viernes, 25 de febrero de 2011

Sintaxis

¿Por que publicamos libros a gente que no sabe escribir?
No he conocido personas más atentas a la sintaxis que los traductores. Cuando un traductor me envía un mail, me envía siempre una pieza maestra. No hay ni un error, ni un desliz, ni una frivolidad. En mis respuestas, apresuradas, muchas veces no pongo ni mayúsculas; ni rigor; y me siento mal pensando que, precisamente, yo soy el escritor, es decir, el que debería cumplir con los votos del idioma aún en estas manifestaciones subterráneas.

¿Por qué publicamos libros a gente que no sabe escribir? Oí esta frase de boca de una traductora. Por aquel tiempo, era becaria en una editorial, y no daba crédito, tantas veces, a los textos que pasaban por sus manos y acababan en las librerías. Yo estaba de acuerdo con ella. Somos (ella, yo; muchas más personas) lectores del texto, perogrullada necesaria para distinguirnos, quizá, de otros lectores que podemos empezar denominando del sentido.

En un primer momento, puede considerarse que un escritor es un individuo que, a la alfabetización básica, suma aptitudes y conocimientos lingüísticos que le facultan para la redacción de textos rigurosamente acordes con la gramática de su idioma, y en los que su idioma ve revalidada su potencia y su riqueza.

Se puede entender asimismo que un escritor es quizá el ciudadano que más vocabulario atesora, el que ha leído más novelas y poemarios y ensayos y hasta periódicos escritos en el propio idioma en cualquier tiempo y lugar y condición; y el que utiliza el punto y coma y el modo subjuntivo.

Y el que nunca dice tacos.

Y el que deja caer el bastón sobre la cabeza del dequeísta.

Y... Pues resulta que no.

Un escritor no responde a este perfil, más adecuado para un catedrático de lengua española (personaje que, como es sabido, casi nunca escribe novelas). Afortunadamente escribir no atañe tanto al conocimiento de la lengua como al uso expresivo de la misma. El empeño de muchas personas en ser novelistas se ve a menudo malbaratado debido a que el Norte elegido por su vocación lleva al más anodino de los territorios: la corrección. La corrección da en un estilo pomposo, acartonado, standard; previsible. El texto es impecable, pero aburrido. Nos puede despertar admiración, pero no nos emociona. Se ganan muchos premios de provincias escribiendo bien, se deja boquiabiertas a algunas señoras católicas, se da el pego; pero no se hace buena literatura con caligrafía.

Miren este personaje: es tallerista, tiene 50 años, es escritor frustrado. Siempre hay un escritor frustrado de 50 años haciendo un taller. Cuando el resto de los alumnos lee sus cuentos, él anota y anota en su libreta. En la ronda de comentarios, siempre cuestionará el cuento ajeno con las mismas pequeñeces (mira su libreta): que escribió "redivido" y es "redivivo", que puso "debe de" cuando tocaba "debe", que es "cotidianidad" y no "cotidianeidad", "israelí" y no "israelita", "elite" y no "élite", "espurio" y no "espúreo". Luego cerrará su libreta con satisfacción. Cree haber hundido un transatlántico lanzándole cuatro dardos (en la palabra).

La obsesión con la gramática denota una deliciosa desesperación: qué es literatura; qué es buena literatura. No se sabe científicamente, y quien quiere demostrarlo científicamente sólo puede apelar al Libro de Estilo de El País.

Si mi texto es perfecto, pensará llegado su turno el tallerista cincuentón, ¿por qué no le gusta a nadie?

Tiene 50 años y ya no puede entender esto (epifanía de la imperfección): la literatura, peligrosamente, tiene más relación con escribir mal que con escribir bien. Un buen escritor siempre se ha dado cuenta enseguida de que no iba a ninguna parte si no ensuciaba su estilo, de que hacerlo simplemente bien lo convertiría en una réplica mediocre, y en un muermo. La única especificidad de la prosa literaria proviene de explorar los márgenes del idioma: el arrabal, la contaminación, lo popular, la jerga, el error involuntario, el lenguaje de las máquinas...

Un par de ejemplos. En la escuela nos enseñan que la conjunción "y", en una enumeración, ha de situarse entre el penúltimo y el último elemento enumerado. Tal que así:

Mi madre es alta, guapa y simpática.

También nos enseñan que varios adverbios acabados en el sufijo -mente, si se escriben de forma consecutiva, han de delegar el sufijo en el último de ellos:

José escribía maravillosa, extraordinariamente.
Sin embargo, algunos autores han jugado con estas prescripciones y nos han mostrado las posibilidades expresivas de vulnerarlas. César Vallejo:

"son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos."  
En la escuela recibiría un reglazo, y una corrección: "Son testigos los días jueves, los huesos húmeros, la soledad, la lluvia y los caminos."
 
Empobrecedor.
 
"Mi madre era alta y guapa, simpática."
 
Enriquecedor.
 
Otro ejemplo podría ser la prosa de Thomas Bernhard. Si un alumno escribe en la escuela: "Mi madre es guapa. Mi madre se levanta a las ocho de la mañana. Mi madre me prepara el desayuno. Mi madre me lleva a la escuela en coche", la profesora le diría que no debe repetirse el sujeto (norma) en frases yuxtapuestas; le obligaría a elidirlo. Y haría bien, la profesora, por mucho que el niño diera la impresión de haber leído Corrección.
 
Porque Thomas Bernhard escribe mal sabiendo que lo hace mal. Es decir, parte de una retórica propia, y toda retórica supone una intención. Así, una carta escrita por un seudo-analfabeto es seudo-analfabeta en manos del que la lee; pero esa misma carta (se ha hecho muchas veces: Molina Foix en El abrecartas, por ejemplo) intencionadamente incluida en el marco de la ficción resulta, ahora sí, literaria (expresiva).
 
Adjudico al futbolista José María Bakero una de las frases más geniales de todos los tiempos (me han dicho en Formspring que no fue Bakero quien la acuñó, por cierto). Es esta: lo difícil no es hacerlo, lo difícil es pensarlo.
 
Aprovechando el fútbol, comentemos tres goles.
 
1. Maradona. Maradona metió un famoso gol a Inglaterra jugando mal al fútbol: como delantero, recibió la pelota en su propio campo (!), como miembro de un equipo no se la pasó a nadie nunca (!): regateó a cuatrocientos rivales y metió gol. Aplausos. Chapó. Literatura genial.
 
2. Zidanne. Zidanne espera un saque de córner al borde del área. La pelota le llega directamente a su posición (estrategia); Zidanne la golpea de primeras (técnica) y la cuela por la escuadra (talento). Olé. Gran literatura.
 
3. Pérez. Pérez sale al campo sin saber ni cómo va su equipo; tampoco sabe si juega de delantero o de defensa. En realidad, estamos en un partidillo del domingo. Pérez recibe la pelota y, sin pensarlo, le da una patada: la pelota golpea en el árbitro, luego en el larguero, luego en la cabeza del portero y entra. Gol. Risas. Mala literatura.
 
Nadie admira a Pérez por meter ese gol; sólo le admiraríamos si dijera (y entonces sería un genio): voy a salir y voy a meter gol chutando contra el árbitro, porque sé que la pelota golpeará el larguero y sé que la pelota golpeará la cabeza del guardameta, y entrará; o al menos intuyo que pasará algo interesante si disparo contra el árbitro.

La intuición también abre caminos en la literatura.

Ahora vamos con el asunto delicado. El lector del texto frente al lector del sentido. Yo y la traductora, y muchas más personas, frente a muchos lectores para los que el texto, su sintaxis, parece resultarles secundario. Nuestro problema (yo, traductora, otros) es éste: que tú no sepas escribir no significa que yo no sepa leer.

Me gusta que algo esté bien escrito, o que esté escrito de una forma que me provoque una recepción interesante, extrañadora. En el primer caso, esa buena escritura lleva a la transmisión limpia de la información (narradores puros: Hemingway, García Márquez, Vargas Llosa); en el segundo caso, lleva al núcleo de la psique -somos lenguaje- (prosistas puros: Samuel Beckett, Thomas Bernhard, Fernando Vallejo).

Para distinguir los bandos del debate nos sirve este sencillo test: ¿qué piensas tú de esta cita?:

Doña Rosa va y viene por entre las mesas del café, tropezando a los clientes con su enorme trasero. La colmena. Camilo José Cela. (Nota: cito de memoria.)

Marque opción:

1. Nada. Qué voy a pensar. Una gorda en un café choca con los clientes. Como si pusiera: "Cuando Doña Rosa se mueve por su Café, tropieza con los clientes."

2. Me encanta. "va y viene": musicalidad; "por entre": dos preposiciones seguidas, anómalo, me atrae; "tropezando a los clientes": sorprendente, nunca había visto el verbo tropezar empleado con la preposición "a".

Disfruto mucho leyendo a Cela. Y César Vallejo es mi Dios: este poema suyo (LINK) es casi todo lo que diría sobre literatura en español si fuera posible explicarse sólo con un ejemplo. Es un poema hecho de sintaxis, de la sorpresa de la sintaxis, de escribir mal todo el tiempo. Así de mal.

Entiendo (y más: ¡respeto!) al lector del sentido, ese al que le da igual la forma gramatical en sí misma y gusta de escribir y leer bajo mínimos aceptables de correción y expresividad: si no, ni yo ni nadie apreciaríamos, porque los hemos leído traducidos, a Faulkner, Mishima, Tolstoi o Kafka. Evidentemente yo no puedo apreciar si la prosa de Tolstoi, su ruso, es mejor ruso que el ruso de Dostoievsky. Pero estoy seguro de que en Rusia tienen una opinión bastante distinta sobre eso: Nabokov dejó dicho que la buena fortuna de Dostoievsky en el mundo anglosajón se debía a que no lo habían leído en ruso (!).

Sin embargo, el lector del sentido (que es también el lector común) parece condescender en exceso con la mala redacción, al punto de que acaba negando que la literatura tenga que ver con escribir.

(!)

Veamos este extracto:

"Sabía lo que estaba pensando mi hija mientras me miraba hacer la maleta con sus penetrantes ojos negros y un poco asustados. Los tenía como su madre y los labios finos como yo, pero según se hacía mayor y su cuerpo se ensanchaba había acabado pareciéndose más y más a ella. Si la comparaba con fotos de Raquel de cuando tenía cincuenta años eran como dos gotas de agua. Mi hija pensaba que era un viejo loco y sin remedio obsesionado por aquel pasado que ya a nadie le importaba y del que no era capaz de olvidar ni un día, ni un detalle, ni una cara, ni un nombre, aunque fuese un largo y difícil nombre alemán, y sin embargo a menudo tenía que hacer un gran esfuerzo para recordar el título de una película." L.q.e.t.n., C. S.
El lector del sentido capta la información: un señor hace una maleta, su hija lo mira, su hija está asustada, su hija ha salido en esto a la madre y en esto al padre, el señor es viejo, está obsesionado con el pasado, recuerda con detalle muchas cosas del pasado, sobre todo nombres alemanes, los títulos de las películas no los recuerda...

Todo bien. El lector del texto también entiende eso, pero le da igual. No le interesa nada. Ha visto está película de novela en quinientas películas de cine. No va a seguir leyendo porque el texto está mal escrito. Porque sin el cliché (lo que se quiere contar es obvio) casi ninguna frase de la cita que he puesto más arriba tendría coherencia.

La coherencia que busca el lector del texto, frente al lector del sentido, es precisamente la que dimana de la propia escritura, no del hecho de que todos sabemos cómo son las relaciones padre-hija, y todos sabemos que el nazismo es muy malo, y todos sabemos que cuando llueve los tejados se mojan. El lector del texto exige que la novela cree el mundo, no que lo importe del catálogo de lo tangible.

En la cita, si nos atenemos a la sintaxis, parece que los ojos están dentro de la maleta (!), que los labios de la hija son finos como el padre (no como los labios del padre: sino como el padre, así en general) o que "sin remedio" nos vale tanto para loco como para obsesionado.

¿Puede excusarse este texto en la creencia de que la autora escribe mal aposta? ¿Puede excusarse que la crítica literaria no diga en ningún momento nada de cómo está escrita esta novela? ¿Estamos locos o, peor, somos talibanes, los cientos (¿miles?) de lectores que no podemos leer esta novela porque para nosotros resulta ilegible?

Y, ya que estamos, ¿qué es la sintaxis?

Les daré mi idea: la sintaxis es distribución de información. Es decir: claridad. Da igual el vocabulario empleado, incluso la riqueza o pobreza en las construcción de oraciones: sólo importa la claridad.

Ejemplo:

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo." Cien años de soledad, Gabriel García Márquez. (Nota: cito de memoria.)
El comienzo de la famosa novela de GGM es claro, pero no es sencillo. De hecho, es tremendamente complejo. Se retuerce el tiempo narrativo en una sola frase. Pero la frase se entiende porque está bien escrita. Probemos a escribirla mal:

1. "Muchos años después, el coronel Aureliano Buendía, frente al pelotón de fusilamiento, había de recordar cuando su padre lo llevó a conocer el hielo aquella tarde remota."

2. "Frente al pelotón de fusilamiento, muchos años después, el coronel Aureliano Buendía había de recodar aquella tarde remota en que conoció el hielo porque su padre lo llevó."

3. "El coronel Aureliano Buendía, frente al pelotón de fusilamiento, había de recordar que su padre una tarde remota lo llevó a conocer el hielo."

Apenas soy capaz de creerme que haya lectores a los que la mala escritura nº1 les valga lo mismo que la escritura original. Tampoco me creo que leyendo el ejemplo nº2 el lector no alce las cejas y se pregunte: ¿Lo llevó, el qué, el hielo a la casa para que lo viera el hijo o al hijo al lugar donde estaba el hielo? Al parecer, da igual: el hijo conocerá el hielo en cualquiera de los dos supuestos (!). Sobre el ejemplo nº 3 no quiero ni pensar, la verdad.

Olvidándonos de la procedencia de los dos textos citados líneas más arriba, y de quiénes son sus autores, ¿no resulta obvio que hay una distancia abismal entre lo del coronel y lo del señor que hace su maleta? ¿Y no resulta obvio que esa diferencia no tiene nada que ver con que la historia de un coronel sea más interesante que la historia de un nazi, sino con el estilo? ¿No es precisamente eso lo que hace que casi todas las buenas novelas, llevadas al cine, den en películas malísimas, el hecho de que no eran buenas por la historia, sino por la textura?

Dado que tantos autores de escritura chapucera ponen a García Márquez, Jorge Luis Borges o Julio Cortázar como sus referentes, cabe preguntarse: ¿qué se supone que apreciaron en la lectura de sus obras, su imaginación desbordante? ¿No se dan cuenta de que los personajes de García Márquez no vuelan gracias a la imaginación de su autor sino gracias a que el autor pone en la nuestra las palabras exactas?

El hecho de que los best-sellers (con cocodrilos) estén tan mal escritos que casi creen miopía no me incomoda tanto como el hecho de que algunas propuestas literarias de cierta enjundia se vean -por ello mismo quizá- dispensadas de la obligación de presentarse ante los lectores con un mínimo de aseo sintáctico, aseo que supuestamente los críticos literarios estaban encargados de constatar, ditirambos rutinarios al margen. No lo hacen; nunca lo hacen; ni siquiera los propios escritores lo hacen, obnubilados por la menudencia de si el escritor es moderno o antiguo, de si pone nudos en la trama o mete una foto. Las palabras parece que sólo pasaban por allí.

La literatura, sin embargo, viene dispensanda en artefactos llamados libros donde no hay otra cosa que palabras.

No hay otra cosa que palabras.

¿Lo han notado? Una palabra detrás de otra. Pone "dragón", pero no hay un dragón; pone "la casa era roja", pero no hay ni siquiera una casa. ¿Lo han notado?

Es un hecho fascinante que los libros sean cosas que se escriben; que en realidad no haya nada dentro, salvo lenguaje.

Es fascinante aquí y ahora, sarcásticamente, cuando en lugar de una perogrullada parece un disparate esperar de un escritor que sepa escribir.

Nadie espera de un lector que sepa leer; sin embargo, en una muestra de optimismo impropia de mí, les aviso: saben.

Cuidado.
--

*Origen del post: una charla con Antonio J. Rodríguez sobre literatura de nuestro tiempo; referencias de Antonio J. Rodríguez a un artículo de Javier Calvo en Sigueleyendo.es; una charla ayer con Juan Aparicio-Belmonte y Federico Guzmán Rubio.

*Aclaraciones obligadas: No he leído finalmente el artículo de Javier Calvo, titulado Los que escriben mal (LINK) por pereza mental; la web que lo aloja suele animar confrontaciones gratuitas con habilidosa brevedad; por ello me apresuro a matizar que este post no se escribe en respuesta a ese artículo, dado que no sólo no lo he leído, sino que Javier Calvo, cuya sintaxis a menudo me desconcierta, ha dado muestras sobradas de lo bien que escribe en Corona de flores, particularmente.

*Notas:

1. Estoy totalmente a favor de que en las novelas se incluyan todos los elementos que el formato permita. Ya lo hacía Sterne hace 300 años; no ponía fotos porque no podía: seguro. No incluyo este matiz en la parte final de post porque quebraba su contundencia. Tampoco obsta esta concesión a rayas, fotos, espacios en blanco, tipografía alocada (vídeos en los ebook) para que la prosa a la que hace compañía atienda a un mínimo de aliento literario, dado que todos recibimos a diario suficiente basura en el correo.
2. Considero que muchos lectores del sentido no se dan cuenta de que en realidad un libro les ha gustado por el estilo.
3. Y añado finalmente que la licencia intelectual de apuntar que la literatura es "escribir mal" no justifica cualquier texto literario. Del mismo modo que el Dogma de Lars von Trier no convirtió en cine todos los vídeos de bautizos.

*Honores esperados

1. La web Sigueleyendo, en riguroso acatamiento de su nombre, no fue capaz de seguir leyendo este post, motivo por el cual no vieron que, en efecto, los citaba. Me dedican uno de los infantiles enlaces de su carrusel de noticias ajenas, tan interesante unas veces como sonrojante en otras. Aquí.
2. Sí, la web Sigueleyendo (nos), en riguroso acatamiento de su... inteligencia... me dedica uno de sus... supuestamente graciosos enlaces... dirigido a este post con la consigna Que lo sepan, que me traducen... incongruencia muy propia de alguien... que sigue leyendo (se)... y no sabe, por tanto, leer. Aquí.

53 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, Alberto!

    ¿Dónde pude leer ayer lo de redivido, por curiiosidad? Ahora no caigo, coño!

    Gracias.

    L.

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  2. Carallo, esta vez te la has currado.

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  3. ¿Quién habla de publicar? La plasmación de letras en planos blancos y lanzadas al vacío puede colmar más el ego que el supuesto $.

    Saludos

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  4. ...Muy interesante, Alberto...
    ...Cuando estudiaba piano en el conservatorio hubo un profesor que me dijo que, cuando creyera que tenía clara una obra (en este caso hablaba de una sonata de Mozart con algunos pasajes que se me resistían especialmente) me grabara interpretándola. Me dijo literalmente así: "la grabadora es el detector de mentiras del músico"...
    ...Ahora mismo estoy traduciendo la novela de un músico italiano (novelista ocasional) y el principal problema que vi que me obligaba (erróneamente) a afrontar era mi propia voluntad de corregir lo mal que escribía, como si al re-escribir su novela a otra lengua me viera en la obligación de subsanar sus errores sintácticos...
    ...Otro ejemplo: un amigo mío está traduciendo un libro del francés para una editorial importante. No es un best-seller al uso, pero sí un libro que se ha vendido mucho en Francia. Su principal dificultad es precisamente la contraria: la vergüenza ajena que le da tener que escribir ciertas frases sintácticamente impolutas pero absolutamente anodinas (frases de amor manidas, escenas manidas, diálogos manidos, personajes manidos, planos, insulsos, sufrientes...)...
    ...Muchas veces la traducción es como ese "detector de mentiras", para bien o para mal...

    ...Por lo demás, has hecho una reflexión curiosa sobre por qué grandes novelas terminan siendo por regla general pésimas películas: la textura, no la historia...
    ...Escolásticamente, a los guionistas se les ha dicho siempre esa perogrullada barata para reducir a fórmula infalible el trabajo titánico: una vez tengas claros los objetivos del protagonista y los personajes secundarios, podrás adaptar una novela. Esto es, obviamente, una sandez monumental: ¡porque es la textura, estúpido! Aun suponiendo que tengo claro los objetivos de Madame Bovary o los de Arturo Belano y Ulises Lima, ¿dónde me meto esos putos objetivos impolutos?...
    ...En fin, hermano, lo que tiene que ver con tu Tatami te lo diré en privado (vino mediante, a ser posible). El proceso va por buen camino, lentamente, tratando de plasmar, precisamente eso: texturas...
    ...Un abrazo sin demasiada sintaxis...

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  5. ...Muy interesante, Alberto...
    ...Cuando estudiaba piano en el conservatorio hubo un profesor que me dijo que, cuando creyera que tenía clara una obra (en este caso hablaba de una sonata de Mozart con algunos pasajes que se me resistían especialmente) me grabara interpretándola. Me dijo literalmente así: "la grabadora es el detector de mentiras del músico"...
    ...Ahora mismo estoy traduciendo la novela de un músico italiano (novelista ocasional) y el principal problema que vi que me obligaba (erróneamente) a afrontar era mi propia voluntad de corregir lo mal que escribía, como si al re-escribir su novela a otra lengua me viera en la obligación de subsanar sus errores sintácticos...
    ...Otro ejemplo: un amigo mío está traduciendo un libro del francés para una editorial importante. No es un best-seller al uso, pero sí un libro que se ha vendido mucho en Francia. Su principal dificultad es precisamente la contraria: la vergüenza ajena que le da tener que escribir ciertas frases sintácticamente impolutas pero absolutamente anodinas (frases de amor manidas, escenas manidas, diálogos manidos, personajes manidos, planos, insulsos, sufrientes...)...
    ...Muchas veces la traducción es como ese "detector de mentiras", para bien o para mal...

    ...Por lo demás, has hecho una reflexión curiosa sobre por qué grandes novelas terminan siendo por regla general pésimas películas: la textura, no la historia...
    ...Escolásticamente, a los guionistas se les ha dicho siempre esa perogrullada barata para reducir a fórmula infalible el trabajo titánico: una vez tengas claros los objetivos del protagonista y los personajes secundarios, podrás adaptar una novela. Esto es, obviamente, una sandez monumental: ¡porque es la textura, estúpido! Aun suponiendo que tengo claro los objetivos de Madame Bovary o los de Arturo Belano y Ulises Lima, ¿dónde me meto esos putos objetivos impolutos?...
    ...En fin, hermano, lo que tiene que ver con tu Tatami te lo diré en privado (vino mediante, a ser posible). El proceso va por buen camino, lentamente, tratando de plasmar, precisamente eso: texturas...
    ...Un abrazo sin demasiada sintaxis...

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  6. Los seguidores de la norma, los correctos, son batallón en la historia de la literatura, pero los que quedan, los que dan un paso adelante, son los que la pifian, o la bordan. Según se mire. Enhorabuena por el blog, cada entrada es una clase de escritura.

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  7. Me ha gustado tanto que volveré a releerlo. Sencillamente genial y honesto.
    Saludos.

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  8. Si existieran reglas, trucos, técnicas sobre cómo escribir "bien" no existiría la literatura. Precisamente hay escritores que escriben sólo una buena novela en su vida, y las otras no hacen más que darle vueltas como satélites, sin llegar jamás a alcanzarla. La literatura es tan grande que entierra rápido a los malos bestsellers en el olvido. Nadie sabe qué ha de hacer o escribir para que su historia sea considerada buena, para que se haga mas brillante con los años. Sucede lo mismo con algunas películas. Todo aquel que haya decidido que ha de narrar, que haga lo que haga, esté donde esté, sienta que ha de narrar ( no para los otros, sino para uno mismo), está realmente jodido.

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  9. Si los lectores dejásemos la literatura exclusivamente en manos de los filólogos acabaríais por despellejaros. El fin de la literatura. Sin embargo, no puedo estar más de acuerdo en la importancia de la sintaxis: el arte necesita más de artesanía que la artesanía del arte (¿esto se lo leí a Reig?, no me acuerdo). Y, sinceramente, estos artículos están genial porque para los que no somos escritores ni pretendemos serlo nos inducen a prestar atención a aspectos que antes pasaban desapercibidos.

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  10. Aceptando que haya que dar (de nuevo) asignaturas de lectura en los colegios.

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  11. Qué cabrón, cómo se puede ser tan y tan bueno....

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  12. Gran post.

    Aunque hay algunos escritores que escapan a estas teorías, por ej, Graham Greene.

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  13. De acuerdo con usted Alberto. Hay quien escribe mal muy bien, quien escribe bien muy mal, quien escribe mal muy mal, quien escribe bien muy bien. Los hay, sencillamente, que escriben bien, sin complicarse en más consideraciones, parecen que han encontrado sin buscar, todo fluye. La pregunta, o preguntas son: ¿por qué publican a gente que escribe bien muy mal? ¿Por qué publican, y premian, a gente que escribe mal muy mal? ¿Por qué un libro como "Celacanto" gana un premio? ¿Cuál es el criterio?

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  14. Por cierto, ¿a qué novela y autora pertenecen L.q.e.t.n., C. S.?

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  15. Un amigo mío, me ha dicho algo que te transmito porque pienso lo mismo: me parece tan clarificador que debería formar parte del primer capítulo de un supuesto libro: Cómo ser escritor y no morir en el empeño.
    Me ha encantado, añado.
    Besos con buena letra.

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  16. No, claro que estas teorías del imperativo de la claridad no funcionan para la totalidad. No funcionan por ejemplo con Virginia Woolf, por supuesto ni remotamente con Joyce.

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  17. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  18. A qué velocidad escribes, ¿a 110 palabras/minuto?

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  19. Qué magistral clase.
    Y gratis!!!!!!
    Gracias y reverencias, don Alberto. A sus pieses
    :))))

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  20. Acabo de llegar a este blog. Y me quedo. Sólo con leer este post.
    ¿Por qué no pones feeder, para que podamos estar al tanto de las nuevas entradas?

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  21. Me ha encantado este post.
    Me apena, sin embargo, que no predique usted con el ejemplo en su literatura.
    He leído su última novela (entera, sí) y me ha sorprendido lo mal escrita que está.

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  22. Jo, no sabía que Clarita escribía TAN mal. Es ilegible.

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  23. No he leído todo el post (con el que estoy profundamente de acuerdo) porque me canso, me canso mucho, y tengo presbicia. El caso es que, hasta donde he leído, he encontrado, dios santo, un yerro ortográfico. Supongo que será circunstancial, un lapsus mecanografiae, seguramente. Yo escribo muy mal, una sintaxis pavorosa, soy lego, admiro a Beckett, etcétera. El yerro es:...frases YUSTAPUESTAS. Es yuxtapuestas. Nada más. Eres, a pesar de esto, mi héroe, Alberto.

    Cordiales saludos.

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  24. No sé ni qué decir de lo nerviosita q me quedé. Y algo resentida de este pie :)
    Es tan bueno el cabrón este q a una se le paraliza tó. Menos el entendimiento, menos mar.

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  25. Vaya increíble post. Ingente post. Desorbitado post. Exorbitante post. ¿Te importa si lo distribuyo a unas cuantas gentes que conozco? Ché qué post...
    Casualmente ayer me dijo un amigo que mis textos no eran buenos por un uso demasiado popular del lenguaje; me decía que buscara la poesía en el lenguaje; que no escribiera para un lector analfabeto... Que había que pulir el lenguaje... Yo le dije que era intencionado todo aquello...
    Le remitiré a este post magnífico.

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  26. Ayer leí "Estado literario de la felicidad" no sé dónde y el primer nombre que relacionó mi cabeza a esa expresión fue el tuyo, Mr. Hikikomori. ¡Enhorabuena! por el post (de nuevo).

    No sé por qué.

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  27. Ayer leí "Estado literario de la felicidad" no sé dónde y el primer nombre que relacionó mi cabeza a esa expresión fue el tuyo, Mr. Hikikomori. ¡Enhorabuena! por el post (de nuevo).

    No sé por qué.

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  28. Gracias por vuestros comentarios.

    He decidido no contestarlos (como suele ser habitual), no porque no me inspiren o provoquen, sino porque acabo repitiendo lo que digo en el post o explicándome muy malamente.

    Hasta el próximo post.

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  29. Se podría aplicar a tus novelas-me pregunto. Por ejemplo en Estatus y Trenes hacia...escribes "faltando el respeto" a la gramática, en cambio en El talento de los demás...esta de puta madre escrita sin embargo es una pesadilla leerla. Todo lo contrario con la otras dos . Sigue dándole caña. Un saludo

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  30. Qué bien che, qué falta me hacía leer algo de esto. Dejame que lo releo y hago un comentario en serio, que con la cabeza en este estado no puedo escribir ni dos palabras seguidas.
    Un abrazo.

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  31. Buena clase, profe; con buenos ejemplos

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  32. Clara Sánchez, Lo que esconde tu nombre, premio Planeta.

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  33. Un coñazo, un coñazo en toda regla.

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  34. Acaba de palmarla Ostión Alonso, tío (creo) de Javier Marías Franco.

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  35. Es Zidane y no Zidanne. Y no seamos esnobs: élite y no elite.

    Buenos días,
    Mario

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  36. Excelente post. Muchas gracias.

    Acabo de leer también el del día 18. Le felicito por todas las cosas buenas que tiene en la agenda y le envidio por tener la oportunidad de hablar con Alksandar Hemon, el gran bosnio de Chigaco, cuyos libros admiro tanto o más que los de Saul Bellow.
    Disfrute de la gira, del cambio de escudería y siga escribiendo, por favor. La literatura se merece que hablen de ella con la honestidad y las ganas que usted le dedica.
    Mirlo

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  37. Si no hay asombro, no hay belleza ni hay literatura. Sin el asombro, sin ese desvirgamiento continuo de la piel de la rutina, no hay extrañeza. Se lee porque queremos extrañarnos. Porque dentro del suspense (gramatical, narrativo, psicológico) es en donde está la vida.
    Me quedo con tu blog. Entero.

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  38. ¿Por qué publicáis libros a gente que no sabe escribir?

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  39. Muy bueno el artículo, Alberto. Uno de los mejores que te he leído. Abrazar.

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  40. Eres realmente brillante y tienes razón: la buena prosa es la prosa que emborracha.

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  41. Don Mario,

    Se le ha escapado un gazapo: "(...) la literatura, sin embargo, viene dispensanda (sic) en artefactos (...).

    Hay que leerse los textos enteros.

    Buenas noches.

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  42. ¿Por que publicamos libros a gente que no sabe escribir?

    Porque creéis que los lectores son gilipollas.

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  43. Fabuloso post. Me apunto al blog.

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  44. demasiado exigente para no ser contraproducente
    la lengüa es una diosa libre, así como su expresividad

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  45. Con retraso, como casi todo en mí, pero no puedo pasar sin dejar un comentario poco original, aunque sincero:

    Genial en el fondo y en la forma. Coherente. Lúcido. Esclarecedor.

    Absolutamente de acuerdo.

    Gracias,

    Anabel

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  46. Post 4 Febrero 2011. La piba te mola, ¿no?

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  47. Tu comentario me ha resultado interesante y de gran ayuda.

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