viernes, 8 de noviembre de 2013
raudo # 45
A la altura del capítulo 41 de Moby-Dick, y tras detectar en la novela casi la práctica totalidad de los errores del novelista principiante -desequilibrio entre la extensión de los capítulos, algunos de veinte páginas y otros de una; cambios injustificados del tiempo verbal, que narra en presente cuando la obra se plantea como relato en pretérito; intromisión en la psique del capitán Ajab cuando el narrador es un narrador-testigo; capítulos enteros dedicados a la taxonomía de los cetaceos, al "tope", a las toneladas y millones que mueve la caza de la ballena: todo ello tan literario como una página cualquiera del Finantial Times; demora insoportable del meollo de la historia; diálogos shakespereanamente inverosímiles; descripciones funcionariales de la ropa y el físico y la vida pasada de casi una decena de personajes... etcétera-, pienso en los cincuenta o sesenta años en los que esta obra, tras su fracaso inicial, fue ignorada, en la reivindicación que el Modernismo hizo de ella desde comienzos de los años 20, y en su consideración actual como clásico de la literatura de todos los tiempos, y me pregunto -dado que puede decirse que estoy de acuerdo con aquel lapso condenatorio- por qué hemos de creer que antes estaban equivocados y que ahora tenemos razón; y por qué también creemos que, cuando un libro deja de estar olvidado, no volverá a ser olvidado nunca, como si el olvido no fuera, de hecho, reincidente.
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Quizá habría que buscar la razón en quién fue el rescatador de esta novela.
ResponderEliminarLewis Mumford , el padre de la Geografía Humana moderna, autor de tremenda influencia en los ámbitos académicos norteamericanos de lapostguerra .
Su lectura de Moby Dick estaría irremediablemente tamizada por su mente de geógrafo holístico , si se me permite el retruécano.
De ahí para adelante , todo cuesta abajo.
De todas formas , a mí me parece un libro bestial escrito por un zumbado.
Llevo 200 páginas, en en esta nueva lectura, y me cuesta horrores seguir adelante. Todo lo demás, es discutible. Simplemente, a mí no me gusta nada.
EliminarDe acuerdo en todo, pero sobre la extensión de los capítulos discrepo.
ResponderEliminarEn "Tu Rostro Mañana" hay capítulos de dos paginas y otros de cien o de diez.
Decía Saramago que le daba igual que un capítulo le saliera de 2 páginas y otros de 15 pues, afirmaba, "un libro es como un árbol". Dejando a un lado lo lamentable del símil, un libro es un artefacto, de hecho, y, cuando es netamente narrativo -quiero decir: no es un diario o un libro de impresiones o una novela sobre procesos mentales-, es desmotrable que funciona mejor si todo está medido, si hay equilibrio y mesura; si hay, en definitiva, relojería. Obviamente, Melville no tenía ni puta idea de esto, como tampoco Tolstoi; pero Ana Karenina, teniendo también sus errores garrafales -no contar el primer coito entre Ana y Vronsky, y dejarlo en una burda elipsis de "sí, ya han follado"- está llena de escenas magistrales. Moby Dick es una chapuza continuada.
EliminarQué buena reflexión.
ResponderEliminarEstá el relato mítico, que el cine supo destacar y resumir, y luego está la narración original. Hay pasajes de Moby Dick que recuerdo como sencillamente insoportables y soporíferos. A veces me pregunto cuántas personas que alaban Moby Dick verdaderamente la han leído
ResponderEliminarEs un coñazo de libro con un mensaje genial.
ResponderEliminarFran Plana.
Las buenas intenciones producen mala literatura. No lo digo yo, lo dice Flaubert.
ResponderEliminarCreo que la cita es de André Gide, de hecho...
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