lunes, 21 de julio de 2008

El talento de los demás, 1 año después en Babelia

La cuarta novela de Alberto Olmos (Segovia, 1975) no es menos estimulante que las tres anteriores, pero sí lo es de una manera distinta. Tal vez porque en El talento de los demás las pasiones aparecen matizadas, porque la intriga tiene un cuerpo más vigoroso, o porque el engranaje de la historia principal y de las subtramas es nítido y, en algunos momentos, sorprendente. Aunque ninguna de estas razones fueran suficientes, bastaría con decir que ésta es la historia de una lucha literaria, de una competición entre dos narradores por llevarse la palma, para comprender por qué resulta tan estimulante.

Que nadie se asuste porque esta historia, que nos devuelve a la tradición del Certamen entre Hesíodo y Homero, no se ciñe al relato de la rivalidad, aunque éste también aparezca. La novela relata, sobre todo, la fascinación que llega a ejercer Mario Sut, un personaje aparentemente anodino, insulso, muy competente en su trabajo de televendedor -y con algo del Teorema de Pasolini-, sobre un círculo de amigos bohemios.

No desvelaré cómo se articulan estos contenidos (forma parte del misterio), pero sí diré que la novela consta de tres partes, y que en la segunda las voces de los amigos se van alternando para narrarnos lo que sucede en este grupo de artistas jóvenes, obsesionados con el talento, con el fracaso y con la victoria. Olga Tere se dice poeta, Carlos es cineasta y rico; Alberto y Martín, escritores; Lucía, ninfómana orgiástica -también, a su estilo, una artistaza-. Por la misma época en que Carlos rueda un corto con la colaboración de la pandilla, algunos entran a trabajar como televendedores y conocen a Mario Sut. A partir de ahí nace la (meta)ficción, como nació un día la aurora.

Fernando Castanedo,
BABELIA, 19-07-2008