jueves, 15 de octubre de 2009

Adiós a mis tiempos de terrorista


"Ms Info: el 8/11 acaba el plazo de identificación Ley 25/07. Si no se identifica antes se cortará su línea. Por favor acuda a una tienda movistar a identificarse."

miércoles, 14 de octubre de 2009

XV Premio Lengua de Trapo de Novela

El pasado 8 de octubre de 2009, un jurado compuesto por Nuria Azancot, Alberto Olmos, Ramón Pernas y Eduardo Vilas y el editor Fernando Varela resolvió por mayoría otorgar el XV Premio Lengua de Trapo de Novela a la obra Electrónica para Clara cuyo autor es Guillermo Aguirre, que concurrió con el mismo título y bajo el seudónimo de Justine.

Al XV Premio Lengua de Trapo de Novela han concurrido 632 manuscritos, 478 de ellos procedentes de España, 74 de Argentina, 5 de México, 16 de Cuba, 7 de Colombia, 4 de Venezuela, 11 de Perú, 6 de Estados Unidos y los demás procedentes del resto de Europa y Latinoamérica.

El Premio tiene una dotación de 5.000 euros y la obra ganadora será publicada por Lengua de Trapo durante el próximo mes de diciembre.

lunes, 12 de octubre de 2009

El estatus, en Revista de Letras

“El estatus”, de Alberto Olmos Por Josep A. Muñoz Crítica 12.10.09



estatus.(Del ingl. status, y este del lat. status, estado, condición).

1. m. Posición que una persona ocupa en la sociedad o dentro de un grupo social.

2. m.Situación relativa de algo dentro de un determinado marco de referencia. El estatus de un concepto dentro de una teoría.

© Real Academia Española – 22ª edición



Alberto Olmos es la leche.

El oficio de escritor, como cualquier otro, se sustenta en el aprendizaje constante, el trabajo, el interés por crecer y perfeccionarse a base de disciplina y creatividad. Mientras unos van repitiéndose, reformulando viejas ideas, poniendo a prueba a la cada vez menos consentida paciencia del lector, otros (los menos) sorprenden a cada paso materializando los deseos de quienes ansían dejarse atrapar por las palabras.

Alberto Olmos es la caña.

Nos encontramos ante la obra de un periodista segoviano que logró, con su primera novela, ser finalista del premio Herralde de novela. Eso fue en 1998, hace once años. Desde entonces, con algún parón que le llevó a Japón, esta mente inquieta, viajera, curiosa, lectora, nos ha ido dejando brotes de lucidez narrativa (Trenes hacia Tokio, en el 2006; El talento de los demás, en el 2007; Tatami, en el 2008). Obras en las que se empapa de experiencias, de referencias, de formas, de historias que escribe porque le gusta contar, enganchar al lector. Si, como dicen, el inicio de un libro es lo más importante, os invito a comenzar cualquiera de los relatos de este autor, porque estamos ante un hipnotizador que, con apenas cuatro líneas, ya te tiene enganchado hasta el final. Como los narradores orales, que son capaces de aislar a sus oyentes y manejarlos a su antojo.

Alberto Olmos es la pera.

El estatus es, a mi juicio, la novela de corte más clásico de todas las que nos ha ofrecido su autor hasta ahora. No está ubicada ni en tiempo ni en lugar, aunque más de uno podría sacar conclusiones, ubicando la trama no muy lejos, aquí mismo, no hace muchos lustros. Clara y su hija de doce años (Clarita) llegan a la gran ciudad y se instalan en uno de los apartamentos de una gran finca, a la espera de la llegada del padre y marido, un hombre de negocios que las había mantenido lejos del mundanal ruido, en una villa campera. Mientras esperan, inician su nueva vida, en la que intervendrán Ichvoltz, el atractivo joven de la agencia que les ha proporcionado el piso; Patricia, la criada; y Jesualdo, el portero de la finca, un hombre mudo y con escasas luces.

Y esperan… Y esperan… Y el padre-marido no llega… Y Clarita se hace amiga de Jesualdo; y Clara, siempre leyendo, no soporta a Patricia; e Ichvoltz comienza a visitar el apartamento alertado por unos extraños ruidos que provienen del piso de arriba… Y el padre-marido sigue sin aparecer.

Alberto Olmos es la ostia.

A pesar del clasicismo, Olmos nos lleva más allá (y más acá). El estatus es casi una pieza teatral, arriesgada su puesta en escena de apenas un espacio (el apartamento y algunas zonas de la finca por las que pasea Clarita); pocos personajes; una intriga perfectamente controlada a golpe de efecto; buenas dosis de comedia, hasta de vodevil. De estructura circular, esta novela requiere de mucha atención para acabar de valorar los matices que logra transmitir en cada una de sus páginas. No se dejen engañar por su sencillez, por la gracia de las explicaciones de la niña, por el garbo chulesco de las réplicas entre la señora y la criada, por la fácil incorporación de elementos fantasmagóricos. El juego de Alberto Olmos no es tanto el “cómo” sino el “qué” está pasando en este relato, interrumpido por las propias protagonistas que también son espectadoras-lectoras de su experiencia.

Decía más arriba que lo de cómo se empieza una novela es, para muchos, lo más importante. Pero, ¡ay, el final!. El final debe superar al comienzo, porque no hay peor cosa que atrapar al lector y que, a las pocas páginas, se abandone al aburrimiento. Ésta que nos ocupa es buena de principio a fin. Y sí, es muy bonito decir que tiene algo de Beckett, una pizca de Faulkner, otro poco de James… Para mí, a pesar de lo diferente de la propuesta con respecto al resto de su obra, lo que tiene El estatus es mucho talento, mucha guasa, mucha chicha, mucho fondo.

Alberto Olmos es demasiado.

José A. Muñoz

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No niego que me lo creo todo...
Gracias
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domingo, 4 de octubre de 2009

Tatami a la italiana

La editorial Voland (Italia) ha comprado los derechos de traducción a su país de Tatami, la novelita que publiqué hace un año y pico y que no, no escribí en una tarde. Fueron cuatro días.

Voland, como supondrán los lectores más pedantes, es el personaje del diablo en el clásico de Bulgakov El maestro y Margarita. El sello italiano cuenta en su catálogo con la presencia de los escritores españoles José Ovejero, Espido Freire o Elia Barceló. También tienen un par de libros "menores" de don Enrique Vila-Matas. Además, la presencia de Amelie Nothomb completa lo que considero una muy jugosa compañía.

El libro, dios mediante, saldría en el país de Berlusconi hacia 2011, probablemente póstumo.

Esta es la primera traducción que me cae en suerte. Siempre pensé que me volcarían al francés, supongo que porque soy un snob y porque cada día escribo más como si viviera en Francia. Esto es: en un país donde los escritores no son catequistas ni guardianes de la moral. Pero escribo en España, al cabo, rodeado de una cantidad cada día mayor de gentuza, ejecutivos de la literatura y fracasados sin encanto. Iberia es de tal mediocridad en lo literario que ni siquiera hay perdedores adorables.

Así que al italiano.

Ciao.