Lechazo, la simpática, castiza palabra que empleó la autora nacida en los años sesenta -en una charla donde yo me encontraba entre el público- para condensar la idea de que, como ella, como tantos, como yo, el autor joven se llevará una sorpresa atroz si calcula que podrá vivir de los libros que escribe.
Kaixo, Albertín. Permiso para formular tres preguntas para ser contestadas con un poco de imaginación:
ResponderEliminar1. Qué sueldo crees que merece un tío que escribe 40 horas a la semana?
2. Con cuánto se podría apañar ese mismo tío?
3. De qué cojones vives tú?
Con cariño escéptico. Sigue ahí, a algunos nos animas. A veces.
Supongo que no no escribe pensando en los réditos que eso le va a dar, sino que lo hace por placer, por necesidad o por verse ante el reto de crear una novela. Imagino que los que escriben pensando en el negocio en el fondo no escriben, tienen negros que escriben por ellos.
ResponderEliminar