viernes, 27 de septiembre de 2013

raudo # 3

El lector imbécil (aquel simpático esquema de Cipolla: hago mal a los demás y me hago mal a mí mismo): lector que elige los libros que sabe que no le van a gustar, como un viajero que tomara las rutas menos atractivas y volviera diciendo que todos los países del mundo son feos. Existe esta clase de viajero, el que desea -quizá sin saberlo- sufrir el viaje para tener luego algo más enjundioso que contar, más interesante que Todo bien, Qué bonito, Preciosa la ciudad, y despertar así la atención y la complicidad de sus oyentes. El viajero masoca no ama viajar, ama volver ofendido; el lector masoca no ama leer, ama su insatisfacción. Ambos practican una suerte de aristocracia de la infelicidad, un ejercicio decadente y envilecedor. Pudrirse como reclamo.

4 comentarios:

  1. A veces hay que follarse a la más fea para saber cómo folla, para asegurarnos de que la fealdad no es un prejuicio propio sino un claro síntoma de una mala praxis sexual.

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  2. Pues a mí me gustáis los dos. La clave está en tomarse las cosas, la vida, demasiado en serio.

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    1. Que se pasen a Stefano Benni. Si no salen maravillados es que no son humanos.

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