Leo estos días la extensa novela de Haruki Murakami 1Q84. En ella aparece un personaje femenino de nombre Aomame y de profesión asesina. La obra se inicia con la comisión de un trabajo por parte de Aomame. La mujer acude a un hotel, se cuela en la habitación de un tipo y le clava un punzón en la nuca.
Este asesinato de encargo se desarrolla a lo largo de unas 20 páginas. Aparte de otras técnicas de "relleno" narrativo, en el que Murakami es experto, se dedican muchas páginas a contarnos que el hombre que va a morir, que está muriendo y que, finalmente ha muerto, es un grandísimo hijo de puta. Que pegaba a su mujer, que pegaba a su hija, que pegaba con palos de golf a otra mujer, o a la misma, o a la hija; que destrozaba rostros y estaba siempre enfadado y era tremendamente antipático y sucio y fumador.
La técnica, como habrán adivinado, es la misma que la de Steig Larsson en Los hombres que no amaban a las mujeres. Consiste en legitimar la crueldad (no ya la violencia, sino la crueldad, que es "el placer en la violencia") mediante el retrato de la víctima como alguien despreciable y cuya muerte, por tanto, no debe darnos pena ni sernos empática. También se busca en esta forma de composición narrativa que el lector confunda la crueldad con la legítima venganza, y la violencia con un acto de justicia.
Dejar al lector sin reacción moral posible es, seguramente, la esencia del best-seller.
Me permito apuntar que quizá fue también la esencia del nazismo. El Holocausto puede interpretarse como una ficción (Historia) donde el narrador (Hitler) evita a los lectores (alemanes) la responsabilidad de la lectura (el delito).
Los lectores creen que sólo pasan páginas inocentemente cuando, en verdad, colaboran sin saberlo en la construcción del relato.
Como todos sabéis, hace unos días Nacho Vigalondo ha hecho algo terrible: escribir 5 palabras.
Que la escritura de 5 palabras te arruine la vida era algo que creíamos circunscrito al siglo XX y a sus dictaduras paranoides. Desde el poema de Ossip Mandelstam en el que criticaba a Stalin, y que le supuso una larga temporada en Siberia, a La broma, de Milan Kundera, donde una simple nota jocosa sobre el gobierno llevaba al protagonista a un campo de trabajo, la relación de la escritura con el castigo permitía ya reflexiones escalofriantes sobre los límites de la libertad de expresión, sobre quién pone esos límites y sobre el derecho que se arrogan algunos prebostes para destrozar la vida de alguien si combina palabras en contra del Discurso dominante.
Repitamos la frase que escribió Vigalondo en su Twitter: El Holocausto fue un montaje.
La frase, obviamente, no participa de ninguna intención literaria, pero puede analizarse como si de literatura se tratara para observar las diferencias entre este tipo de aserto, de estética, de propuesta verbal, y lo que encontramos en las novelas arriba citadas y en el Discurso dominante, tanto de las dictaduras como de los tiempos que nos ha tocado vivir.
La frase de Vigalondo, vista, como digo, desde el punto de vista literario (retórica: intención) sería buena literatura, o, más exactamente, literatura honesta. Su lectura no deja margen a la excusa, no permite echar mano de subterfugios morales ni de comodines intelectuales. Uno lee y se ve abocado a juzgar por sí mismo. Como si en las novelas citadas más arriba la asesina matara caprichosamente y el lector hubiera de decidir si quiere disfrutar de la ficción criminal o si quiere juzgar la ficción criminal. En este sentido, American Psycho es una obra maestra comparada con Los hombres que no amaban a las mujeres.
La reacciones ante la lectura de la frase El Holocausto fue un montaje sólo pueden ser dos: la risa o la condena. El contexto no literario de la sentencia no inhabilita al lector para elegir una de las dos reacciones. Si la frase apareciera en la entrevista a un historiador, o fuera un epígrafe de un libro de Historia, nos hallaríamos efectivamente ante un dilema de carácter político, en el que jugarían un papel importante la propia ideología del lector y sus conocimientos sobre la Historia del siglo XX, en concreto sobre la Historia del nazismo.
Sin embargo, el contexto de la frase es claramente permisivo. Salvo que nos decantemos finalmente por un mundo donde cada palabra, y cada combinación posible de palabras, haya de venir regulada por un infinito libro de arena lingüístico, que delimite férreamente qué se puede decir y qué no, y donde se especifique como prohibido el hecho mismo de pronunciar algunas palabras y el hecho mismo de juntar según qué palabras en según qué cláusulas, vivimos aún, gracias a dios, en una sociedad donde la expresión verbal encuentra campos de desarrollo libérrimo que fundamentan, en definitiva, la comunicación, el perspectivismo y el conocimiento.
Denomino esta expresión verbal libérrima como "exploración de significados".
Explorar un significado es convocar combinaciones anómalas de palabras que sugieren otras combinaciones de palabras y que concluyen en realidades verbales inéditas. La gran literatura es exactamente eso, la capacidad del lenguaje para provocar en nuestra mente ideas (más lenguaje) que la visión rutinaria de la vida, y el Dirscuso social dominante (ambos necesarios para la convivencia) no posibilitan.
Es decir, no es lo mismo incluir en la Constitución (Discurso de convivencia) la expresión Los niños pueden ser violados por sus padres que incluirlo en: 1)una charla de bar, 2)una obra literaria, 3)la letra de una canción, 4)el diálogo de una película, 5)Twitter, 6)un blog, etcétera.
Los espacios antecitados son espacios "permisivos" con la exploración de significados. Contrariamente a lo que piensan los estamentos de poder, afirmar que Los niños pueden ser violados por sus padres o que El Holocausto fue un montaje no impugna el Discurso de la convivencia, sino que lo refuerza al dar cabida en el diálogo a otras opciones cuya observación por parte del ciudadano le permite discriminar lo justo de lo injusto, el sentido común de la sinrazón y el bien del mal.
Esto es posible sólo si convenimos en que los ciudadanos son personas adultas. Si creemos que un ciudadano, al oír El Holocausto fue un montaje, va a creer inmediatamente que el Holocausto fue un montaje podemos dar por terminada toda esta argumentación (cosa que me vendría muy bien, pues tengo otros asuntos de los que ocuparme).
Lo que no refuerza el Discurso de la convivencia es la censura, el miedo y la coacción. Si prohibimos un libro damos a entender que ese libro puede estar diciendo algo que adultos formados y en su sano juicio pueden considerar solvente. Si el jugador de tenis número 1 del mundo se negara sistemáticamente a jugar con el número 1000 habría que pensar si acaso tiene miedo de que le gane.
El resultado último de todo este guirigay es la instauración de un derecho tácito: el Derecho a destrozar la vida de la gente.
Uno no puede decir determinadas palabras, pero otro sí puede destrozarle la vida si las dice.
Mi ejemplo favorito, por cercano y porque lo viví en directo, es el de Hernán Migoya. Un tipo escribe un libro que apenas iba a caer en manos de 2.000 personas y en el que dice todas las burradas que le apetece sobre las mujeres. De inmediato, una serie de personas se considera legitimada para arremeter contra el autor en modos y maneras que ponen en peligro su vida, que socavan su prestigio social, que manchan su nombre, que pueden forzarle al suicidio o la depresión clínica: y lo hacen como si tuvieran derecho a ello, con toda la fuerza de la que disponen, con placer en causar el mal, sin absolutamente ningún límite en su ataque masivo y desproporcionado contra un ciudadano casi anónimo y sin posibilidad de defenderse contra el "sistema". Y venden esa violencia como un acto de justicia, y venden esa crueldad como una venganza legítima. Y la sociedad los ampara porque el relato ha conseguido llevarnos a todos hacia el goce del linchamiento, hacia el delirio colectivo que da por bueno el dolor de un individuo si todos nos creemos en posesión de la verdad.
Lo más fascinante en cuanto a escritura se refiere es la necesidad de un enemigo. Tenía intención de hacer un post titulado exactamente así, pero el asunto Vigalondo ha conseguido reunir en un sólo punto muchas de las ideas que, como habrán visto en la historia de este blog, llevo tiempo comentando (posts anteriores como Lo de Juan Malherido o La inteligencia del amo.)
La idea es esta: sólo es repugnante para los odiadores de la palabra la palabra dicha por alguien que: a)está vivo y b)vive en el propio país. A nadie le importan las barbaridades que se publican firmadas por Bret Easton Ellis, Fernando Vallejo o Jaime Bayly. A nadie le importan las reediciones de Celine o Bukowsky o Sade. A nadie le importa que Plataforma, de Michel Houllebecq, haga apología de la pederastia.
Sólo importa si el autor vive en Barcelona y lo podemos linchar.
No importa que el libro de Hernán Migoya, por seguir con el ejemplo, venda diez veces menos que Plataforma. Tampoco importa que se reedite infinitamente La sonata a Kreutzer, de Tolstoi, la novela más machista de la historia. No importa, en definitiva, si la idea condenable es especialmente lesiva o especialmente difundida o especialmente peligrosa; sólo importa si su autor está disponible para la crucifixión.
Ahora que tantos novelistas cursis y sin nada que decir se dedican grandilocuentemente a hacer novelas sobre EL MAL (así con mayúsculas) sería bueno que entendiéramos que el mal en nuestros días se oculta bajo un manto de buenas intenciones.
Y que cuentan con nosotros para que les dejemos hacer daño.
Bueno, no sé, está bien y tienes argumentos, pero no me acaban de persuadir.
ResponderEliminar1. Entiendo la distinción entre acto discursivo lúdico y serio pero...
2. ... el contexto no es "claramente permisivo", por muchas chanzas que le antecedan, la plataforma, el servidor, como quieramos llamarlo, sigue siendo Twitter, y en Twitter, hasta la fecha y a no ser que todo el mundo empiece a bromear o a escribir microrrelatos ficticios, el lenguaje apunta a un referente REAL (¿QUÉ ESTÁ PASANDO?, dice TWITTER: dónde estoy, qué pienso, qué siento EN ESTE PRECISO MOMENTO EN QUE ESCRIBO). El acto perlocutivo es asertivo: LA REALIDAD ES ASÍ. ESTO = A ESTO.
3.En el fondo el problema afecta al estatuto ontológico del enunciador y del acto enunciativo: ¿quién habla? ¿Gabilondo como twittero? ¿Gabilondo como bloguero de El País? ¿Gabilondo como persona jurídica? ¿como humorista? ¿Quién firma? ¿Quién se hace responsable? El lector, dices... OK: bien pensado.
En fin. Creo que no hay escapatoria: si se es políticamente correcto, malo porque no se es crítico con el Poder; si se es políticamente incorrecto, malo porque se muerde la mano que te alimenta... y que al fin y al cabo te permite hablar (la Democracia. Odio escribir esta palabra, que no la palabra en sí).
Alberto,¿lo que dice también se le puede aplicar, por ejemplo, a Sánchez Dragó?
ResponderEliminar¿Cuándo es libertad de expresión sobre algo que indigna/molesta/no gusta y cuándo es linchamiento porque un grupo de personas están de acuerdo y hacen fuerza?
Lo de la exploración de significados me parece muy interesante.
Un saludo.
En realidad tiene razón : fue un montaje de los nazis para acabar con los judíos y otros seres molestos sin que el mundo se percatara. "Montaron " Theresiesnstad ocultando que era un campo de concentrración además de un gueto y rodaron una película :"Eer Fhürer schenkt den juden eine Stadt" ( "El Fhürer regala una ciudad a los judíos" )
ResponderEliminarEn 1944 se lo exhibieron a un comité de la Cruz Roja. Hicieron un montaje-como se dice vulgarmente-de puta madre, con prisioneros a los que obligaron a ensayar frases. Un verdadero teatro. Quién ha visto la peli sabe a qué me refiero: enseñaron la comida que comían y las calles del campo/gueto con familias falsas instyrídas para decir que estaban muy bien y muy felices.
Tiene razón tu colega ese: el holocausto fue un montaje.
Una judía sin fronteras
Todo muy bien argumentado. Pero Vigalondo dijo la frase sólo por dar la nota, así que no puede quejarse de que ésta haya provocado una reacción, sea la que sea. Igual esperaba que simplemente le rieran la gracia.
ResponderEliminarRealmente interesante este post. Un ejemplo: una persona como las que describes en el post, interpretaría esta frase: "cosa que me vendría muy bien, pues tengo otros asuntos de los que ocuparme" de una forma literal y alguno habrá, seguro, que comentará que por qué lo escribes si tienes otros asuntos de los que ocuparte.
ResponderEliminarEsta frase me ha gustado: "Dejar al lector sin reacción moral posible es, seguramente, la esencia del best-seller."
Pero lo que más me ha dado que pensar es lo último, lo de las personas que están vivas o las que viven en el propio país. Es fácil, siguiendo este punto de vista, darse cuenta de la relación entre ese comportamiento y una imagen propia que proyectar en los otros. Si uno censura a alguien muerto o lejano (más bien diría poco conocido), dicha censura no va a tener una reacción en los demás (o porque no les importa o porque no lo conocen), que es lo que finalmente se busca: el reconocimiento de los otros por medio, en este caso, de la censura.
Gracias.
Gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarTormenta, lo de Sánchez Dragó fue una tontería como una casa. Si pusieran un micrófono en todas las cenas de navidad y en todas las barras de los bares seríamos todos delincuentes.
Las palabras de S-D son una baladronada de viejecitos reverdeciendo su memoria; la intención del Ministerio de dejar de invitarlo a eventos culturales, sin embargo, es violencia de facto.
Las palabras de S-D no hicieron daño a nadie y nadie se ha puesto como loco a acostarse con niñas japonesas; la acción del Ministerio socava la calidad de vida de S-D (aunque muy poquito, también es verdad) y, sobre todo, conmina a los demás ciudadanos a autocensurarse.
Sin embargo, S-D es un hijodeputa y el Ministerio un sanedrín de bondad.
Pues no.
Empieza a cansar esta moda de decir chorradas supuestamente provocadoras (Lector Malherido, Vigalondo, Dragó) y luego darle doscientas vueltas en nombre de la libertad de expresión y hablar de linchamiento y de vidas destrozadas. Es tan banal, aburrido y previsible como entrar al trapo y tomarse en serio a Vigalondo. Son cosas de niños.
ResponderEliminarEl anónimo de las 16:08 es imbécil: el montaje fue el campo de prisioneros de puta madre que mostraron los nazis y el Holocausto la realidad que había detrás.
ResponderEliminarQuiero empezar aquí con una reflexión que un amigo mío escribió en los comentarios de Facebook el otro día: Facebook apps on phones are a dangerous thing. Y tanto, que se lo digan a Vigalongo. No sé si lo hizo desde el móvil, pero, en cualquier caso, las redes sociales te pueden crucificar.
ResponderEliminarPor otra parte, todos sabemos que en esta vida el que puede te la juega. Es triste pero es así, y si es desde el anonimato mucho mejor, que no sufra la conciencia. Algo que en menor o mayor medida hace todo el mundo. La envidia es así de mala. Nacho Vigalongo no es ajeno a eso tan humano, el linchamiento. Aun de chiste, se ensaña con un pueblo.
Una reflexión sobre la palabra escrita. Este asunto demuestra que, aun en medios como twitter, donde los comentarios se pierden como lágrimas en la lluvia (perdón por la horterada pero algo parecido leí el otro día en el twitter de Nacho Vigalongo), pesa y mucho.
Más allá del tema del artículo, cuántos muertos se necesitan para que se considere holocausto (paradoja sorites). Es ridículo que la gente debata el valor de la vida en cifras de muertos. ¿Vale menos un muerto que dos?
Un saludo.
Bueno, de todos los temas delicados siempre se han hechos chistes delirantes: de los judíos, de la pederastia, del machismo, de los gays, de los negros... Joder ¿alguien no ha escuchado alguna vez eso de "si pasa de 30 kilos está bien para mí"? Algunos de vosotros lo habreís incluso dicho. Pensar que Twitter es como la editorial de un periódico es salirse de madre.
ResponderEliminarHay gente muy rápida a la hora de vestirse con el traje de la rectitud y la decencia. Tan rápidos como son a la hora de quitárselo, cuando nadie ve, cuando nadie escucha.
Aquí todos somos unos hijos de puta, y el que diga que no lo es más todavía.
Emilio
Ari Ben Canaan: la ironía no es lo tuyo, arremeter insultando cuando está claro que llevas legañas como burros en los ojos y no has entendido lo que has leído... Por favor, nunca leas una sátira porque seguro que intentar asesinar al autor.
ResponderEliminarNo soy el anónimo de las 16:08.
Anónimo eres y anónimo serás toda tu perra vida, a las 16:08 o a las 21:56.
ResponderEliminar"imbécil.
(Del lat. imbecillis).
1. adj. Alelado, escaso de razón. U. t. c. s.
2. adj. p. us. Flaco, débil."
http://www.sigueleyendo.es/2011/02/06/otra-victima-del-victimismo/
ResponderEliminarCuánta gente enfadada!
ResponderEliminarCreo que todos tendemos a perder la perspectiva: la libertad de expresión es lo que es. Acusar a Vigalondo de abusar de la libertad de expresión debe ser algo así como acusarme a mi de comer demasiado embutido. La parte que me jode de todo esto es que tengo que defender a Vigalondo sin estar de acuerdo con él porque no sé sí, quien sabe, quizá algún día, por unos motivos o por otros, mas o menos dignos, mas o menos importantes, yo también necesite una libertad de expresión para decir algo sin que me lleven preso en el intento.
"A palabras necias oidos sordos" es un refrán que no inventó Vigalondo: ya venía de lejos. Entiendo que quizá esto ya pasó en otra ocasión, hace muchos años, quizá durante la siega en alguna provincia del este o del norte o no, cuando no había ni estufas en las casas, por ejemplo. Y ahora pasa en el twiter y lo dice Vigalondo, que debe ser algo así como si lo dijese el primo hermano de mi abuelo paterno. Así de importante.
Buenos días.
ResponderEliminarHace unos días, en el post sobre Mal-herido, yo ya estaba de acuerdo con tu explicación; y sigo estándolo ahora: la literatura no es opinión. Me parece evidente que la mera enunciación de una burrada no te hace un animal; que la interpretación del lenguaje, con la que pretendemos entender el mensaje, depende entre otras muchas cosas del contexto y de la intención atribuida a quien habla o escribe. Y me parece obvio, también, que de lo contrario no habría humor, y que el arte estaría maniatado, limitadísimo.
Y estoy de acuerdo también con que una sociedad adulta debe poder permitirse esos juegos, que no deberían representar ningún peligro. Lo malo es que parece indiscutible que en conjunto no lo somos.
Se me ocurre, no obstante, la cuestión de qué medios y situaciones admiten esa exploración de significados de la que hablas. Dicho de otro modo, cuándo ésta no es admisible como disculpa de nuestras afirmaciones; cuándo no vale el "no, si yo lo decía de broma, o para provocar nada más", o decir que es literatura. El otro día te parabas en el ejemplo de un anónimo amenazante (hay muchos más, claro), y ponías la responsabilidad de distinguir unos casos de otros en el receptor; en este caso, en el lector: si el lector lo entiende, es admisible.
Lo malo es que entramos en una especie de círculo vicioso y tonto en el que, por un lado, decimos que los receptores, o muchos de ellos, o algunos, no entienden qué se pretende y reaccionan desaforadamente; y por otro... ¿basamos en ellos la distinción de lo admisible de lo inadmisible?
Al final, lo que nos permite hacer esto es dar un diagnóstico sobre la sociedad. No es una exploración de significados; más bien parece serlo de los interlocutores.
Gracias. Un saludo.
[Por lo demás (y si prefieres no incluir esta parte del comentario me parece bien), no puedo evitar sorprenderme, una vez más, de cómo la popularidad de los blogs es inversamente proporcional a la calidad de los comentarios que reciben. Tengo un blog de andar por casa, pero lo tengo desde hace 6 años, y creo tener elementos de juicio suficientes para opinar: en blogs como este y otros comparables en calidad de textos y en número de visitas, el comentarista que solo pretende llamar la atención, hacerse un hueco, es habitual; y además se hace ese hueco a codazos, porque con una frecuencia incomprensible los comentarios son insultantes, sobre todo con el anfitrión.
No lo acabo de entender, pero el resultado es que, así como en otros blogs interesantes pero más modestos abrir los comentarios le permite a uno leer o participar en una conversación igual de interesante o más, en estos otros es casi inevitable encontrarse con una discusión sin sentido, con frases altisonantes para epatar, con comentarios sin relación con el texto, o con "malos" que entran a escupir en el suelo, o algo así... Buf.
En fin, eso. Gracias de nuevo.]
Pues sí, como dice alguien más arriba es un poco cansado que nos intenten seguir provocando. Venga, que el sexo explícito ya no nos provoca. Sangre. Venga, que tampoco. Vamos a cagarnos en tu dios, en tu raza, en tu género.
ResponderEliminarMi reacción primera no es pensar en censurar, si no en pensar en la gilipollez de los individuos y en su falta de ideas. Sí, es muy fácil censurar al tipo que vive en Barcelona. Sí, es muy fácil hacer bromitas en el Estado del Bienestar.
El delito de opinión no debería existir. En ningún caso.
ResponderEliminarLa opinión de este tío es estúpida.
Ser idiota no es delito, normalmente
Antes que nada felicitarle por tan magnífico texto, Alberto. Como casi siempre me ocurre, comulgo con lo que dice y con cómo lo expresa.
ResponderEliminarNo voy a repetir las cosas que ya han dicho muchos, porque además creo que es evidente y tener que recalcarlas es -y esto es lo peligroso- vivir rodeado de tontos del culo.
Hay una cosa que me crispa mucho y es, además de esa justificación de la crueldad de la que hablas en base a figurar al otro como el "anticiudadano" -esa idea maniqueísta y por otra parte hipócrita, típica de masas políticamente correctas y, por supuesto, cínicas- (que ya vimos en el caso de Dragó hace poco: en base a una acusación hipócrita de pederastia leí comentarios o escuché voces del tipo: hay que matarlo, echarlo de España, quemarlo, etc.), lo que más me crispa, es el sentido de la gravedad de una sociedad idiotizada que no es que no entienda el humor sino que antepone su papel de buen ciudadano para justificar la ofensa que, por ejemplo, puede causar un chiste, y que por ello debe dejar de hacerse.
Toda esa gente que dice que no deberían hacerse chistes sobre estas cosas porque hay gente que puede ofenderse todavía no ha comprendido que precisamente el humor es el único terreno donde TODO vale, porque precisamente es eso: humor. No intenta hacerse daño. Si uno se ofende es su problema.
He escuchado chistes de judíos desde que soy pequeño. De pederastia, de racismo, de xenofobia, de homosexualidad, de violaciones, de muerte. El humor no conoce límites: por eso existe el humor negro, clase de humor en que se basaba el chiste de Vigalondo, por ejemplo. Además, se palpa la hipocresía, y esto es lo que más me crispa, cuando oyes a esas personas defensoras de la rectitud ofenderse ante un chiste que ni siquiera les atañe: se posicionan en el lugar de un judío para censurar un chiste. Se creen en el derecho de censurar a los demás sobre qué y cómo y cuándo deben decir o hacer las cosas.
Es esa actitud del hablar sobre todo incluso cuando se desconoce y del juzgarlo todo para ponerse una medalla de buen ciudadano. Y luego, si de verdad entramos en ese juego estulto, qué pasa, ¿que no se pueden hacer chistes sobre el Holocausto nazi pero sí sobre la muerte de una señora por la calle (busquen chistes sobre esto, seguro que hay alguno)?
Porque estoy seguro de que esa persona bien se ríe de esas y muchas otras cosas. Pero no, no puede hacerlo -mentira- ante algo que atañe a un grupo. Qué pasa, ¿que es superior el dolor de ese grupo al de otras personas que también sufrieron y sobre las que se hace chistes constantemente -todos nosotros-? Porque todos los dolores son iguales y ninguno podría justificarse. Me parece de una hipocresía increíble. Volvemos a lo mismo: lo políticamente correcto infecta la inteligencia cuando se convierte en una norma de vida. Y eso es lo que estamos viviendo.
Ya.
Ha muerto Maria Schneider.
ResponderEliminar¿Comparas a Vigalondo con Sade, con Ellis, con Celine, etc.? ¿En serio? Vigalondo se limitó a hacer chistes de bar, no a cuestionar verdaderamente el Holocausto. No estoy de acuerdo con lo que le ha pasado, pero no nos vendas que es un genio incomprendido.
ResponderEliminarMatar es sencillo. Tan necesario y tan intrascendente como mear. También es maravilloso. Un ejercicio vital.
ResponderEliminarNos han impuesto demasiados matices conservadores desde las instancias educativas. Se no ha enseñado a ser previsibles; a matar la alegre contradicción característica de los animales racionales. A adjetivar las cosas ocultando los verdaderos sentimientos, aquellos que manan de las glándulas suprarrenales. Toda esa mierda, ya sabes, amor, religión, política, deportes y culpa, han acabado por ensuciar la pureza… de las palabras.
Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice. Lo siento por Vigalondo, que es muy guapo y hace unos cortos muy chulos, pero quizás le falta madurar un poco y pensar más antes de hablar o escribir....
ResponderEliminarClea
@jecholls
ResponderEliminarLo que no quiere decir que Vigalongo no sea un poco gilipollas.
Tómate lo de Vigalongo como una gracieta de los internautas, un poco de humor hombre. Si a este señor no le va a faltar de nada. Están de broma, es la ironía de la vida.
La broma infinita, yo también la sufro, no creas, y no me hace gracia. A los demás puede que sí.
El humor sin maldad, a veces, no es humor, sino cuentos para niños. Cosquillas. Es necesario, pero duele. El humor suele ser una muestra de superioridad, es como hacer pesas para ir dándose de leches por las discotecas. Los graciosos son muy perros.
Me gustaría que todos los que defienden el humor nos contasen que es lo más gracioso que han dicho sobre ellos. Pues dicen que reírse de uno mismo es sano. Venga, a partir de aquí propongo que cada comentario empiece con lo más desternillante que alguna vez alguien haya dicho sobre el propio comentarista.
Venga, empiezo. Pues no, no tengo pelotas suficientes, pero otros seguro que sí.
Aun a riesgo de contradecirme, me gustaría decir que una cosa es considerar o no delito ese tipo de afirmaciones políticamente incorrectas, y otra muy diferente la opinión personal que nos puedan merecer.
ResponderEliminarEs decir, que puedo considerar un sinsentido ilegalizar la negación del Holocausto, y a la vez considerar un cretino a quien lo niegue, aunque lo haga jugando, o jugando a impresionar (es inevitable insistir, de nuevo, en cómo el medio determina nuestra interpretación y debe matizarla).
Sobre estos juegos, no estoy de acuerdo con el ejemplo que compara los chistes sobre las cámaras de gas con los de la muerte de un peatón: los primeros tienen nombres propios (generalmente, los de otros), el segundo es tan genérico que nos incluye a todos; es como si un judío superviviente de un campo de concentración quiere bromear sobre ello: parece que tendría más derecho que yo, ¿no?
La corrección política puede llegar a extremos delirantes y convertirse en algo no solo ridículo sino empobrecedor. Sobran ejemplos a nuestro alrededor. Pero creo que eso no debería hacernos obviar el daño que puede causar la incorrección. Supongo que para quien nunca la ha sufrido es fácil no verle el sentido; pero la corrección política, bien entendida, no deja de ser un intento de ponerse en el lugar de los (algunos) demás.
Un saludo.
Anónimo de las 21.37, qué precioso lo que has escrito, pero sobre todo, cómo lo has escrito. Me quedo con "(...)A adjetivar las cosas ocultando los verdaderos sentimientos, aquellos que manan de las glándulas suprarrenales."
ResponderEliminar¿Quién diablos serás? Vuelvo a tener fe en los anónimos...
Vigalondo no va a ir a un campo de trabajo, ni va a ser destinado a Siberia, ni va a enfrentarse a un juicio. Un periódico del que él era imagen publicitaria, El País, le ha retirado un blog, en el que escribía, porque hizo una gracia en twitter que no hizo gracia a mucha gente. Un medio de comunicación no ha querido ser vinculado o dar crédito a una persona que cree que llamar "gilipollas" a los que no les ríen las gracias es divertido.
ResponderEliminarNadie le ha perseguido. Nadie le ha denunciado. Ninguna policía política va a registrar su casa. Nadie le ha retirado ningún premio. Nadie le va a cerrar su Twitter, nadie le va a impedier continuar escribiendo en cualquier otro blog, nadie le va a destrozar la "vida", como no se la destrozaron a Migoya (¿o acaso no ha vuelto a escribir desde el affaire "Todas putas", no ha publicado una continuación "Putas es poco", no ha participado en ninguna película, no se ha beneficiado de ninguna manera de la polémica?)
No estamos a lo que estamos. Lástima da ver lo reaccionario que se está volviendo el blog.
Vigalondo buscaba los quince minutos de gloria y le salió el trio por la culata. Son cosas que pasan.
ResponderEliminarSeñor Olmos, suscribo su opinión palabra por palabra.
ResponderEliminarA mí todo esto que se ha formado con Vigalondo me parece excesivo.
ResponderEliminarHace un rato hablando con un amigo, conveníamos en que si llega a hacer un comentario -en vez del Holocausto judío- antipalestino, por ejemplo, seguramente no se habría levantado tanto revuelo.
Por lo demás, muy buen post.
Aunque a mí Murakami no me desagrada del todo (Tokio Blues me parece más o menos buena).
Un saludo.
Hablando del tema, muy buenas Albertito!
ResponderEliminarTe dejo esta noticia que seguro, te va a encantar por lo bien que ejemplifica esa psicosis social ante cualquier atisbo de humor sobre temas tabúes.
http://www.elmundotoday.com/2011/02/una-noticia-en-mal-estado-deja-sin-lectores-a-el-mundo-today/
jejeje...
Por cierto: la democracia española es un montaje.
ResponderEliminarNacho Vigalondo es un montaje.
ResponderEliminargrima
Vaya parrafada. Pareces el japones de Norwegian Wood (lo digo por que realmente escribes muy bien) Acabo de leer tu post y me gustaria poder leer o acceder a alguna explicacion de Nacho... Por que asi a bote pronto parece que Vigalondo quiere llamar la atencion y yo ,como muchos, he picado el anzuelo :)
ResponderEliminarEs cierto que si tienes renombre en alguna sociedad debes o debieras preservar tu nombre y saber la importancia que tienen las redes sociales o medios de comunicacion. No es lo mismo hacer esta broma de canas con tus amigos que en una red social con tantos "amigos"... y lo mismo ocurre si es un medio de comunicacion.
Muchacho, olvidas que la Violencia está en el origen del Derecho.
ResponderEliminarNacho Vigalondo está sobrevalorado.
ResponderEliminar¿Vigalondo guapo? Si Vigalondo es guapo, yo soy Gregory Peck.
ResponderEliminarNo sólo es un montaje el holocausto y Vigalondo y la democracia española. Todo es un montaje. La vida en sí misma lo es. Y mira cómo nos la tomamos. Damos pena.
ResponderEliminarE.T.
Por ahí arriba lo han explicado perfectamente. Todo el mundo tiene el perfecto derecho a expresarse libremente. No digo que Vigalondo no tenga el perfecto derecho a enunciar lo que enunció (válgame Dios), lo que digo es que el derecho de réplica también es un derecho perfectamente legítimo. Vigalondo es un absoluto irresponsable incapaz de medir con precisión ni la entidad de sus declaraciones ( no se hieren las mismas susceptibilidades si se afirma que "todos los funcionarios son unos golfos" que "los judíos le echaron cuento al holocausto" ) ni el alcance y la trascendencia del medio en el que las propaga ni la cantidad de sensibilidades socavadas, siendo en este caso un número tan amplio (50.000).
ResponderEliminarPero, por fortuna para él, a día de hoy, ser imbécil no es punible. Por ahora. Aunque, en ocasiones, debería serlo.
¿Y si al final resultara que fue un montaje?
ResponderEliminarEl contexto importa. Por si alguien está interesado –me temo que no–, invito a leer la sentencia del Tribunal Constitucional 214/1991, de 11 de noviembre (caso Friedman), a contrastar el caso con la parida de Vigalondo y a extraer conclusiones.
ResponderEliminarQue me digan a mí si se puede opinar o no: hace unos días en el blog de Rafael Reig apareceía una foto tuya jugando al ajedrez y yo comenté: "qué feo es el cabrón de Alberto Olmos". Pues me censuraron el comentario, y volví a ponerlo y me lo volvieron a cansurar.
ResponderEliminarY me han destrozado la vida.
La movida que montó Vigalondo es un montaje.
ResponderEliminarPalabras. Hechos. Quien no sepa distinguir es un imbécil.
ResponderEliminarHell is paved with good intentions.
ResponderEliminarQueridos lectores, muchas gracias por sus comentarios.
ResponderEliminarSí, yo también tengo muchas ganas de cambiar de post.
Vigalondo, recientemente (después de todo el asunto) en El País:
ResponderEliminarhttp://yfrog.com/h423463411j
Muy destrozada su vida no parece.
¿Sí? Pues no sé a qué esperas. Que algunos tenemos muchas ganas de verter.
ResponderEliminarBuenas Alberto
ResponderEliminarSomos tan prisioneros de decir, pensar, opinar, actuar... dentro de los límites poco flexibles de la corrección social, política, pública, llámalo como quieras, que el miedo a expresar nos acogota. Antes eran los pecados de la carne, ahora son los pecados de la libertad de pensamiento de verdad, porque a lo mejor no nos gustan los gitanos, o los inmigrantes, algunas mujeres nos parecen insufribles, pesadas y hasta unas sinvergüenzas; algunas incluso también son maltratadoras. Puede que el monte nos la sople, que eso de cuidar el medioambiente pues mira, qué quieres, antes no pasar frío en casa, tener un lavaplatos y un coche que me lleve que renunciar. Mayor pecado es ser mujer y decidir quedarte en casa a cuidar de los hijos y de la casa, eso desdice de una, a lo mejor incluso también quiere cuidar a su marido, por qué no. Y llegar virgen al matrimonio, los dos, uff, que desdoro. Puede también que no te gusten los homosexuales, o que toleres a los gays pero no a las lesbianas o a la visconversa. Nos dicen, casi nos convencen que vivimos en una sociedad libre, donde todo el mundo cabe bla bla bla. Pero hay unos que caben más que otros. El hecho de ir contra corriente no significa ni que seas una mala persona ni que te conviertes en alguien que defiende perseguir y maltratar a a quellos que se encuadran en un espectro de personas o pensamiento con el que no colmulgas. El pecado de Vigalondo ha sido ser espontáneo y fresco, más o menos medido, más o menos buscando la provocación fácil, me da igual y desconozco las motivaciones, no me interesan. El mero hecho de que se alcen voces posicionándose en una supuesta altura moral para criticar y vapulear a Vigalondo ya resulta sospechoso. refleja que no hemos avanzado nada, que el envoltorio es muy brillantoso, en alta definición. Pero que el contenido es quebradizo, frágil, inconsistente. Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Joder, a la Lara Logan casi se la follan en Egipto. Y lo tiene merecido, por puta.
ResponderEliminar“Que me violen todos, / que me violen todos, / que me violen una y otra vez,”
ResponderEliminarEsta es la morralla de premio amañado que defiendes.
Y todo porque escribe tan mal como tú.
Qué agresividad, Iracundo, por dios. Si tu blog está de puta madre, igual te publican alguna crítica acompasada alguna vez, me reí mucho con la lectura de la Montaña Mágica, pero por dios, no hace falta ir por ahí manifestando un complejo por agravio comparativo...
ResponderEliminar