viernes, 16 de diciembre de 2011

Optimismo 2012


“Le estoy hablando de una ruina de verdad: que las personas dejen de ser personas, que las casas dejen de ser casas, que la comida deje de ser comestible y no se pueda arar la tierra. Que los padres se entreguen al castillaza para no verse obligados a devorar a sus hijos y los hijos se vuelvan a la caverna. Todo, señor Huesca. Que se venga abajo todo. Que se quede usted sin vida. Vivo, pero sin vida. Sin nada que hacer ni nadie con quien hablar. Porque cuando se llega a ese estado de ruina es mejor no tener nada, seguro al menos de que se ha tocado el fondo. Es mejor no tener nada: ni casa, ni madre, ni fe, ni recuerdos, ni esperanza, ni siquiera un mal pedazo de tierra heredada donde meter el arado cada dos años, porque todas las cosas llevan dentro la posibilidad de arruinarse, y lo poco que uno tenga le hundirá más abajo todavía, en cuanto se descuide.”
Baalbec, una mancha. Juan Benet.

“En ambos se dejaba sentir con fuerza el egoísmo de los desdichados. Los desgraciados son egoístas, malvados, injustos, crueles y menos capaces de comprenderse entre sí que los tontos. La desgracia no une, sino que separa a los hombres; e incluso en aquellos casos en que, al parecer, los seres humanos deberían estar ligados por un dolor análogo, se cometen muchas más injusticias y crueldades que entre gentes relativamente satisfechas.”
Enemigos. Anton Chéjov.