Me ha irritado hoy sumamente una noticia aparecida en la home del diario El País. Se refiere la "noticia" (vivimos en un mundo entre comillas) a un señor de San Diego, de 29 años, que ha alcanzado el éxito gracias a Twitter.
La fantasía informativa que se ha tragado El País es como sigue: X volvió a casa por fracasar (intentó el éxito en Los Ángeles) y se instaló con sus padres. El progenitor, septuagenario, era un hombre brusco y corrosivo, cuyas frases punzantes hacían las delicias de su hijo. X vio entonces la luz, y un mac, seguramente. Lo encendió, abrió una cuenta de Twitter y en ella fue colgando las frases "geniales" de su padre. La cuenta "espontáneamente" ha llegado a tener casi un millón de "seguidores". Ahora van a hacer un libro y una película.
La realidad conspiranoica que propongo es muy otra: Efectivamente, X no pudo salir adelante como GUIONISTA en Los Ángeles. Volvió a casa y, movido por una frase que su padre dijo un día, se le ocurrió crear un personaje, que sería su padre, y escribirle unas frases bastante malas, las verdad, típicas de teleserie de los 90. Seguidamente, comenzó el trabajo duro: marketing himself. Consecuencia: el "éxito".
La función del periodismo, a diferencia de la de Hollywood, no es ofrecer a la gente "sueños"; es ofrecerles la verdad. En esta noticia, El País fabrica un sueño, en una muestra de candidez profesional que me resulta intolerable. Ni una sola vez se llama la atención sobre el hecho de que todo pueda ser una farsa. Parece que los niños perdidos en globos, que no estaban perdidos, pero que toda la prensa MUNDIAL sacó para nuestro absurdo deleite, no han enseñado nada a los profesionales de los medios, que siguen dando pábulo a cualquier historia con mordiente que les llega a las redacciones.
Sospechoso es que mister X trabajara de guionista en Los Ángeles; sospechoso, que Kevin Smith sea su fan; muy sospechoso que mister X afirme "Lo activé creyendo que no lo miraría nadie, y una mañana me desperté y tenía 10.000 seguidores". Sospechoso, mucho, que su padre diera su consentimiento a cambio de "no conceder entrevistas" ni recibir "los beneficios".
Mister X lo tiene todo pensado, considero.
Hay dos aspectos que me interesan de esta fantainformación, como debería llamarse al nuevo género periodístico de los niños perdidos en sus globos. Uno se refiere a cómo los medios siguen apostando por el sistema mediante el relato continuado de cuentos de Cenicientas. Se da a entender que, en este mundo, "pasan cosas bonitas", puras, tiernas, absolutamente humanas, y que se ven planetariamente reconocidas de manera espontánea: se evita así reconocer que todo es control.
La otra se refiere al mundo literario. Desde que determinada escuela de crítica consideró fundamental para la lectura de un libro el conocimiento de la intimidad de su autor, ha proliferado mucho más la calidad de la intimidad del autor que la calidad de los libros. Antoni Casas Ros, Rubén Gallego o James Frey son ejemplos disímiles. Uno, desfigurado en un accidente; otro, criado en orfanatos rusos; otro, loco de atar en una clínica por culpa de las drogas y el alcohol. Todos han recibido la atención de los medios porque lo que contaban en sus libros era "real". Sin embargo, Frey vio investigada su vida, y en la medida en la que lo que contaba no era real al cien por cien, la sensación de sus lectores y de sus avalistas fue la de haber sido estafados.
No deja de ser simpático, también, la posibilidad que en un mundo como en el que vivimos (sociedad del espectáculo) tiene un creador de crearse a sí mismo, de ser su mejor obra, dejando su "obra real" como un mero satélite que le da las vueltas. Muchos encontrarán deliciosamente postmoderna esta idea: estar en casa, no pintando o escribiendo, sino diseñando al que pinta o escribe, y luego pintando y escribiendo (con menor esmero), para resultar en un producto con artista peculiar incorporado.
Sin embargo, me pregunto si no podría uno escribir una novela sobre maltrato de género, y luego encontrar una amiga con poca vergüenza que acepte representar el papel de: mujer maltratada que ha escrito una novela "real" sobre su experiencia, y luego venderla a una editorial mayor e iniciar un marketing ourselves soterrado, para acabar en el "éxito".
Me pregunto qué diría eso de nosotros.
En cuanto el punto de mira se aleja del producto cultural, y se fija en su autor, que a su vez es un producto cultural, pero no reconocido, se produce el efecto pernicioso de estos tiempos tan interesantes que vivimos: reconocimientos para creadores en virtud de lo que son, y no de lo que crean.
Así las cosas, el siguiente paso es que determinados artistas dejen de crear, sin dejar por ello de ser "artistas", lo que sería muy de agradecer.
Creo que es "pábulo", con b, creador.
ResponderEliminarYa. Gracias por leer hasta ahí.
ResponderEliminarA mi modo de ver, ya sé que en esto no soy nada, el problema está en la credulidad de los lectores, espectadores, observadores destinatarios, en fin, los consumidores que entran en el juego.
ResponderEliminarNos lo creemos todo, pero en realidad no sabemos nada.
Me parece que tiene más mérito que sea todo inventado y no que las diga el padre.
ResponderEliminarCreo que es una buena idea. No sé si posmoderna o no, pero se nutre de una experiencia personal para crear un personaje. Eso lo hacen todos los escritores continuamente.
Sería mejor aún si siguiera viviendo en L.A., si ni siquiera hubiera regrasado a casa de los padres y esa parte también se la hubiera inventado.
Mis dudas son:
1) ¿por qué tienen éxito esas frases?
2) ¿Por qué lo recoge El País y lo pone en portada?
Acojonante El estatus, acojonante.
David.
No, lo mejor está en la última frase.
ResponderEliminarMuy interesante lo que dices. Hay una especie de falsa nostalgia por historias "como las de antes", que favorece la invención y el fraude, si con ello logra el encantamiento. Desconocía el artículo que te ha irritado, aunque ese tipo de iniciativas, en Estados Unidos no escasean, como La Million Dollar Webpage, en la que su dueño vendía píxels.
ResponderEliminarLo de Frey es menos importante que el descrédito de la ficción que supone. Valorar algo porque se considera "real" no da calidad a nada, pero sí predispone (en muchos casos, por lo que parece)a cierto grado de atención que de otra manera el autor por sí solo no habría conseguido. Que tras A Million Little Pieces, James Frey insistiera con un segundo "memoir", My Friend Leonard, y que finalmente haya conseguido publicar su novela ambientada en L.A., traducida al castellano y publicada por Mondadori, no deja de sorprender, a pesar de todo. Incluso el auténtico fracaso es transformado en una historia de caída y redención arquetípica ¡y le funciona!Los libros, por supuesto son lo menos importante.
En general prefiero no saber demasiado de los autores, quizás sin llegar al nivel de F.M., pero mejor eso que tener la sensación de poder prescindir de una lectura, dado el martilleo de la presencia del autor al margen de las páginas de sus libros. Un saludo.
Lo de "(...)una novela sobre maltrato de género, y luego encontrar una amiga con poca vergüenza que acepte representar el papel (...)" ya más o menos existió ¿no? con JT LeRoy. Besos.
ResponderEliminarSi que es lamentable.
ResponderEliminarEl mensaje de los cuentos Cenicienta es genial para que todos nos creamos que la decisión está en nuestras manos y que podemos conseguir lo que queramos, que las barreras no existen porque cada día hay algún tipo en San Diego que va y se las salta. Operación Triunfo. Fama a Bailar, etc... Todos necesitamos pensar que se puede conseguir, y los medios nos alientan a ello, pero al hacerlo, claro, también nos indican qué es lo que queremos y debemos intentar conseguir: ser famosos, y no hacer buenas obras.
Acompañando estas noticias, miles de productos con eslóganes como Impossible is nothing, que vienen a decirte que si compras sus zapatillas o sus chapas de colores te estarás acercando a ese supuesto gran salto.
Para los que fracasan (la gran mayoría), y por tanto se deprimen, el sistema ofrece una ingente cantidad de títulos de autoayuda que enseñarán a esos desgraciados (desgraciados producidos por esta campaña de: Just do it) el camino a la felicidad del: Conténtate con lo que tienes y No ambiciones (nueva campaña, contradictoria con la anterior, auspiciada igualmente por los medios, que nunca pierden la ocasión de mentar al último título de Coelho), y que permitirá a la gente seguir yendo a la oficina a pesar de haber perdido, en vez de, por ejemplo, romper una cristalera o ir a quemar las tiendas de Nike.
Los medios, cuando eligen promocionar a un artista con sus "noticias", está claro que recurren antes a las rarezas intimistas del autor que a la obra, porque el autor, a diferencia de la obra, ofrece una imagen que desde luego vende más que, por ejemplo en el caso de los escritores, un texto.
Al final, todo el mundo sabe que tal escritor se drogaba, pero nadie se lo lee. Lo que sí hacen es comprarlo y regalárselo a todos sus familiares.
Los periódicos hace tiempo que dejaron de ofrecer verdades. Ahora venden zapatillas.
Y no sucede sólo con las obras de los artistas. Ahí tenemos a Chávez en la tele cada vez que sale cantando o sujetando un fusil y no cuando promulga tal o cual ley.
Ay, pero luego están esos artistas de la estirpe de Midas, que no pueden parar de crear.
ResponderEliminarHe buscado y he visto que el título del post es una frase china, que me imagino que es como la española "pleitos tengas y los ganes".
Me ha gustado mucho el post, lo digo un opco así bastamente porque luego sólo se comenta lo tangencial.
JT Leroy era una puta mierda que daba vergüenza ajena.
ResponderEliminarMe parece que ayer fue el último día, pero no podría asegurarlo. Tendría que mirar en la guantera de mi coche, y ni siquiera tengo coche, y además nunca llevo guantes, pero son detalles sin importancia.
ResponderEliminaraplausos muchos
ResponderEliminarEs como el síndrome Van Gogh, no? bueno, yo lo llamo así aunque su figura ya nos quede muy decimonónica. Pero es eso. Si al final resulta que Van Gogh no estaba tan loco, sino que era un artista puntilloso y obsesivo [cualidades] y no se cortó toda la oreja sino sólo un trocito, baja el número de espectadores de los girasoles en la National Gallery.
Tiene su punto fascinante la construcción virtual de personajes. Pero no únicamente de personajillos del marketing yourself ese que le llamas. Tiene que existir belleza, no vale que digamos: yo, que tan guapo soy. Tiene que haber demencia, no vale la pose de ojos inyectados en sangre. Es demasiado fácil. Es demasiado fácil posar de algo. Los mecanismos del artisteo YA se conocen. Ya se sabe que ser camaleónico, polifacético [socorro], polémico y transgresor [auxilio], perseguido, tarado, invertido, superviviente, raro, caníbal o relaciones públicas vende. Además de la construcción de la farsa, tiene que existir una farsa con talento previa.
Or something.
No podía dormir.
Está chulo el personaje indignado éste que te has creado.
ResponderEliminarEn las Escuelas de Escritura "también" dan esperanzas a gente sin pizca de talento y les hacen creer que lo que escriben es, de alguna manera, bueno. "Dar esperanzas" deberia estar prohibido, no hace bien a la sociedad ni a la gente. Todos esos profesores que te dicen cosas como 99% de transpiracion y 1% de inspiracion, cuando saben de sobra que nunca escribirás nada decente, deberian dedicarse a dar clases de conducir o irse al infierno. A ver, quien tenga algo que decir que lo diga, porque quien tenga algo "de verdad" que decir lo dirá, pero si piensa en el puto dinero y en la fama entonces no dira más que basura. El artista es una persona con una incapacidad manifiesta para adaptarse a la realidad. Es un tipo infeliz y permanentemente insatisfecho. Yo no sé donde está "lo guay".
ResponderEliminarY ahora, refiriéndome a lo que te ha indignado del artículo, pues sí, claro, vaya mierda de periodismo es este. Vaya absoluta mierda. Pero me extraña que te indigne. Es lo que vemos todos los dias.
Y al primer anónimo de allà arriba, el del "pábulo", a ese campeón: "Descubrir pequeños errores es una actividad de cabezas mediocres. Las cabezas dotadas no hablan de pequeños errores..."
G.Th. Lichtenberg.
País de "listos". Me tocan los cojones más que a ti Hikikomori, que no te conozco de absolutamente nada.
Me gustan más las citas de Lichtenberg que su libro.
ResponderEliminarPerdona que me marquetineé himself pero hará unos días y a raíz del globo volador que inflado estaba y cayéndose quedó, publiqué esta cita de Kenneth Rexroth en mi blog (marqueting himselfiano) -estoy dispuesto a enviarte el libro si así lo necesitaras y me lo pidieras (no bromas)-:
ResponderEliminarAlucinación publicitaria
Que os aproveche.
¿Le has enviado la nota al País? No, que te fichan...
Señor Olmos, ¿ha leído ya "Testo yonqui"? ¿Qué le pareció?
ResponderEliminar"El artista es una persona con una incapacidad manifiesta para adaptarse a la realidad. Es un tipo infeliz y permanentemente insatisfecho. Yo no sé donde está "lo guay"."
ResponderEliminarJa, ja, ja. Me descojono. QUé buen concepto tiene Emma de sí misma!!!
Paco Peres
La función del periodismo ha desaparecido hasta convertir este oficio en una caricatura grotesca. No hay más que ver el reciente caso de que llevas a tu niña accidentada al hospital y a la mañana siguiente eres un pederasta asesino en todos los telediarios.
ResponderEliminarEl marketing yourself, estoy harta de ver a patanes haciéndolo ( y no solo en círculos "artisticos") y lamentablemente funciona
Un beso
Función del periodismo, función del periodismo...
ResponderEliminar¿Por qué tiene que tener todo función, joder?
Y si las cosas no funcionan y no sirven para tener función, ¿qué sucede?
La única función del periodismo es dar de comer a tipos y tiparracas que se deleitan consumiéndose delante de un ordenador trazando paralelas a la realidad. O tangentes, como sucede con el caso ceniciento y waltdisneyano que nos trae hoy el hombre encerrado.
El periodismo no tiene función.
El periodismo de hoy, y el que fue hecho ayer y que no se hará mañana se inclina y se deja encular por el poder.
¿O no?
¿Dónde está el periodismo que no se inclina?
¡Ah! Misterio chino...
Chapeau. Mola todo. Y eso que no escuchas a Juan Ramón Lucas por las mañanas, porque es para destrozar la radio.
ResponderEliminarLeer el mundo blog, bastante bueno
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