Dos lecturas on line son el origen de esta escritura, también on line. Una lectura es la del artículo de Juan Varela donde reflexiona sobre la década tecnológica que estamos a punto de dejar atrás, con especial atención a la frase: "ha sido la década de la cultura libre, el iPod, las consolas y, sobre todo, de la apropiación de la cultura y el entretenimiento por el público". La otra lectura es la de la noticia que dice: Google y Microsoft pagarán 25 millones de dólares a Twitter por "mostrar sus contenidos".
No entiendo el entusiasmo de Juan Varela, y de tantos otros periodistas, intelectuales o líderes de opinión, por el estado actual de Internet. Desconozco los motivos por los que una planilla virtual del mundo real se ve sin embargo aligerada del componente crítico que seguimos aplicando a su modelo. Internet ha revolucionado nuestra forma de aburrirnos, pero no nuestra forma de conocernos. Seguimos siendo ignorantes o cultos, snobs, racistas, obvios o engreídos, ricos y pobres, talentosos o enchufados, iguales a como éramos.
Cuando me inicié en el mundo de los blogs, se oía mucho la ilusionante amenaza: ahora, oculto en un nick, sin que nadie sepa quién soy, y con la posibilidad de decir en público lo que pienso, sacaré la verdad a la luz. Muchos incautos internautas pensaban que anonimato era sinónimo de lucidez, que por llamarse CasaArdiendo en lugar de Lucía López Lucía López iba a desfondar el paradigma intelectual de Occidente. Lo cierto es que tanto Lucía López como todos los demás enmascarados demostraron sólo una cosa: casi nadie tiene nada que decir.
Nada nuevo, nada nieztscheano, nada que cambie la vida de sus coetáneos.
El hecho de que cualquier persona pueda opinar "en público" gracias a Internet no aporta nada de por sí a nuestro propio conocimiento. Ninguna opinión localizable en la Red supera a las opiniones que podían encontrarse en el siglo XVIII: ningún internauta es más ácido que Jonathan Swift, ni más inteligente que Diderot. Ni siquiera alcanzan mayor difusión que ellos, ni que Xavier de Maistre o cualquier borracho hablando en una taberna de Dover. Es una ilusión consentida impíamente la de que escribir algo on line (como esto que yo ahora escribo) llega a más personas que si uno sale a la plaza y lo grita. La mayoría de los blogs los leen sus 50 amigos, y los visitan 34 despistados más que buscaban cualquier otra cosa en Google. Si existen blogs interesantes no lo hacen de una forma que, socialmente, supere la existencia de personas interesantes, libros interesantes, columnas de periódico interesantes. Intelectualmente, todo sigue igual: no somos mejores.
Es más, es peor: a mí, que soy un internauta medio, nadie de mi entorno (pongamos: 200 personas) nadie puede llegarme un día y hablarme de un blog que no conozca, de una web que no conozca, de un vídeo absurdo que no haya visto, de una noticia que no haya leído, de una situación que me desborde por nueva; de una foto que no tenga ya en la retina; y si, por casualidad, alguna de estas informaciones me resulta nueva, cuando llegue a casa y me conecte encontraré enseguida esa información esperándome en alguno de los cientos de blogs que controlo (en diagonal) gracias a un reader de bitácoras. La verdad desoladora es esta: todo el mundo ve las mismas páginas en Internet, lee las mismas noticias, visiona los mismos vídeos, las mismas series de televisión; la diferencia entre los usos de unos internautas y otros es imperceptible, como la diferencia que había, antes de Internet, entre unos televidentes y otros, entre unos lectores y otros, entre unos consumidores y otros.
Debería hacernos temblar la idea de que Internet represente la libertad absoluta, porque, si fuera así, desde luego que habríamos hecho un uso muy estrecho de esa libertad.
La gran estafa de Internet es la equiparación de webs y usuarios. Las webs son negocios privados: buscan hacer dinero. Su moneda de cambio es el tráfico que generan, el número de registrados que captan. Para lograr esto ofrecen un servicio atractivo, falsamente útil. Las empresas privadas de Internet no ofrecen un servicio atractivo para hacernos felices y mejores, sino para ganar dinero. Sin embargo, los opinadores del asunto obvian este hecho fundacional, y consideran que cualquier start up viene a socorrer nuestro desaliento existencial. Facebook no se creó para que todos fuéramos amigos, sino para que todos fuéramos de Facebook. Twitter no se creó para que todos dijéramos qué estábamos haciendo, sino para que no hiciéramos otra cosa que estar en Twitter. Y, una vez que estamos, una vez que somos de, las empresas privadas nos venden, venden nuestras fotos, venden nuestras frases, venden nuestra voluntaria comparecencia. Y lo hacen sin permiso, sin oposición. Entre aplausos.
Seguramente tú lo entiendes: yo no.
No entiendo que el Gobierno, elegido democráticamente, no pueda cerrar webs, pero que una web pueda cerrarse a sí misma, cancelar perfiles, borrar vídeos, borrar fotos, cambiar su diseño sin que medie el menor control. Vender los contenidos de los usuarios sin que medie el menor control. Resulta pavoroso que los Términos de Uso de cualquier página web sean más respetados por algunos internautas que el Código Civil o la Ley de Propiedad Intelectual. Me recuerdan a esos jóvenes díscolos que rompen cristales, o arañan la carrocería de los coches, que no le hacen caso a sus padres, pero que cuando van al McDonnald recogen los restos de su comida y depositan la bandeja en su sitio, educadísimos. Es como si una norma social nos dijera: si te dejan entrar en este sitio tan guay (hamburguesería, web) harás todo lo que te pidan sin rechistar.
La empresa privada en Internet está gozando de total impunidad, y cuenta encima con el apoyo de internautas avanzados, que equiparan la "libertad del internauta" con "la libertad del empresario internauta", cuando la libertad del internauta se diferencia de la del empresario internauta en algo crucial: no es la libertad de hacerse rico. Se nos evangeliza con el disfrute que podemos alcanzar viendo películas gratis, pero no se tiene en cuenta con suficiente gravedad que la web que aloja esas películas gratis cobra por sus anuncios; se nos evangeliza con el disfrute de escuchar música gratis, pero no se hace hincapié en que el maravilloso iPod cuesta dinero, y no poco. Se colabora en proporcionar a los empresarios de Internet contenido de bajo coste, como mano de obra barata, y no se relaciona ese contenido con las personas que están detrás de él, con su esfuerzo o su dignidad. Al igual que el "voluntariado", que ha conseguido que las Olimpiadas y ONGs tengan a un montón de gente trabajando gratis, mientras sus organizadores y promotores monetizan cada una de sus gestiones.
Internet no va camino de democratizar la sociedad, de hacernos iguales, de hacernos sabios ni de hacernos felices. (¿Qué diferencia hay entre que a día de hoy muchas personas pasen 6 horas al día viendo una serie de ficción en Internet -pues, lo siento, la mayoría de nosotros no se dedica on line a leer a Aristóteles ni a leerse entera la Wikipedia- y esas 6 horas que pasábamos en los noventa delante de la televisión, viendo lo que fuera que echaran? Si aquello era la "caja tonta", ¿esto qué es: mi caja tonta o la caja wikitonta? ¿Internet tan idiota como tú quieras?) De lo que vamos camino es de un cambio de poder empresarial. La pelea de fondo es quién manda en el mundo, si la Standard Oil o Google, si Wal Mart o Facebook. La gente no va a mandar nunca, por mucho que ese slogan, patéticamente, sea el que utiliza Google o Facebook, por mucho que el empresario de Internet practique un look de "soy tu mejor amigo" o "soy tan enrollado como tú". (Cada vez que veo a los dueños de Google en camiseta me acuerdo de los dibujos de El Roto en los que el "empresario" sale gordo, con chistera y puro, y a veces hasta un látigo. Esos son los empresarios que quiero yo, empresarios que no roben la equipación del rival.)
En breves segundos le daré a un botón, aquí abajo, que dice "publish post". A partir de ese momento, este post lo leerán unas 100 personas; a lo mejor lo leen 400.
O 450.
¿Y?
¿Eso era todo? ¿En lugar de contarle mis ideas a mis amigos se las cuento "al mundo"? ¿450 personas son el mundo? ¿Esta es mi participación, mi beneficio, mi oportunidad? ¿Tengo que dar las gracias?
¿En serio?
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Datos de google analytics para este post (visitas únicas):
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Día 29 de diciembre: 222.
Día 31 de diciembre: 90.
Día 1 de enero: 66.
Día 2 de enero: 72.
Día 3 de enero: 76.
¡Quiero mis 45o visitas!
Estoy en contra de la piratería, aunque me autoculpo de alguna canción que otra que he intercambiador para mi mp4, pero nunca cine y menos libros.
ResponderEliminarPero tampoco estoy de acuerdo que el creador quiera conseguir un capitalazo para él (esto es lo de menos) y para tres o cuatro generaciones de su descendencia.
Busco "Así de loco te puedes volver sin éxito", espero conseguirla antes del fin.
Saludos y feliz años.
Está muy bien el post, aunque no esté de acuerdo. Y lo que menos entiendo es esta frase: "La verdad desoladora es esta: todo el mundo ve las mismas páginas en Internet, lee las mismas noticias, visiona los mismos vídeos, las mismas series de televisión". Por qué es una verdad "desoladora"? Por qué prefieres que no veamos todos lo mismo? En qué se traduciría lo contrario? En qué mejoraría el mundo lo contrario? A casi todos nos gusta comer espaguetti? EN qué mejoraría el mundo que esto no fuera así? Es que alguien te impide navegar hasta la página web de un indio apache al que casi nadie visite, por ejemplo? Qué quieres? Obligarnos a ver cada uno una página web distinta? Anque, en general, argumentas muy bien, me da la impresión de que a veces te decantas por los clichés y sueltas cosas que quedan muy bien pero que realmente no significan demasiado o no están bien explicadas, y que son frases brillantes para alcanzar una posición pero no para criticar realmente. Perdona, escribo fatal, pero espero haberme hecho entender respetuosamente. Un saludo
ResponderEliminar¡Muy bien! Estoy bastante de acuerdo con tu diagnóstico. Creo que entusiasmos como el que mencionas del artículo de Varela son casi típicos de ‘conversos’ modernillos o recién llegados (o empecinados instalados) que quieren demostrar que están en la onda. Contra lo que creen esos culos gordos (de tanto estar sentados ante el portátil) creo que el mundo se hace más grande en cuanto te desenchufas y sales por ahí, o coges un libro, o al perro y te vas de paseo, o de putas (yo no pago, pero conocer de alguna forma conocen gente los puteros). Conocimiento es tocar y follar, como cuando se dice “conoció varón”, es andar y observar, es leer sin prisas, es equivocarse y…hala ¡reconocerlo! O sea, discutir de verdad. Oír al otro, es saber dónde están los sistemas de información relevantes, los libros que hay que leer, lo que hay qué conocer y, sobre todo, lo que da igual conocer o no.
ResponderEliminarIncluso puede, no sé, que en algunos aspectos yo vaya más lejos que tú, porque considero que eso que se llama “navegar” por Internet es, en promedio, una solemne pérdida de tiempo, un ejercicio de autismo y de onanismo sin correrse.
Lo más grave sin embargo es que los administradores públicos y los políticos equiparen Libertad con la Red, así, de forma tan simplona, y hagan masa indistinta con usuarios y negociantes (webs), y el resto que lo oye dice amén, aunque sea para contradecirlos.
Y esta no es una sociedad del conocimiento, al contrario, cada vez usamos más cosas sin conocerlas a fondo. Es una sociedad del despilfarro, de consumo como dijo aquel, de los grandes desequilibrios (norte-sur, pobres-ricos) y del entontecimiento general (del espectáculo: Debord), pero ¿del conocimiento? ¿Quién? ¿Los becarios de investigación que andan por ahí viviendo con salarios precarios? Cada día sale una etiqueta más gilipollas que la anterior.
Por ponerte un ejemplo: es como si, después de una dictadura en la que sólo se pudiera viajar a Roma, viniera una democracia que dijera que puedes viajar donde quieras, y todo el mundo viajara a Roma, y los gobernantes dijeran: todo el mundo viaja y lo hace adonde quiere. A Roma.
ResponderEliminarRoma es control, considero.
Así de loco te puedes volver está agotado, Jesús. Y como le digo a mucha gente: no merece tanto la pena. Aunque quién soy yo para evaluarme a mí.
ResponderEliminarGracias por tu interés.
Es la revancha de los novatos, ni más ni menos. Todo son revanchas ahora: los brutos en la tele, etc.
ResponderEliminarLa última será la de los escritores, y con ella el Apocalipsis. (El system se vencerá a sí mismo).
D.
Estoy básicamente de acuerdo con el post. Pero hay un detalle positivo de internet que convendría resaltar. Se está convirtiendo en un medio universalmente accesible...
ResponderEliminarEs cierto que al final el contenido no es muy novedoso en el 99% de los casos, pero por lo menos hace accesible dicho contenido.
Hace años en un pueblo remoto era difícil acceder a cierta música, libros o contenidos en general. Esa barrera con internet se ha acortado inmensamente. Y más se acortará en un futuro cuando muchos países en desarrollo puedan acceder a internet gracias a tecnologías móviles.
Algo positivo sí que ha traído internet en mi opinión ;-)
Roma es control: queda muy bonito eso. Y, claro, es cierto: alguien nos controla: nuestro jefe, el presidente del banco de Santander, la novia, supongo, pero dicho como tu, así, sin más, suena a crítica demoledora y no es más que un "aquí estoy yo, mirad cómo molo". Me parece que esa clase de descripción paranoica de la realidad, tan común en nuestros días, sin proporcionar nombres ni dar ejemplos es tocar el tambor para que se sepa que estás, y no para denunciar algo. Siempre hay alguien que nos controla, siempre lo habrá, es una obviedad. Hasta Durruti, el anarquista, controlaba a sus milicianos.
ResponderEliminarY luego: tu visitas las mismas páginas que tus amigos, pero eso no significa que todo el mundo vea las mismas páginas que tú y tus 200 amigos. Tu respondes a un perfil determinado: treinteañero, cultureta, urbano etc. Estás tan seguro de que un fresador tornero de 60 años de barakaldo visita los mismos blogs literarios que tú?
Si de algo sirven los blogs y demás formas de comunicación enmascarada es para corroborar que el ser humano es en general bastante mediocre, cosa que ya se se intuía. Eso y que además no tiene ningún tipo de espíritu crítico. He dicho.
ResponderEliminarEn cuanto a la era de la información y eso, a mi parecer, de tanto hablar aburre. Ya decidirán dentro de 100 años qué es lo que nos pasa, en los libros de historia.
Muy interesante, pero el caso es que usted seguirá con su blog abierto, y editando libros con fragmentos sacados de páginas de internet, de blogs, etc. Inteligente, pero no coherente. Y si se lo digo, seguramente me responderá con 1 de esas boutades tipo: “La coherencia está sobrevalorada”.
ResponderEliminarGracias por cambiar el color del fondo y de las letras del blog.
En primer lugar, estoy bastante de acuerdo con lo que dices. Si recuerdas, claro que no tienes por qué, en la última edición del Hay Festival de Segovia, pregunté, te pregunté por el sentido que utilidad tiene un blog para un escritor. Si no recuerdo mal comentaste que el de darse a conocer.
ResponderEliminarTal y como dices, al final no es más lo que te das a conocer, salbo que te lo curres mucho y dispongas de una buena plataforma donde te publiciten y, automáticamente, te utilicen de algún modo.
Cuando se va de francotirador, como nosotros, da igual. Esto sigue siendo tan selvático como el propio mundo.
Está bien esta de desacralizar la moda de subir a los altares a internet. Está bien eso de saber que uno entra en un juego que se diferencia en muy poco al mundo real.
Es verdad que se consiguen ciertas cosas, te conocen personas que de otro modo no te hubieran conocido o accedes a personas a las que de otro modo es complicado acceder. Aunque sea un número reducido, extiste.
Pero a la postre, internet es un reflejo de la realidad que nos circunda, y la mayoría de las veces con muchas desventajas. Quizá la única es la inmediatez y que de algún modo perdura.
Un saludo respetuoso y perdona mi falta de originalidad: feliz 2010
Lúcido.
ResponderEliminarAbría Roth un libro con una cita de Cummings:
"hay cierta mierda que no voy a tragar"
Ahora, muy lúcido.
Mimbre, no sé, pero si citar a Juan Varela y poner como ejemplo la compra de contenidos de Twitter por google no es "dar nombres" ni "poner ejemplos concretos", ¡pues tú me dirás!
ResponderEliminarMe resulta algo absurdo volver a decir lo que ya digo, pero venga: Internet se nos vende como la Gran Libertad Nunca Antes Vista. Si fuera así, ¿no tendría algo que cambiar? Pero no cambia nada: todo sigue igual. Esa es la tesis: no es más.
El tornero X no lee los mismos blogs que yo, como tampoco ve los mismos programas de Tv, etc. El problema es que el tornero X usa internet exactamente para lo mismo que lo usa el fresador X que ve el mismo programa de tv que él y que compra el mismo periódico, etc. Internet, se me ocurre, ensancha el sistema, no lo revoluciona.
gracias.
..
No tiene nada de incoherente lo que comentas, Adrián. Además, si le echas un vistazo a mi libro (en la biblioteca, por favor) verás que no saco gurús de los blogs, ni blogs famosos, ni siquiera mi propio blog, sino blogs desconocidísimos que yo creo que aportan algo de "voz" a la red.
..
Feliz año, Amando. En el Hay Festival de Segovia dije muchas tonterías, la verdad.
..
Gracias a los demás por comentar para darme la razón. (Risas)
A mí me parece muy incoherente, pero como las discusiones no sirven para nada, dejémoslo aquí.
ResponderEliminarHola Alberto,
ResponderEliminarno sé si lo habrás leído, pero el día de Nochebuena salió este artículo de Javier Calvo en la sección Cuarta Página de El País: http://www.elpais.com/articulo/opinion/libro/universal/elpepiopi/20091224elpepiopi_11/Tes
Se trata de otro ejemplo de optimismo desbordado sobre la "cultura libre" y el papel de Internet para la difusión de la literatura. en el que no se cuestiona a Amazon ni a Sony (de hecho, se muestra bastante complacido de que sus ventas hayan aumentado) pero sí al escritor, que debe (y digo "debe" porque la supuesta libertad de Internet no se elige, sino que se impone a todo aquel que pretenda, aunque sea mínimamente, existir) convertirse en una especie de empresario-hombre orquesta para que poder ofrecer sus libros gratis (que es "lo deseable") y vivir de "performances" (más que lecturas, ¿quién va a pagar por escuchar leer a todos los autores que le gustan?) en festivales, bibliotecas...
No es mal futuro, no señor. Internet nos redimirá y nos traerá una libertad como nunca antes hemos conocido. La libertad para ser únicos (es curioso que hoy, cuando todos hacemos lo mismo, leemos lo mismo y hasta tenemos las mismas sensaciones en el mismo momento de la película, todo se venda para individuos especiales), la libertad para trabajar gratis, la libertad para relacionarte a través de Facebook o Second Life. Quieras o no, vas a ser libre.
Igual me he ido un poco del tema con tanto paréntesis. Resumiendo, quería decir que estoy de acuerdo con tu post y que este entusiasmo reinante acojona bastante.
Hola, David. He borrado mi anterior respuesta a tu comentario porque no había leído el artículo de Javier Calvo en El país y sólo conocía su contenido por referencias similares a la tuya: básicamente, que se adscribía a la corriente autodenominada "cultura libre".
ResponderEliminarEl caso es que al final lo he leído y estoy bastante de acuerdo con el 80% de su contenido, salvedad hecha de la parte en la que vislumbra un futuro del autor como su propio empresario, asunto este con el que no puedo estar más en desacuerdo.
Por lo demás, me ha gustado mucho tu comentario.
Finalmente, se me ocurre otro tema a debate (al hilo, precisamente, de que Javier Calvo traduce muchos libros): ¿qué pasará con las traducciones? ¿Las harán gratis?
Después de leer este post, como trabajador de internet (qué parecido suena a "trabajador del sexo") me doy asco a mí mismo, porque mucho tiempo he estado creyéndome todo este cuento, la verdad. Pero sí, la web cada vez me parece un lugar más repugnante, que hiede a mediocridad y conformismo. Me dan ganas de dejarlo e irme a trabajar al Wal Mart. O a su equivalente cañí, el Mercadona.
ResponderEliminarPD: he intentado contribuir a tus visitas con esto:
http://meneame.net/story/la-gran-estafa-de-internet
No sé si será contraproducente, pero la intención era buena.
Hola,
ResponderEliminarlo que quería destacar no eran tanto las soluciones que describe Javier Calvo (la primera insostenible y destinada a desaparecer: el modelo comercial tradicional que las editoriales intentan proyectar sobre el nuevo mercado; la segunda, utópica, bastante discutible -supongo que sus traducciones también habría que descargarlas pagando un módico precio, ¿pero más que por la novela en su lengua original?-), como el problema de que Internet se perciba como algo "que no hay quien pare" y, por tanto, todo lo que se comenta bajo la etiqueta de "descripción" del momento que vivimos -nuevas formas de comunicarse, de leer, de pensar y, por supuesto, de escribir- adquiera la categoría de preceptos -en este caso, literarios- que se vuelven más rígidos que cualquier arte poética que haya existido nunca. La cuestión es: "debes escribir como yo digo porque me limito a ser contemporáneo y coherente con el tiempo actual". Por tanto, la única solución posible es la segunda.
Pero ampararse en el hecho de que una situación sea imparable para ofrecer tu opinión como indiscutible es hacer trampa (por otra parte, la discutimos, aunque no sé qué utilidad o validez tiene hacerlo)
Creo que esto me está llevando demasiado lejos, ya paro.
Este condenado debate está por todas partes. En cualquier caso, si alguien tiene la fórmula mágica para solucionar todo esto, que la suelte.
Yo qué sé. Lo mismo tampoco es importante.
Un saludo, y gracias
Hay muchos tipos de literatura válida y de calidad, uno de ellas habla del iphone, otros muchos no: creo que en eso estoy de acuerdo contigo.
ResponderEliminarAdemás, el rock siempre vuelve, así que no hay por qué preocuparse.
Saludos, lee Tom Jones para saber lo que es moderno de verdad.
Gracias, Rubén. Como en los viejos tiempos.
ResponderEliminarotro post de blog que no debí leer!
ResponderEliminarBastante crítica su postura frente a lo que hace el internet hoy en día. Si bien sabemos que frente a cualquier acción de cualquier tipo el bienestar del individuo va a estar por delante. Seguramente roban ideas, las venden, las usan y no se nos notifica, lastimosamente esto no es nuevo; como lo novedoso que es el internet. Así que si no quieres estar en la web nadie te está obligando a escribir "http://".
ResponderEliminarTodo depende de nuestro propio criterio.
...Joder, Alberto, esta frase es demasiado fuerte: "casi nadie tiene nada que decir"...
ResponderEliminar...Creo que has dado de lleno en el blanco, aun así creo que es demasiado cruel...
...Un abrazo...
Comparto la idea de que las empresas privadas de internet buscan el lucro y no nuestra felicidad. Eso lo tendríamos que tener siempre en cuenta cuando nos engatusen con atractivos servicios. También estoy de acuerdo en la poca importancia que damos al poder de estas mientras somos críticos y duros con el gobierno. Hasta ahí bien. Pero creo que internet amplia el derecho a la libertad de expresión y a la información. Tanto la del blogger medio al que leen 50 colegas como la del periodista, novelista o político talentoso, transgresor o independiente que en otras condiciones no encontraría su hueco en los medios convencionales.
ResponderEliminarPerdona si me repito, pero no he leído todos los comentarios.
Un saludo, me ha parecido muy interesante este artículo.
Y yo que creí que no te gustaba contar cosas... O es que tratas, a través de este cruel recuento de visitantes, retratar la puerilidad de los que aquí te leemos?
ResponderEliminarAunque quizá tenga más que ver con cuestiones de índole vanidosa. En ese caso estaría bien, porque la vanidad es una cosa humana muy bonita.
Yo me acerco a tu página desde el trabajo o cuando me aburro. Y es lo que creo que hace la gran mayoría de gente, usar internet para navegar por el estupor. En todo caso, mejor aburrirse aquí que en otro lado, que por lo menos ni que sea por roce se aprende algo.
¿Crees que por el hecho de ser elegido democráticamente el gobierno puede cerrar una web? ¿No crees que debe haber orden judicial?
ResponderEliminarMe sorprende.
Si alguien del Ministerio de Cultura lee El Estatus y considera que es plagio de X, ¿puede entonces ordenar su retirada de las librerías? ¿O tendrá que ser el juez?
David
No he dicho eso exactamente, aunque visto el plan, no me importaría decirlo.
ResponderEliminarDigo que me llama la atención que se cree tanto escándalo por el asunto gobierno-webs-juez y no por el hecho diario de que youtube o facebook censuren y cierren y borren a su antojo.
Espero que para apagar los incendios también haga falta orden de un juez, no sea que la piromanía sea libertad de expresión.
Es broma; un saludo, David.
Sí, Facebook, youtube, google... manejan mucha información que utilizan con fines crematísticos. No son los únicos: ¿tienes tarjeta de fidelización en el Carrefour? Si es así, Habrás vendido tu arma al diablo por un descuento en los yogures (de marca blanca, claro).
ResponderEliminarDavid.
Alberto,
ResponderEliminarestoy de acuerdo con algunas cosas que mencionas aquí (las mutaciones del mundo empresarial al cibermundo empresarial, por ejemplo). Pero quisiera hacerte la contra en otras. Yo acabo de llegar a tu blog. Hasta hace poco no se me había ocurrido leer blogs de escritores. Bueno, si Shakespeare estuviera vivo, probablemente habría buscado su blog. Yo sé muy poco de literatura contemporánea. Con esto quiero decir que no todo el mundo ve ni lee las mismas cosas. La uniformidad no es tan axfisiante como nos la pintas. Digo esto más por esperanzar que por criticar. De hecho, después de una maratón por blogspot, tengo ganas de leer tus novelas.
Te he descubierto por tu amigo de Neurosis Anónima. Aparte de Nietzsche y Wittgenstein, eres el único escritor al que estima.
Es curioso.
un abrazo.
Coñonauta.
Hola, (aquí tu nombre). Muchas gracias por tu comentario. No creo ser amigo de Mazerath, no por nada, sino porque no sé quién es, creo, etc.
ResponderEliminarIbarra versus Muñoz Molina.
ResponderEliminarNo me termina de convencer el de Úbeda. Ibarra es mucha verborrea pero dice verdades como puños.
Aquí la diatriba:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Parabola/Rodriguez/Ibarra/naranjas/elpepuopi/20100107elpepiopi_4/Tes
No sé, a mí me parece que Ibarra dice unas tonterías como una casa.
ResponderEliminarPor otro lado, debe ser la primera vez en la historia que surge un movimiento que trata de "anular" un derecho reconocido, en este caso, el derecho a la propiedad intelectual.
Espero que el siguiente en anularse sea el derecho a la propiedad privada.
La Standard Oil te aseguro yo que no. Desde 1911 no levanta cabeza
ResponderEliminarPero RY... Dame tiempo.
Feliz año
"casi nadie tiene nada que decir"
ResponderEliminary este blog es una perfecta muestra de ello.
Saludos.
Internet al igual que la democracia nos ha aportado una ilusión óptica de libertad. Puedes hacer, decir, publicar lo que quieras pero la cruda realidad es que no va a servir de nada o de muy poco. Al final cualquier atisbo de genialidad se disipa un maremagnun de contenidos insulsos. Llevas toda la razón. Los internautas justifican la libertad a copiar todo lo que les venga en gana porque creen que los creadores no merecen cobrar por sus obras, sin embargo nos les preocupa las fortunas que amasan las grandes operadoras de banda ancha a costa de los 40 euros como minimo que pagan religiosamente al mes y sin rechistar. Es una vergüenza, pero aqui los que mandan son Telefonica, Vodafone, Jazztel, Ono, etc etc.
ResponderEliminarUna imagen vale mas que mil palabras:
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/vineta/?d_date=20110114
Estoy de acuerdo en que esto no es la panacea, sin embargo yo no te conocía ya hora te estoy leyendo: algo nuevo, aunque sea ínfimo hay en mis costumbres. Eso es bueno desde mi punto de vista.
ResponderEliminarMás razón que un santo ¡¡¡
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