola a todos. La que me habéis montado, de verdad.

    A ver. En primer lugar, esto son reflexiones privadas puestas en público gracias a las nuevas tecnologías. Imaginad que esto fuera un diario publicado finalmente en papel, y que leyerais estos textos a sabiendas de que sólo quien tiene el libro en la mano y lo abre y lo lee comparte con vosotros las confidencias de su autor. Aquí no se busca acusar a nadie o afear comportamientos, sino lanzar pequeñas reflexiones íntimas, en concreto, aquella que me ronde la cabeza en el día de marras.
    Entiendo que la frase de Dylan es dura, como desagradecida. Pero aquí no vine a valorar la frase en toda su extensión, sino a hacerme -desde mi microscópica experiencia- eco de esa extrañeza que le produce a uno que lo asalten por la calle, y de cómo esa situación, llevada al extremo -imaginemos por un momento SER Bob Dylan y pasear por Madrid- resultaría insoportable. Porque a miles de personas -en un poner- les gustara una novela mía, ¿tendría yo que pararme cada cinco metros en la calle para recibir los parabienes?
    Por supuesto, en mi modesta situación, es muy agradable que una persona (digamos, una persona al mes), me reconozca y tenga a bien comunicarme su condición de lector mío. (En realidad, prefiero ver a alguien leyendo un libro mío; pero ese es otro tema.) Y, como digo y para finalizar, aquí no trataba de airear ese encuentro para darme importancia ni de despechar a la amable persona que me saludó, sino enfrentar la frase de Bob Dylan y compartirla con los demás sin mayores especulaciones.
    Saludos.

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    1. Esto no son reflexiones privadas. Están hechas en un foro público. No puedo creer que haga falta ponerlo de manifiesto.
      Esto no es un diario que ha sido publicado posteriormente. Esto es todo lo contrario. Esto se escribe sabiendo que va a ser inmediatamente publicado, y de no ser así no lo escribirías. O quizá sí lo escribirías, y volverías a leerlo tres días después y te darías cuenta de que escribiste una idea de mierda, que no vale ni el tiempo que toma leerla y que, además, te retrata como a una persona espantosa y te hace quedar como un imbécil, y la borrarías avergonzado de ti mismo antes de entregarle el diario a tu editor.
      Y todos habríamos salido ganando, sobre todo tú.
      Pero esto es lo que nos dejan las mentadas nuevas tecnologías con su asquerosa inmediatez.
      Lo más triste es que estoy segura de haber pasado mucho más tiempo pensando en la forma menos corrosiva de decirte lo que pensé cuando leí tu post del que tú pasaste escribiendo esta reflexión íntima. Así me va.
      María Cecilia Guelfi.

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    2. María, tu ojo para juzgar a las personas es espectacular. Saludos.

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    3. No sé cómo sabes eso. No me has visto, oído ni leído juzgar a ninguna. En cualquier caso, gracias, supongo.
      Y saludos.
      Cecilia

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