viernes, 18 de diciembre de 2009

Género y práctica: el cuento y la novela

Me ha resultado muy sugerente, dentro de su amargura, la despedida definitiva del blog Masacre en los jardines, bitácora especializada en el género del cuento. Esta despedida no tiene desperdicio, como suele decirse, y me apetece comentarla, para luego tratar de llegar a algún tipo de pensamiento útil sobre dos géneros literarios siempre a la gresca: el cuento y la novela.

Lo más punky del último post de Masacre en los jardines está en la idea de que, creyendo ellos que favorecían el género del cuento, se han sentido de pronto compinches involuntarios de algunos autores (no se citan) que practican el relato breve de manera (a su juicio) desmañada y pedestre. El clima general que desde, no sé, cinco años atrás, se ha creado en los medios de comunicación>sección Cultura>sección Entrevistas a Escritores>tópico: el cuento NO es un género menor, ha contribuido, entre otras cosas, a dar carta de calidad a numerosos textos mediocres que ahora pueden ampararse bajo ese manto de inmunidad literaria que parece haber caído sobre cualquier pieza breve. Masacre en los jardines, entiendo, ha visto como su buena fe, su auténtica creencia en el género del cuento, se ha diluido en una corriente acrítica de interesados, interesadísimos, arribistas mediáticos, lo que les ha hecho sentir que su labor, no sólo caía en saco roto, sino en bolsillos ajenos.

También me ha revuelto el alma leer en esta despedida el miedo. Lo dicen claramente: habían llegado a una situación de popularidad e influencia dentro de la cual negar calidad a un título recién publicado llevaba aparejado enemistades feroces e inmediatas, circunstancia no sólo incómoda, sino muy contraproducente si, como parece el caso, entre los editores del blog hay autores publicados o por publicar, escritores, en definitiva, que, como todos, necesitan llevarse-bien-con-el-mayor-número-posible-de-personas-del-mundillo.

Finalmente, el "fenómeno blog" ve en este post terminal la enunciación de una denuncia necesaria: la existencia de blogs literarios cuyo único fin es recibir libros gratis, la facilidad con la que ese óbolo de papel genera buenas críticas hacia un libro o sello, y la desvengozada coba que desde una bitácora puede hacerse a un editor para que, a posteriori, vea con buenos ojos el manuscrito que uno le envía.

Ojalá vivas tiempos interesantes.

El motivo de que escriba este texto es paradójico: no soy un defensor del cuento o relato, y, si hablara sin pensar, a humo de pajas, al albor de unas copas, diría, por abreviar, sí, eso: el cuento es un género menor. Cuál no ha sido mi sorpresa cuando en esta despedida, despedida de unos fanáticos del relato, he sentido que estaba de acuerdo con ellos, o ellos conmigo.

Hace tiempo acuñé y pensé, no creo haberla pronunciado nunca, esta jaculatoria: Los principales enemigos del cuento son los que los escriben.

Efectivamente, si a mí, y a muchos (y al público "en general") los cuentos nos parecen mucho menos interesantes que las novelas, se debe, como es casi de cajón, a que los cuentos que hemos leído no nos han gustado, o nos han dejado insatisfechos. Por un lado, tenemos la quizá bienintencionada pero, a la postre, nociva tendencia de los suplementos y revistas literarios de invitar a algunos autores, no siempre (de hecho: casi nunca) cuentistas, a que escriban un relato realmente breve, en un par de días, para un especial de Navidad, o contra el tabaco, o sobre el tema que se le haya ocurrido al redactor jefe. Estos cuentos, sin excepciones, son espantosos. Son de encargo, son raudos, son serviles: el resultado es relleno de suplemento, y descrédito del relato.

Así sucede también con las "antologías" de cuentos: se encargan, muchas veces a novelistas, y, entre las prisas y el desinterés de los propios autores, se acrecienta, de nuevo, el descrédito.

Por no hablar de "los libros de mantenimiento": autores de novela que, para seguir en el candelero mientras fraguan su siguiente obra, sacan unos cuentos, muchas veces conseguidos tras un rastreo polvoriento entre cosas que escribieron hace veinte años, y que no publicarían si no tuvieran necesidad de publicar algo. Resultado: más descrédito.

Finalmente, los libros de cuentos de cuentistas actuales. No todos van a ser Raymond Carver, por lo que, en esa falta de calidad supina, también contribuyen, menos pero lo hacen, a que lectores y discriminadores del cuento (como el que esto escribe) rehúyan de su lectura y de su práctica.

Si admitimos, como es mi caso, que NO LEER es, no sólo legítimo, sino perfectamente compatible con todas las virtudes posibles en un ser humano (inteligencia, amplitud de miras, incluso cultura) no podemos dejar sin legitimidad modos de lectura limitada, como podrían ser: no leer novela negra, no leer nada de la editorial Lengua de trapo; no leer poesía; no leer libros traducidos; no leer novelas publicadas después de 1950; no leer novelas del siglo XVIII; y, por supuesto, no leer cuentos.

Yo casi no leo cuentos, y sólo los escribo por encargo. Sin embargo, creo que hay algunas ideas relativas al cuento frente a la novela que no son discutibles, que no dependen de tu posicionamiento o conocimiento del cuento, y que pueden conducir a reflexiones y enunciados sí discutibles, pero, al menos, realistas.

La ideas no discutibles sobre el cuento y la novela son las siguientes:

1. Un cuento es más fácil de escribir que una novela.
2. Cualquiera puede escribir un cuento; no cualquiera puede escribir una novela.
3. El cuento puede leerse y escribirse de un tirón; una novela no puede escribirse ni leerse de un tirón.
4. Muchos autores empiezan escribiendo cuentos y pasan a la novela; pocos (no conozco ninguno) siguen la trayectoria inversa.
5. Las novelas pueden expurgarse hasta producir un cuento.
y6. La suma de cuentos no equivale a una novela.

1. Cuando digo "facil" no hablo en ningún caso de calidad; hablo de ejecución. Cualquier persona alfabetizada puede escribir, con mayor o menor esfuerzo, 10 páginas. Aunque sean malas, incluso horribles, son; y puestas ya en el plano ontológico, pueden "ser un cuento". No es tan fácil en la novela. El problema, genial, tierno, de la novela es que tienes que escribirla, que da igual lo listo que seas, la cultura que atesores y las páginas del diccionario que domines: para que la novela exista tienes que estar sentado solo ante un teclado durante 500 horas. Sin eso, la novela, tu novela, no existe; y no puede llamarse novela a algo que no existe.

2. De esta circunstancia puramente fabril proceden, a mi juicio, muchas de las perversiones que aquejan al cuento: que es más tentador ser mediocre con un cuento, por ejemplo. Porque el mal trago de verse mediocre pasa en una tarde, mientras que nadie quiere verse mediocre durante los 4 o 12 meses que se tarda en escribir una novela. Por lo tanto, hay una criba natural contra las malas novelas, dado que uno no avanza en su propio libro si no le agrada un poco: el cuento es malo cuando lo terminas, la novela es mala mientras la terminas, por lo que hay más cuentos malos que novelas malas, dado que casi todas las novelas malas, gracias a Dios, están sin acabar.

3. La literatura, en cierto sentido, enfrenta el tiempo de escribir con el tiempo de leer, siendo este último siempre mucho más breve. Sin embargo, dentro del tiempo de leer, aunque es pequeño, cabe el tiempo de escribir: en tres días lees el trabajo de tres años, por ejemplo. De este hecho, también indiscutible, procede, a mi juicio, el valor mayor que le damos algunos a la novela: la novela nos acompaña durante varios días, o durante un día entero, mientras que el cuento es una inyección puntual, al margen de nuestra vida. Así, una novela que lees entre horas de trabajo y horas de trabajo, entre viajes en Metro y charlas telefónicas, consigue filtrarse en ti por varias grietas, manchada, distorsionada por tu vida y por la propia lectura fragmentaria (uno marca el punto de lectura; uno olvida quién era tal personaje; uno vuelve atrás, relee para enterarse de algo que, de pronto, suscita dudas; uno, en definitiva, trabaja la novela).

Del mismo modo, la escritura de una novela filtra la vida del escritor, porque le lleva tanto tiempo, y combate con ella tantos avatares (en mitad de la escritura de la novela, uno se casa, se divorcia, tiene un hijo, muere alguien, muere él mismo -nadie muere en mitad de la escritura de un cuento-, se enamora, se hace viejo...) que, lógicamente, no sólo por su extensión, sino por la variedad de emociones desde las que se escribe, consigue, incluso en la novela más plana, reflejar la complejidad de la vida, sus infinitas capas.

4. Sin embargo, casi todos los novelistas empiezan escribiendo cuentos. Esto se debe en gran medida a la necesidad del aspirante a escritor de foguearse con la palabra y la trama, con los diálogos, con un estilo u otro; con la lectura de sí mismo, también. Si entendemos que muchos cuentos no son sino un campo de pruebas, veremos, nuevamente, un motivo más para que este género esté lleno de no-creyentes y, por tanto, de piezas sin pasión ni respeto por sí mismas.

Hay una tendencia natural a abandonar el cuento en un momento dado y lanzarse a la novela. Una explicación podría ser esta: vanidad. Escribir una novela (y no digamos, verla publicada) se encuentra entre las metas más altas que un aspirante a escritor encuentra en su vocación. Y una vez escrita y publicada, la sensación de haber alcanzado cierto estatus (aunque sea ante uno mismo) impide muchas veces volver al cuento, como (y los ejemplos son tendenciosos: lo comentamos más abajo) como cuando uno emigra de la provincia a la gran ciudad, circunstancia en la cual volver al campo es siempre un fracaso.

También existen escritores que no salen del cuento. No es improbable que algunos de ellos perseveren en ese género por pasión inalienable hacia el relato breve, pero es más probable, a mi juicio, que la práctica algo obsesiva del cuento acabe inhabilitando para escribir novelas. Un consejo que doy alegremente es este: si quieres escribir novelas, no empieces con el cuento, empieza con novelas. No importa si no las acabas: empieza otra. Porque si te empeñas en hacer un buen cuento antes de intentarlo con la novela, te verás, en un momento dado, presa de la inseguridad que da no poder controlar 200 páginas, y te quedarás siempre en la distancia corta. Efectivamente, un cuento puede reescribirse cientos de veces sin un excesivo coste en tiempo e ilusión; un cuento puede controlarse íntegramente, perfeccionarse, incluso ser sometido a cambios mínimos y a la lectura y análisis de lo que esos cambios mínimos provocan en los lectores. Eso en la novela es imposible, y si el autor de cuentos que trata de novelar no supera la sensación habitual de la práctica de la narrativa extensa (esto es: no sé hacia dónde voy, no confío en las 34, 89, 178 páginas que ya llevo escritas, pero aún así y todo tengo que seguir) nunca podrá acabar una novela.

5. Cuando leo cuentos, sobre todo cuentos contemporáneos, muchas veces me he encontrado ante la sensación de no estar ante lo que yo, o mi yo lector inmanente, entiende por un cuento. Dado que este género también sufre los vaivenes de la experimentación, su morfología a día de hoy nada tiene que ver con el cuento contado al calor del fuego, con la narración de una historia cerrada o con la narración de una escena. Así, vemos cuentos que son retratos de un personaje, cuentos que son descripciones, cuentos líricos, piezas breves en suma que parecen partes de novelas que no existen.

Muchas veces, como digo, leo un cuento, y aunque me parezca interesante, no dejo de pensar que abriendo cualquier buena novela y dedicando un rato a la búsqueda, se podrían encontrar 3 o 13 páginas que, extraídas de su continuo narrativo, parecieran un relato independiente. Quizá por eso el cuento, o muchos cuentos, no gustan: hacen pensar que falta todo lo demás, que le falta el resto de la novela.

Un ejemplo, aprovechando que ahora existe el micro-relato. La siguiente pieza de Juan José Arreola se cuenta, al parecer, entre lo más elevado y citado y, supongo, imitado del (sub)género. Dice:


La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.
Me gusta. Pero, al mismo tiempo, no concedo a este texto un categoría muy diferente de la que puedo dar a una cita. Por ejemplo:


Me enterraron en tu misma sepultura y cupe muy bien en el hueco de tus brazos.
De Pedro Páramo, posiblemente, se pueden sacar 40 o 50 "micro-relatos", y 10 o 15 cuentos.

Excurso contra el micro-relato: considero que la fama actual, aunque ya menos feroz, del, así llamado, micro-relato supone una perversión de la literatura, una forma de ensanchar el club de los escritores, al parecer a base de personas muy perezosas. Escribir una frase, dos frases, tres frases, y dar por concluida una obra resulta, sí, un ingenioso atajo hacia la creación, pero no por ello consigue, al menos en mi caso, hacer pasar gato por liebre, dado que el, así llamado, micro-relato, no alcanza, casi nunca, la categoría de cita brillante, sino que se queda a la altura de los chistes, y ni siquiera de los chistes de Tip y Coll.

Volviendo a Arreola, podemos comprobar cómo su famoso "micro-relato", fácilmente, podría constituirse en parte de una novela. Por ejemplo, como su arranque:


La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones. Cuando estaba viva frecuentábamos casas y bares, cines, parques y rinconces románticos. Ahora esos lugares la echan de menos, porque este fantasma fatal sólo es manifiesta en mí, sin descanso.
O in media res:


Pedro me preguntó si tenía enamorada. Le dije que no. Le dije que la mujer que amé se había convertido en fantasma; que yo era el lugar de sus apariciones. Me sonrió. Dijo: ¿Y te da miedo? Contesté: No, los fantasmas nunca dan miedo, lo que da miedo es el escenario. Lo que me da miedo soy yo.
6. El proceso contrario es menos practicable. Por un lado, tenemos el hecho, creo que apreciable, de que muchos libros de cuentos buscan la unidad, esto es, reunir 10 cuentos que, en alguna medida, funcionen en su conjunto, apunten en la misma dirección o, al menos, no parezcan una antología de autores diversos. Este esfuerzo, amén de por motivos estéticos, procede también del intento del género breve de asemejarse a la novela en cuanto a su impacto en el lector. Claramente, uno disfruta más de un libro de cuentos de Borges o Cortázar porque se encuentra en el "universo" de Borges o de Cortázar, en un territorio particular. Sin embargo, la mayoría de los libros de cuentos no alcanzan a formar un universo, y resulta, en mi caso, siempre desalentador, cuando en un libro de relatos aparece el consabido relato de ciencia ficción, tentación al parecer en la que caen todos los cuentistas, que pocas veces nos libran en sus libros de leer una pieza con robots o mundos futuros, 2944 o más allá.

La suma de cuentos no equivale a una novela, no consigue lo que una novela, ese peso. Además, muchas novelas (también cuecen habas en el género), que se venden o etiquetan como tal, no lo son por cuanto se nota demasiado que se ha buscado una estructura que permita contar varias historias independientes. En esa condición molecular está el problema del cuento para elevarse sobre sus límites. Dado que, según ciertas escuelas, los cuentos tienen que ser perfectos, la comunicación entre ellos resulta imposible, en modo alguno similar a la que se da entre secuencias o capítulos de una novela, donde, no sólo es localizable, sino incluso aconsejable que haya algunas y algunos, secuencias, capítulos, flojos, transitorios, menos brillantes, menos importantes, como un lugar de descanso para el lector, que puede seguir leyendo, pero no con la intensidad que procuran las mejores páginas de la novela.

Al margen de estas seis afirmaciones que considero indiscutibles, y que he desarrollado hasta alcanzar afirmaciones que sí lo son, quiero ahora consignar algunas definiciones que mi práctica de la novela y mi no práctica del cuento me han deparado sobre ambos géneros.

Mi definición de novela es la siguiente:

La novela es la disolución de una sinopsis.

Las sinopsis no son literatura y, sin embargo, al igual que los trailers en cine, resultan más atractivas que las novelas a las que se refieren por su condición explícita y alusiva. Por ejemplo: "(título de la novela) cuenta la historia de una mujer que mató a su marido y después fue secuestrada por unos alienígenas que la clonaron 32 veces para casarla con los 33 jefes de las 33 tribus de su planeta. Tuvo hijos con todos y esos hijos iniciaron guerras los unos con los otros hasta que sólo quedó 1 tribu, que trató de averiguar si la matriarca era la humana original secuestrada o uno de sus clones."

Esto es una sinopsis. Una sinopsis que, inopinadamente, podría dar lugar a una gran novela, pero, con más pertinencia, a un espantoso best-seller. La novela disuelve la sinopsis, la tapa, y en el modo en el que se ejecuta esa disolución está la calidad. Seguramente la gran novela que responde a esta sinopsis sería aquella que hiciera imposible al lector contar la novela a otro lector con las mismas palabras que la sinopsis.

Otra definición de novela de mi propia cosecha es:

La novela es trayecto.

Lo importante de una novela, para el lector, es la sensación de estar "en marcha", en dirección a algún sitio. Digo a menudo, cuando no me gusta una novela, que, precisamente, no me lleva a ningún sitio. La novela debe engañar al lector haciéndole creer que está construyéndose algo mayor que lo ya leído, y que si no se sigue leyendo no se verá esa construcción. Esta teoría tiene algo de macguffin, porque, al cabo, importa poco "esa construcción", quién es el asesino o cómo acaban los protagonistas: lo importante es generar el encanto de continuar.

Un cuento, sin embargo (y sé que esto es muy discutible) lleva en su médula la condición de punto de llegada o punto de partida, entre otras cosas, porque tampoco hay sitio para más. Cuando leo un cuento estoy deseando acabarlo, incluso miro más cuantas páginas me quedan para terminarlo que con una novela (entre otras cosas, porque con la novela lo sabes ya sólo por sostenarla con las manos). Asimismo, si un cuento no lo leo entero de un tirón, normalmente no lo leo entero nunca. El cuento me impacienta, como un taxi que he cogido sólo para llegar a algún sitio, no para estar dentro de él.

Ejemplos. Decía más arriba que eran peligrosos, porque también hay un ejemplo que redime al cuento de su supuesta inferioridad. No es infierior, sería el argumento, el cuento a la novela como no es inferior los 100 metros lisos al maratón, y de hecho los 100 metros lisos son la prueba atlética estrella, mucho más atractiva que la distancia algo inane de los 3000 metros o de los 800 metros vallas (si es que existe, que no sé).

El asunto de la extensión, de su exacta delimitación, provoca también problemas a la hora de pensar los géneros. Un cuento tiene 10 páginas, una novela 200. Pero ¿50 páginas es cuento o novela? ¿Y 51? ¿Y 52? Es un tema sobre el que no he pensado ni leído mucho, por lo que no entraré en él, a sabiendas de que podría variar en algún modo mis propios argumentos.

Más ejemplos. El cuento y la novela guardan una relación, desfavorable para el cuento, con el cortometraje y el largometraje, respectivamente. También se defiende que el cortometraje puede estar a la altura del largometraje; también yo, en esa disputa, lo dudo mucho.

Quizá porque el tamaño sí que importa.

Finalmente, considero que el discurso en favor del cuento participa de manera medular del paradigma moral de nuestros días, que huye de la verdad y abraza sin fisuras (casi totalitariamente) la refacción (palabra entendida en su segunda acepción semántica: "Compostura o reparación de lo estropeado.") Se trata de compensar un malestar histórico, sin sopesar en ningún caso los elementos a debate, pues no es otra la intención de este discurso que eliminar el propio debate, silenciar el pensamiento crítico y depurar la estructura superficial de la realidad. Una frase, por tanto, como "el cuento no es inferior a la novela" no triunfa porque hallemos adjunto el menor argumento, sino porque participa de las buenas intenciones, del sueño de un mundo donde no se permite, supercialmente, reconocer la jerarquía profunda que lo da forma. Se busca, en este sentido, equiparar lo moral con lo evidente, siendo ambos en realidad niveles distintos, no equiparables.

Es evidente, por ejemplo, que hay personas más guapas e inteligentes que otras; y es moral que una persona inteligente o guapa no tiene más derechos (pero sí más privilegios) que una persona poco inteligente o poco atractiva. Pero afirmar que "todos somos guapos" es fruto de una buena intención que acaba volviéndose contra nosotros, porque nos aleja del conocimiento.

¿El cuento es un género menor? Para mí, seguramente; pero de lo que no me cabe duda es de que el cuento es, en todo caso, una "práctica menor", del mismo modo no lesivo que puede afirmarse que la comida rápida es una "gastronomía menor" o que fabricar candelabros es un "arte menor" o que el cómic, te pongas como te pongas, no es Miguel Ángel.

No se trata de discriminar o hacer de menos, sino de categorizar para el conocimiento, porque a fin de cuentas es más que probable que yo disfrute mayormente de los comics que de la pintura clásica, que me guste más comer chocolate que caviar, y que ame el candelabro que heredé de mi abuela por encima de toda la capilla Sixtina. Pero eso no me hace confundir los parámetros del saber humano, que no va a variar por mucho que yo trate de imponer mi visión emocional del mundo sobre la visión heredada y, esta es la palabra clave, universal que es, en definitiva, la que nos une a todos.

74 comentarios:

  1. gran post
    Qué he preferido no leer de un tirón paras digerir mejor.
    ME he quedado en eso de que una novela no se puede leer de un tirón.
    Tatami la lei de un tirón. Creo que comi algunas piezas de pollo frito entremedias, pero yo diría que eso no cuenta como parón lector.
    Y ahí otras léidas de un tiron escritas por otros escritores.
    Quizá Tatami es una novella. Y por tanto está en un limbo entre el trago corto y el largo.
    Una especie de mediometraje.

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  2. Ciertamente los seis argumentos expuestos no son discutibles. Y más cuando provienen de un novelista. Pero vayamos al terreno puramente sensitivo. Del cuento queda, a mi parecer, la buena sensación abrigada en una manta previa al ensueño. Al cuento fabuloso me refiero. Tagore, Allan Poe, o cualquier otro para niños. Porque siendo sinceros, tampoco soportaría 300 páginas de unicornios y princesas, pero quince, y con una voz tenue, son suficientes para olvidarse del mundo.
    Luego, las pretensiones y vicisitudes del que escribe, ya son otra cosa.

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  3. ¿Afirmaciones indiscutibles? Debo ser muy ignorante.

    1. Un MAL cuento es más CORTO de escribir que una MALA novela, no necesariamente más fácil, porque las técnicas que rigen sendas escrituras son completamente distintas. En realidad, una persona alfabetizada no escribe ni domina diez páginas tan facilmente, aunque dominar diez páginas sea más fácil que dominar doscientas.

    2. Cualquiera puede escribir un MAL cuento, y, de hecho, cualquiera puede escribir una MALA novela. Escribir una mala novela es sencillo: se escriben hechos y diálogos hasta que pase algo y al final se pone FIN. Así funcionan la mayoría de escritores de fantasía.

    3. Una novela no puede escribirse de un tirón por alguien que no sea John Boyne (o eso dice él), un relato puede escribirse en una tarde; y un relato escrito en una tarde es NECESARIAMENTE una mierda. Mi blog, que es una enorme papelera de reciclaje en la que escribo todo lo que no quiero escribir pero tengo que escribir porque soy un puto niñato, está lleno de este tipo de cosas.

    Respecto a otras cosas que dice, yo soy también un antirelativista que no tiene reparo en despreciar a alguien o algo por ser feo o ser imbécil (cosa que no le parecería tan extraña si fuera usted un poco menos de letras y se permitiera decir cosas como que las medidas de las latas de Coca-Cola y los cigarrillos responden a decisiones aleatorias, como en una conspiración, cuando, en realidad, responden a complicados cálculos llevados a cabo por ingenieros para ahorrar lo máximo posible en los materiales con los que se producen), sin embargo, no me parece lógico despreciar el relato ni el cortometraje porque el micro-relato, el relato y la novela, son la misma cosa (a mí el micro-relato, por otro lado, me parece una imbecilidad), y lo único que las diferencia es la longitud. Utilizando su misma metáfora; no es lo mismo correr cien metros que correr cinco kilómetros, pero ambas cosas son, en el fondo, correr.

    No creo que Borges sólo escribiera relato porque fuera "un ser inferior", sino porque, aludiendo a la narración misma, en la novela, mucho de lo que se escribe es innecesario para la consecución de aquella, y dudo mucho que Borges escribiera Tlön, Uqbar, Orbis Tertius en una sóla tarde. Decir que Borges es peor escritor, que, digamos, Cela porque aquél no escribía novela, es casi como decir que Chopin era peor que Strauss porque aquél sólo componía para piano (afirmación aberrante para cualquiera con conocimientos musicales básicos).

    En mi humilde, muy humilde opinión, una de las diferencias principales entre la novela y el relato es que el relato es inductivo, mientras que la novela, por lo general, suele ser deductiva. No sé si me explico.

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  4. A mi parecer,
    el mayor problema que tiene el cuento (y la literatura contemporánea) es que se lo toma como una necesitada víctima desolada, un lejano pariente en necesidad al que se ha de arropar y jamás decir en claro sus faltas ni ayudarle a que consiga el estatus de la independencia y autonomía.
    Por una razón, porque de ser así, debería competir en igualdad de condiciones.
    Y esto produce pánico.


    Saludos.

    J. S. de Montfort

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  5. Según esa cuenta de tres, las novelas de 1000 páginas valen mucho más que las novelitas de 120 paginas. De hecho, deberían de dejar de ser llamadas novelas, porque no lo son: ¡son relatos alargados!

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  6. 505, si miras listas de mejores libros de siglo que vivimos, las lideran 2666, Las correcciones y Tu rostro mañana.

    No sé tú cómo lo ves...

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  7. Yo abandono novelas todas las semanas, abandono cuentos todas las semanas, abandono
    microcuentos, incluso he abandonado este post, y abandono, sin más, este comentario.

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  8. Está muy bien escrito y es un post muy ameno, pero discurrir sobre si la novela es mejor o peor que el cuento es como hacerlo sobre si los amaneceres de cuenca son mejores o peores de los de jumilla. O sea, una gilipollez. Lo que me alucina es que alguien pueda comerse el coco con gilipolleces semejantes. Ojo, no lo critico, sino que me admira, me deja estupefacto.

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  9. Es la una y diecinueve, buena hora para escribir un comentario.
    Tatami.
    Miré en la O de Olmos y no estaba.
    Se lo comenté a un empleado que pasaba por allí.
    Déjame que lo mire, me dijo.
    Se fue al mostrador y consultó en el ordenador.
    Espera un momento, me dijo.
    Se marchó y tardó un ratito en volver.
    Llegó con cara de satisfacción con el libro en la mano.
    Es que no estaba en su sitio, me dijo.
    Si no llego a preguntar me voy sin la novela, le dije.
    Has hecho muy bien, te recomiendo que lo hagas siempre.
    Al grano. Empecé a leerlo en el tren de cercanías, con tan mala pata que pillé un "arrollamiento". Traducción: tres cuartos de hora parados.
    Yo sólo vi un brazo suelto del cuerpo en el andén. Vale que me dio un escalofrío pero me concentré en la lectura. Total, que cuando llegué a casa me faltaban poquitas páginas para acabarlo, cené algo (seguro que no cené pollo frito como el primer comentarista, yo suelo cenar más ligero)y a falta de hacer otra cosa mejor, acabé la novelita.

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  10. Eres tonto hasta decir basta. Tan tonto como para no darte cuenta de que, te guste o no, terminarás queriendo publicar cuento y tendrás que tragarte todas tus estúpidas teorías.

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  11. ¿Lo de la cuenta de tres va por mí? Es que me doy por aludido con todo, sobre todo cuando la cuenta de la entrada es de seis, o debe ser una locución que no entendido.

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  12. Como me aburro, voy a entrar al trapo.

    Empezaremos por la gente simpática.

    "Tú ya sabes".

    a)Que soy tonto es una cosa obvia, dado que 1)escribo libros 2)vivo en estos tiempos y 3)contesto a gente como tú.

    b)Escribir cuentos no supone tragarme ninguna de mis teorías. Mis teorías no agreden al cuento ni a su práctica: sólo tratan de situarlo en su coordenada intelectual.

    "Sobre Tatami".

    a)Tengo mucho aprecio por la novela breve en general. Stefan Zweig, sobre todo. b)No es cuento, especulo, en la medida en la que no puedes recordar tras su lectura todo lo que has leído. c)No me interesa mucho hablar sobre Tatami ni sobre ninguno de mis libros.

    "Mazerath"

    a)Hemingway escribió 3 (TRES) de sus cuentos en una sola tarde. Según García Márquez, son tres piezas maestras. b)Tu propio comentario largo puede ser considerado un cuento, aunque no lo sea. Pero de momento no veo que nada tuyo pueda ser considerado una novela: esa es la idea. c)Nadie considera a Borges "un ser inferior", sólo una basura humana. d)Me gustaría conocer argumentos (si he de leer comentarios, claro; si no ya miraba yo algún volumen) serios sobre el asunto: decir que, mira no, no es mejor el cuento a la novela, no es decir nada, y casi acrecentáis su precariedad.

    "Carlo".

    a)Si el post te resultó ameno ya hice algo bien, no tan gilipollas. b)Hay gente que se come el coco con el cambio climático, género literario mucho menos importante que el cuento. Dentro de 4 años nadie hablará del cambio climático, y el cuento seguirá.

    "Juan Carlos Márquez"

    a)Yo abandono chicas todas las semanas, también. b)Y películas. c)Y de todo. d)O sea que no entiendo tu argumento.

    "Anónimo"
    a)No entiendo tu comentario en este post. b)Gracias por leer Tatami.

    Si dejé a alguien sin contestar, gracias o no.

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  13. Cuenta de tres: x/y=a/b ; x=a.y/b

    La broma infinita, El arcoiris de la gravedad, Vida y destino...

    En literatura se valora mucho eso del "esfuerzo titánico" por lo que veo, aunque en algunos casos se trata más de un caso de "diarrea incontenible" más que de "proyecto supra-ambicioso". Para Stephen King lo más fácil del mundo es escribir un tochazo. Lo difícil es corregir, la diferencia entre la novela y el cuento es precisamente eso: una intensa labor post-creación. Escribir es corregir, decía Willie.

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  14. No era un argumento. Era nada, un comentario sin sentido. Soy un cuentista y como tal estoy limitado, que te voy a contar que tú no sepas.

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  15. Corregir está sobrevalorado; es como pensar mucho la jugada en el ajedrez. Así cualquiera, vamos.

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  16. Bueno... No he leído todo. Lo he dejado donde dices que de Pedro Páramo se pueden sacar x microrrelatos y relatos... Tienes que entender que hay dos clases fundamentales de escritores, dos categorías más importantes y diferenciadoras aún que las de los buenos y los malos. Son los que empiezan escribiendo poesía y los que empiezan escribiendo narrativa. Tú eres un narrador puro. O sea uno de los segundos, pero lo normal es que alguien que empiece con la poesía (una elección congénita) siga con la narrativa breve, si es que da ese paso. Además, creo que confundes ingenio con genio; no los diferencias. Hablas de brillantez para comparar un microrrelato y una cita, pero no tienes en cuenta -mira a Carver y lo verás- que la narrativa breve o muy breve -ya se ha dicho mil veces y es verdad- está más cerca de la poesía que de la narrativa pura o novela. La diferencia entre el ingenio (virtud más propia de novelistas, efectivamente) y el genio (virtud más propia de los poetas, sorry) es como dijo aquel, sutil pero brutal. Por supuesto que hay genio también en la narrativa, pero por lo que tiene de poética.
    Son dos caminos que parten de lugares opuestos y van hacia lo mismo.

    D.

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  17. Me parece incierto, D., que el cuento linde en la poesía, a no ser que sea en la pésima poesía. Es una idea que no sé a quién se le ocurrió, y que hay que reconocer que tiene su punto, pero nada más lejos de la realidad.

    Umbral (hay gustos) y Unai Elorriaga (gustos hay) son mil veces más poetas que cualquier cuentista que les sea contemporáneo.

    Encima, veo mucho más ingenio en el cuento (huy, un cuento con forma de factura; huy, un cuento con forma de prospecto; huy, un cuento con forma de prólogo; huy...) que en la novela, la verdad. Las novelas ingeniosas, de ahí todo, se caen mucho antes, porque ser ingenioso es para un rato, pero no para 400 páginas.

    Otrosí, me voy a poner a escribir cuentos en 2009. Uno al día. Aviso. (También poemarios, pero eso en una tarde.)

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  18. Ocurre que yo prefiero también la novela al cuento. Ocurre también que yo jamás llamaría cuentos a los..., como mucho, relatos de Carver en "Por favor, ¿quieres hacer el favor de callarte?". Estos textos de Carver sí lindan con la poesía. De hecho su poética no se aleja en nada de la de Baudelaire en tanto que consideran el texto (al menos en teoría y en intención) un objeto precioso, hecho de piezar engarzadas a la perfección, un objeto único y no otro.
    Entiendo tu postura. Yo también pienso que en la narrativa pura (lo de Carver no lo es) la novela es superior.
    Y para mí... no sé: Raymond Chandler, Mary Shelly, son grandes poetas.
    Creo que este error tuyo de apreciación en cuanto a Carver -según yo- y la narrativa pura procede de tu minusvaloración de la poesía.
    Nadie ha dicho que tenga quye haber más de 5 poetas grandes en toda la historia de la Humanidad.

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  19. No menosprecio la poesía: algo que da tanto dinero a unos pocos merece mis respetos.

    Me gustaría releer el libro que comentas de Carver, como tantos otros que me gustaría releer, no necesariamente de Carver.

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  20. Qué pasa con "El imitador de voces", de Berhard; qué pasa con los textos breves que Borges llamaba "prosas"; etc.
    D.

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  21. Hablas de un paradigma moral de la actualidad: el de considerar lo pequeño, lo menor, como algo que hay que situar a la misma altura de lo grande en un afán de, usas esta palabra, refacción. Sí, es cierto: una actitud melindrosa que encaja con ese criterio de lo políticamente correcto, la restauración de las desigualdades por abstractas que sean, darle una oportunidad a todo y que redunda en no poder manifestar opiniones tajantes que lesionen algo [en este caso el cuento y sus alrededores] sin sentirse culpable. Para ti el cuento es claramente la imposibilidad por escrito de escribir una novela. Y esa actitud moral, evidente, resulta crispante.

    Hay otro paradigma moral, del que eres consciente, que funciona en tu argumento: vale más aquello que supone más esfuerzo. A más letras, mejor. A más días consagrados, mejor. Algo que quizás parangonamos al sufrimiento: se sufre más escribiendo una novela por la sencilla razón de que escribir es dolor y duele más dolerse 400 días y sus correspondientes noches que dolerse 8. Objeción: y los que escriben redacciones escolares de 500 páginas sin que les duela en absoluto? Hay novelas así, en las que la única tribulación que adivinas es que el autor se pensó dos veces si escribir "dijo" o "exclamó". De qué me valen sus 500 noches sin dormir si ha me ha contado la redacción "Mis vacaciones de verano" con algunos personajes más que cuando tenía 8 años y unos cuantos tópicos morales de mercadillo? Qué pasa cuando a la novela se le nota que se ha gestado con un "voy a hablar de (y aquí cualquier tema mediático tipo situación de la mujer, tipo cambio climático, tipo memoria de la guerra, tipo multiculturalismo, tipo atrocidades varias, temas todos ellos contra los que no tengo nada en contra. A priori)". Es decir, la novela que parte de los 4 ingredientes fáciles que conocemos. Tú argumentas: "Sí, pero es que hay que hacerla!" Y qué? Las personas con más tiempo (jubilados, rentistas) o más voluntad (disciplinados, pedantes) juegan con ventaja entonces. Qué hay de lo que nace del retorcimiento especulativo, del dolor por escribir si se gesta en alguien sin voluntad y lo vuelca en 3 diarios y escrito a lápiz? No es eso más valioso para la literatura que todo el cajón de novedades de narrativa lleno de novelas clónicas, con estilo plano y argumentos de decimotercera mano?

    La jerarquía de castas en el mundo el esfuerzo quedaría así: los poetas son parias porque la tinta que emplean en un libro es equivalente a la de un calamar pequeño. Si algún halo de respeto aún despiertan es sólo porque vemos en ellos vagos reflejos de laureles, épica, misterios órficos y demás sinuosidades del amanecer humano. Luego estarían los del cuento -paso por alto microrrelatos y otras especies afines-, cuyas hazañas no les llevan más de cuatro tardes furiosas. La expresión vivir del cuento les viene de perlas. En el fondo son: escritores perezosos, escritores pusilánimes, novelistas que quieren seguir cobrando de CEDRO. Si algún aura de respeto aún despiertan es sólo porque vemos en ellos reflejos pálidos de ancianos junto al fuego, explicando con las manos las fauces del oso y el amor temerario de X por Y.

    Y queda la cumbre de toda buena fortuna: la novela. Los novelistas son sin duda la cúspide de la pirámide del esfuerzo. Sus obras emplean la tinta de colonias enteras de calamares abisales. Hemos dotado a la novela, además, de características maravillosas y la metaforizamos como una sustancia proteica, un saco sin fondo, un -así lo expresamos- universo. Una novela es un universo. Y, llevados de la etimología y las asociaciones de significados, su sentido es, por tanto, universal.

    [sigue]

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  22. Capítulo II:

    Reconozco que en mi infancia ser escritora quería decir exactamente "ser escritora de novelas bien gordas". La evolución natural del escritor, en ese camino del esfuerzo es: la poesía para hacer pinitos y entender la diferencia de matices entre bermejo y carmesí; el cuento -así mismo lo expresas tú- como el paso intermedio donde practico diálogos y composición de personalidades; el objetivo: la novela. Una vez en la novela ya puedo calcar lo que quiera, desde la lista entera de mi ipod hasta conferencias de los viejos tiempos [Coetzee]. Sustancia proteica como es, vale todo.

    Hay algo que a mí no me convence: no creo que menos sea más siempre y tampoco creo que más sea siempre más, aunque la longitud de mis comentarios lleve a pensar lo contrario a cuatro listos. Advierto una curiosa coincidencia temporal: ahora que los novelones tocho son los que acaparan las listas de obras maestras, las películas tocho [más de dos horas o, directamente, trilogía] también se llevan la palma en el cine. Me pregunto, en serio, si no tendrá algo que ver. No existirá una confluencia de criterios para lo cinematográfico y lo narrativo? Tal vez hay algo de polvos de márketing en todo eso. No lo sé, sinceramente.

    Hay otra cuestión innegable: cada vez hay más seres humanos alfabetizados que han pasado por la universidad y que escriben mejor. Antes esta proporción era pequeña, pero hoy es enorme. Podría ser que escribimos cada vez más largo porque es una de las estrategias que tenemos para no dejar de decir [como este comentario] que sabemos expresar muy bien lo que queremos decir aunque nuestro estilo se asemeje más bien a dar vueltas alrededor del mismo punto y no dar arrancado [Bernhard]?

    Las novelas se alargarían entonces como nuestra vida de estudiantes. Las novelas se alargarían como nuestro afán por que nuestra sombra sea cada vez más larga. Las novelas se alargarían dado que creemos que sus dedos tocan mejor la posteridad [vaya, la palabra] que los poemas, esas cosas minusválidas que no llegan ni al final de la propia página en la que nacen. O que los cuentos, ese campo de ensayos y constricciones.

    Es posible que la poesía y el cuento puedan funcionar también como [cara palabra posmoderna] laboratorio. Como campo de pruebas. A ver, hasta dónde somos capaces de expresar esto? Como la publicidad y el cine: muchas innovaciones técnicas primero suceden en la publicidad. O como la veterinaria y la medicina: se experimenta con ratones y moscas de la fruta lo que luego se lleva al terreno humano. La poesía, la paria, es al mismo tiempo ese "valor añadido" de muchas novelas: se alaba su aliento poético. Es cierto que en ninguna novela se aprecia su "estilo cuentístico", su "precisión de relato", pero sí hay novelas que se califican como "perversos cuentos de hadas" o con "atmósfera irreal de cuento", aunque los cuentos que evocan esas expresiones sean los populares de tradición oral.

    [sigue]

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  23. Capítulo III

    Por último [espero que este comentario-tocho sea valorado en todo su esfuerzo por encima del laconismo de otros comentarios tal vez más ingeniosos], me gustaría hacer una distinción entre dos modos de lectura. Tú hablas en tu post de la novela como algo que penetra en nuestras vidas a lo largo de muchos días, algo más pegado al ritmo vital, un mundo al que se vuelve, un universo [again] en el que nos sumergimos, que [la palabra suena cursi] exploramos. Eso coincide con el modo de lectura lineal en el que pensamos siempre, el modo canónico: leo algo que empieza, que me atrapa, que me repele pero me engancha, que sigue, que da vueltas, que llega. Me lleva de A a B por una carretera. De hecho lo llamas "trayecto". Nada que objetar pero sí que añadir: supongo que no soy la única que disfruta tanto con ese modo de lectura como con otro modo más compulsivo, más pulsional, abrir una página al azar y dejarlo, leer unas cuantas del final, dejarlo reposar varias semanas en que leemos otras cosas. Hay estilos literarios que no son novelísticos que permiten esa lectura sincopada y ácrata: pienso en Cioran, pienso en Vallejo, pienso en Lispector. Puedo leer Orlando en medio de Cioran, puedo leer el Maestro y Margarita en medio de Carver. Existen esos libros [ensayos, relatos, poesía, conjunto de artículos] quizás porque también necesitamos la no linealidad constante en la lectura. No siempre nos satisface ir de A a B por un caminito. A veces gozamos más teletransportándonos o, sencillamente, leyendo sin venir de nada previo, de ninguna causa.Leyendo sin venir [y disculpas por este jueguito de palabras, digno de un titular o una colección posmoderna] a cuento.

    Leer así también nos ha proporcionado grandes hallazgos y emociones.

    Por lo demás, microrrelatos como citas y cuentos como atmósferas poco contundentes y eso, voy a poner que estoy de acuerdo.

    No siento un post tan largo; siento que apenas lo haya corregido por falta de tiempo y lo vaya a publicar así. Largo y sin retocar. Tosco, sustancia proteica, como tantas y tantas novelas que en el mundo han [tran]sido.

    Un post excelente, pimpampúm fuego.

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  24. Novela, cuento, cuento, novela. Hace años Iban Zaldua y Rafael Reig ya sostuvieron un debate público en la web de la editorial que publica tus libros. No sé que os echan en el café a los de Lengua de Trapo, pero argumentar en contra de la novela o del cuento entretiene al personal, eso no te lo voy a negar. Y ahora una pregunta de las mías, sin sentido: ¿Consideras "Ventajas de viajar en tren" una novela o una colección de relatos?

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  25. Estíbaliz (huy, el vocativo que te iba a poner para que enfadaras...), que estoy de acuerdo contigo en general, salvo en lo irónico final, que estoy de acuerdo sin ironía. La novela es lo mejor que hay y punto. Tu rostro mañana, que es insoportable, es un festín de música e ideas que no encontraría uno en ningún poemario de hoy día así se los leyera todos (cosa evidentemente absurda de hacer).

    La poesía, ya por decir tonterías más, no tiene sentido. ¿Por qué aparece en verso? Es como vestir de esmoquin a unos mendigos, a ver si cuela. ¿Por qué los poetas son tan orgullosos? ¿Porque necesitan 5 años para juntar 500 palabras? ¿"No he querido saber, pero he sabido..."? No precisamente: "Mi madre me prepara el café/ yo me preparo el nudo de la corbata./ Llueve/ en la calle./ Salgo / a la vida."

    Por favor.

    Por lo demás, claro que hay novelas escritas a 40 páginas el día, y redacciones escolares (según te leía, pensaba en Luisa C., no sé tú: me da que también), y de todo. Pero, honestamente, le doy más mérito a Mari Pau Janer, que por lo menos escribe (salvo que se demuestre lo contrario) sus libros, no como Nuria Roca o Rosa María nosequé, o Marirosa, o algo; ana rosa quintana, que a cualquier poemario de trenes (por ej.).

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  26. Ventajas de viajar en tren (Orejudo), como España (Vilas), son novela por cuanto sus fragmentos (tan diferenciados y autónomos)quedan algo cojos tomados de uno en uno, mientras que juntos se sostienen y sostienen un todo de mayor valor. Por supuesto, es complicado dirimir con exactitud esta cuestión: creo que se enmarca en mi teoría de que quien no puede hacer una novela tradicional acaba, o fracasando, o haciendo algo nuevo.

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  27. Estíbaliz: sólo te digo de momento (tengo que escribir un cuento antes de comer para la antología que prepara Destino "Amo el cuento con amor, por favor") que es falso o, al menos, inapreciable, que alguien lea las novelas de manera no lineal: todas las novelas se leen de la 1 a la más alejada de la 1, por mucho que se invite a lo contrario: nadie lo hace. Salvo con Rayuela, porque hay un planito de cómo leerla. La lectura es lineal siempre: lo que puede no serlo es el texto (como se demostró hace dos siglos) de modo que si lees al tresbolillo y el autor escribió al tresbolillo a lo mejor acabas leyendo más lineal que nadie, lo que sería una pena.

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  28. Espero que eso, con lo que estoy muy de acuerdo, pueda suponer arrimado al ascua del relato que quien no pueda hacer un cuento tradicional acabará fracasando o haciendo algo nuevo. Mucha gente cree, con razón, que el cuento es eso que sale los veranos en los periódicos o esas historias escritas de la misma forma que si hubieran sido escritas en el siglo XVI. Se ha vendido la moto muchos años, interesadamente, de que el cuento es para "intelectuales" con el fin de ocultar o darle transcendencia a muchos "coñazos". Si la gente descubre que uno puede pasarlo bien e incluso divertirse leyendo cuentos, el género, en cuanto minoritario, se irá a la mierda. Yo vivo sólo para verlo.

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  29. En eso del cambio climático puedes tener razón. QUé es ontologicamente superior: tirarse un pedo ante un discurso de Zapatero o escribir un cuento sobre dos perros que se aman?

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  30. Escribir está sobrevalorado.

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  31. Qué bueno, menos mal que estaba este post tan rebueno para que se me olvidaran mis pesares y la resaca.

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  32. Sólo los rusos supieron escribir los cuentos que a mí me gustan.

    Bueno, y un español que construyó una historia de amor a través de un tabique (de pared) y cuyos protagonistas se enamoraron sobre los platos de sus duchas. Ese cuento existe y es el mejor cuento que he leído en mi vida.

    Los cuentos son apuntes para una vida.

    Los cuentos son novelas estrechas y sin sentido, casi siempre. (Blumm)

    El cuento no compromete a su autor.

    Que lo diga yo no significa nada. Para mí, todo.

    Buenas noches, Hikikomori.

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  33. Por cierto, aprovecho para escribir aquí que en el mes de diciembre de todos los años -hasta que muera- me leo algún volumen de cuentos. Esto es ser condescendiente con la Navidad.

    Y este año -me ha llegado de manera gratuita por el blog que tengo, Hikikomori- es De mecánica y alquimia (Salto de Página, 2009) de Muñoz Rengel. De Muñoz Rengel dicen todos que es el mejor cuentista español. Pero yo no lo voy a decir porque Muñoz Rengel es aún muy joven, como tú.

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  34. 505, no, si yo sólo preguntaba. Es que yo a eso lo llamo REGLA de tres.

    Estoy completamente de acuerdo con todo lo que dicen ustedes de los poetas.

    Yo no he dicho: mira no, mariquita, el cuento es tan bueno como la novela, ladronzuelo. He dado razones, y muy sólidas.

    El cuento (inductivo) evoca lo que en la novela (deductiva) ocurre. Esa es la gran diferencia de la que habla usted cuando habla sobre la "literatura", que es SU VISIÓN de la literatura, no lo que esta es, que lo que es es el simple ARTE de la escritura. Las sinopsis no son literatura, el video del cumpleaños de mi primo no es cine, una grapadora no es una escultura, pero una novela no tiene porque ser un compendio de frases intersticiales, y mucho menos un relato tiene que ser un compendio, además corto, de frases vacuas y cada vez, en síntesis, más extrañas.

    ¿Es un vaso de cianuro una bebida refrescante?

    Lo de que el esfuerzo y el mérito son los valores supremos es una gilipollez de idea creada por gobiernos demagogicos de centro izquierd y sistemas educativos para gañanes. Son los valores de la clase obrera. Antes los obreros no escribían.

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  35. Gran post, con el que estoy bastante de acuerdo.

    Siempre he pensado que el auge del micro-relato (y supongo que algo de eso podría aplicarse al cuento) es el producto de unos cuantos profesores de universidad que, un buen día, se quedaron sin autores sobre los que publicar y tuvieron que decidir, o hablamos sobre autores que aún no han escrito nada, pero que probablemente lo harán (algo así como el Nobel de Obama) o nos inventamos un género que nos proporcione materia de artículos durante unos años, un género al que podamos defender para quedar guapos en las páginas de Babelia.

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  36. Recibir libros gratis es una de las pocas razones sensatas para tener abierto un blog de crítica, aunque yo no lo practique y aunque me levante siempre demasiado estupendo (como le decía en negativo Max Estrella a un intelectual de medio pelo) para reseñar con falsas alabanzas un libro malo.

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  37. Qué bueno el post, gracias por molestarte en escribir algo tan largo gratis.

    En algo entonces escribir una novela se parece a pintar un cuadro. Como cuando dices que hay que sentarse 500 horas para ir escribiendo el libro, y mientras a uno le van pasando cosas, y un día estás encabronado y otro tranquilo y otro tienes frío o te quieres ir a la calle porque has quedado, y del mismo modo que los pintores dejan, o dejaban, la pincelada asá, pues uno deja la frase así. Ese resultado por acumulación y por circunstancia no tiene sentido buscarlo en un cuento. Lo de la novela tiene un punto de trabajo físico que me parece que es fundamental.

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  38. Y la teoría de la disolución de la sinopsis, que no sé si es tuya, me parece de lo más penetrante, by the way.

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  39. Lo gratis no quita lo valiente: obviamente, buena o mala, la idea de "disolución de una sinopsis" es mía.

    Gracias.

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  40. Pero claro, Hikikomori, las novelas invitan a la linealidad [por lo menos en lo que concierne al modo de leerlas]. No he insinuado lo contrario. En mi comentario dije que creía que existen formas NO novelísticas, que satisfacen esas ganas de lectura pulsional. Hay productos que no son novelas, o no lo pretendían, y pueden leerse así y abandonarse años y años. Son libros de los que no nos sentimos culpables de dejar a medias. En cambio, una novela a medias no sé muy bien si la computamos como novela leída. Bah, pongamos que también.

    Por cierto, cuando leí Rayuela empecé sin hacerle caso al tablero y luego haciéndoselo. Me quedó claro que hay que hacerle caso al autor, siempre. [Ejercicio: si tiene a bien, sustituya el verbo hacer en la frase anterior por algún sinónimo pertinente. A la autora no le apeteció].

    No me has explicado, en tu comparación de la poesía con los mendigos de frac, por qué la poesía -la paria- o el estilo impregnado de lirismo -por plantar un cliché de crítica textual- supone un hallazgo extraordinario en el estilo del autor de novelas. Al menos, así lo leo constantemente. Herta Müller, la riquísima prosa poética de una Nobel. Qué es la poesía en la novela? Un potenciador del sabor? La sal? Enriquecedor de uranio? Por qué se celebra tanto esa membrana lírica envolviendo, casi protegiendo, la célula universal que es la novela? Porque supone un canto al pasado? A esa cosa primigenia de tribu que la novela en sí no tiene [la novela es una cosa burguesita] pero la poesía [no toda, claro], sí?

    A esto cabría añadir: también novela es cualquier cosa con el epígrafe de novela, es decir, frases escritas hasta el final de la página con el aspecto de párrafos [o no, otra vez Bernhard y Joyce y esas gentes] y alguna cursiva y espacios en blanco o capítulos. En ese sentido no veo por qué no alegorizarla como un mendigo con pajarita.

    La frase "la novela es lo mejor que hay y punto" me suena bien como microrrelato. Ahora, como cosa que se espere que me crea, pues no. Tiene su gracia, su sabor a Cela y a Umbral y a Fernán-Gómez y a "porque se lo digo, coño, yo y mil millones de críticos más que no lo dicen pero lo piensan". Pero no me lo creo porque la novela es una cosa que ha mutado tanto que no la reconoce ni la madre que la hizo. Balzac leyendo a Foster Wallace se mondaría de risa. O no. O se ahorcaría.

    [sigue la próxima semana]

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  41. [a la semana siguiente...]


    Admito que los poetas son unos orgullosos y, tantísimas veces, unos cantamañanas y unas malas personas y. Ahora, no veo menos orgullo en tus afirmaciones de novelista ni tampoco en el trato que recibe en general la novela en los premios en metálico, los expositores de las librerías o las noticias en telediarios. Hay un mainstream que considera a la novela el summum de la escritura y a todo escritor un eterno aspirante a ella. A ver, me gustan muchísimo algunas novelas. Pocas. Entiendo que me digas que Tu rostro mañana [no la he leído, la verdad es que no sé que hago aquí comentando] es un festín de la palabra, aunque insoportable. Bien, por qué he de preferirla a "Considerando en frío, imparcialmente" no lo veo claro. No hay corporativismo ahí? Porque sea novela ya nos vale? El criterio del esfuerzo físico... qué es eso? Acaso lo aplicamos al señor que levanta acueductos y coliseos de cerillas durante 300 noches de insomnio frente al artista que pinta un cuadro en una tarde?

    Queda mucho menos progre [y por lo tanto menos sospechoso de instrucción moral] defender la novela clasicota, la de siempre, la que empieza por el principio y acaba por el final, frente a esas formúsculas, géneros menores que no son sino variantes de un "quiero y no puedo hacer novelas". Tienes toda la razón, tómala ella.

    Y pese a todo ese tema, ese de "quiero y no puedo hacer novelas", es uno de los principales hilos que mueve la novela contemporánea, esa metaficcional, proteica, saco sin fondo, cosa sublime novela contemporánea.

    Las cuitas de poetas [pobretones assuranceturix] y cuentistas [vagos] no dejan de insuflarle argumentos. Pareciera que.

    Toda esta pugilística de los géneros ha de terminar con algo que contente a todos: el “escribir está sobrevalorado” de 505 o alguna frase similar que nos pegue un buen tortazo, un sano tortazo. No sé, Lo importante es tener salud, o Al final nadie se acordará de nadie o Los géneros los han inventado los críticos de los suplementos para ser más o Novela y poesía son dos siamesas que comparten cerebro o Viva el Cuento de Navidad del sin par novelista Dickens o

    Naviz Felidal

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  42. Querido, estoy reventado de currar (hoy) y bastante harto (en general) de defender, argumentar, justificar (y varios verbos más) el discurso del cuento como fenómeno/lenguaje literario. Hasta hablé en su día de Masacre, de El Síndrome y de todas las páginas que tenían, tienen y tendrán al cuento, más o menos, como protagonista. También de los mamporreros habituales en este mundillo, el virtual y el editorial.

    Chico, me han caído siempre hostias por todas partes. No aprendo.

    Leo muy pocos libros de cuentos realmente buenos, y lo mismo me pasa con las novelas. El talento y lo que Calvino le otorgaría a Vulcano y no a Mercurio (el curro, vamos) no es privilegio de ningún género. Soy lector, editor y autor de cuentos y de novelas (estoy en ello). Como la crítica (la mala, la mayoritaria) no se dedica más que a leer las solapas y las cuartas de las novelas, me ha apetecido desde siempre hacer crítica de cuentos, porque sí, porque me gusta y porque sé en qué campo me muevo.

    En resumen (que estaba cansado, leche), que a ver si quedamos un día, nos tomamos unas cañas y te cuento del cuento, que libre eres de no leerlo, como yo no leo ciertas cosas, pero si planteas axiomas o dogmas, hombre, deberías conocerlo mejor, ¿no?

    Eso, que a ver si quedamos.

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  43. Sergi, malos días para quedar, aparte estos comentarios de ¿quedamos? en público me parecen poco pertinente.

    Digo: que eso de "deberías conocerlo mejor, ¿no?" es un comodín dialéctico que, como tantas cosas a mi edad, me enerva. ¿Mejor? Cómo mejor: leyendo mil libros de cuentos en lugar de 100; 10.000 en lugar de 1.000: ¿cuál es el límite de "conocer mejor"?

    He leído todos los cuentistas clásicos: honestamente creo que, a partir de ahí, puedo concluir lo que me apetezca.

    Un dogma: un cuento es más fácil de escribir que una novela. No sólo es un dogma: es una obviedad. Alguien que no reconozca esto no creo que pueda "discutir" nada en absoluto.

    ..

    Estíbaliz, luego veo tus comentarios.

    ..

    Gracias

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  44. Bueno, hombre, pues nada, haré una entrada un día en mi página, argumentando y rebatiendo, que será más pertinente.

    A lo mejor el problema es dialéctico. "Un cuento es más fácil de escribir que una novela" es algo (aparte de deliberado para provocar, claro) que no merece discusión, sí, pero no por dogma, sino por absurdo. Otra cosa sería "Escribir 10 páginas es más fácil que escribir 500", que es por donde vas. Y aún así, dependería de quién. Al mismo autor, desde luego, escribir 500 le costaría, como media general, 50 veces más que escribir 10. Hasta ahí llego.

    Pero estamos hablando de literatura, no del BOE. Cuesta más escribir el libro de relatos de Salinger que todas las novelas de Zafón juntas. Hasta ahí llegamos todos, ¿no?

    Aunque en tu entrada se respire tu libérrimo desdén hacia el cuento (yo desdeño la mala literatura, cuento, novela, en píldora o en supositorio) escribir "Enemigos", "El nadador", "Un día perfecto para el pez plátano", "Visor", "Casa tomada" y otros tantos me parece un acto creativo único, tan complejo y o mensurable como cualquier otro en el que el arte tenga algo que ver, sea una novela, un cuadro o una canción.

    Ah, habría que leer también lo que ha venido tras los cuentistas clásicos, o se puede opinar sobre el cuento de hoy, como todo el mundo, pero no concluir mucho con base a razones.

    Sería como hablar del cine, pontificando, habiéndose quedado en el blanco y negro (con grandes obras, claro, pero "algo" se ha hecho después, entre mucha bazofia, también).

    ¿Pongo cara de mala leche, que mola más? Es que me estoy riendo.

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  45. Pero, ¿qué tiene que ver que sea más difícil escribir novela para que sea mejor? Quizás para ti sea más difícil escribir una novela que para escritor y eso no hace a la tuya mejor. Tienes unas opiniones de chico de villorrio obcecado con tus insignificantes ideas que me dejas de piedra. ¡Cómo está la intelectualidad de este país! No me extraña que pase lo que pasa con el mundo editorial.

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  46. "El fenómeno moderno por excelencia está constituido por la aparición del "artista inteligente". No es que los de otras épocas fuesen incapaces de abstracción o sutileza; pero, instalados de un solo golpe en el centro de su obra, la realizaban sin reflexionar demasiado sobre ella y sin rodearse de doctrinas y de consideraciones de método. El arte, aún nuevo, les llevaba. Ahora ya no sucede lo mismo. Por reducidos que sean sus medios intelectuales, el artista es, ante todo, esteticista: situado fuera de su inspiración, la prepara y se restringe a ella deliberadamente. Si es poeta, comenta sus obras, las explica sin convencernos, y, para inventar y renovarse, imita el instinto que ya no tiene: la idea de poesía que se ha convertido en su matería poética, su fuente de inspiración. Canta a "su poema"; grave desfallecimiento, sin séntido poético: no se hacen poemas con la poesía. "

    E.M. Cioran

    Cioran no era, ya no novelista, ya no cuentista, ni siquiera filósofo ... Cioran es considerado "aforista", es decir, poco menos que un enhebrador de frases ingeniosas, chistes nihilistas, pensamientos derruidos.

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  47. Nunca dejará de sorprenderme la inutilidad de discutir. Para bien o para mal, yo parto del deseo de interpretar la realidad, que "existe" aunque muchos se empeñen en lo contrario.

    La realidad: a)no me atraen los libros de cuentos tanto como las novelas; b)a casi todo el mundo le pasa lo mismo. Ergo: trato de pensar por qué.

    Ninguno de vosotros trata de pensar por qué. Decir que el cuento es esto o lo otro, y que Borges mola, no es discutir mi post: es hablar de otro tema. Mientras, los lectores (yo entre ellos) y los editores (más grave, casi) seguirán eludiendo el cuento.

    Esa es la realidad.

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  48. Yo escribo cuentos y estoy totalmente de acuerdo con prácticamente todo.

    Ayuda que mis cuentos sean basurillas y que escribirlos sea más o menos igual de complicado que espantarse la caspa de los hombros: cosa de un rato agitando las manos.

    Y también ayuda la envidia malsana que le profeso a todos los novelistas. Perdón, perdón, a algunos, ejem ejem.

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  49. Yo ya he dado alguna razón de por qué la gente no lee cuentos, pero aquí dejo un decálogo:

    1. Porque se vende como un género para intelectuales y la gente no quieren que la aburran. Para eso ya está la filosofía, que tampoco se vende una mierda.
    2. Porque ofrecen menos cantidad de páginas por el mismo dinero que cuesta una novela.
    3. Porque los lectores no saben que libro de cuentos leer, pues todos aparecen en todas partes como maravillosos (aunque eso también ocurre con las novelas).
    4. Porque el 90 por ciento de los lectores asocian "cuento" con "niños".
    5. Porque cuando insistimos tanto en las bondades del cuento debe de ser que tenemos algo que ocultar y eso la gente lo nota y pasa.
    6. Porque no hay tías buenorras que escriban libros de cuentos en España y salgan por la tele enseñando cacha.
    7. Porque nos miramos mucho el ombligo y está lleno de pelusas.
    8. Porque la gente que prefiere la novela al cuento toca mucho las pelotas, pero luego pierden el culo por salir en las antologías. Mola ser un cuentista en los ratos muertos, da cierto prestigio y le pone mucho a las amantes viudas al parecer, porque supongo que no lo harán por el dinero.
    9. Porque los cuentistas españoles en lugar de escribir relatos nos dedicamos a escribir decálogos gilipollescos en Internet y no nos cunde el tiempo.
    10. Porque la gente se acojona: escucha que un tío tardó 10 años en escribir un libro de relatos y le da no sé qué leérselo en un par de horas. Esas afirmaciones echan para atrás a cualquiera.

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  50. No te lo digo para que te mosquees, pero tú mismo dices que esa es la "realidad" (tú entrecomillas su existencia). La realidad no es lo real, tampoco es el destino o lo que puede llegar a ser el difuso objeto de este torpe debate de besugos. "Dejemos las grandes palabras", recuerdo que dijo Nothomb en una entrevista respondiendo a otra cuestión en "realidad", aunque no en el fondo.
    El cuento considerado como entiendo que lo haces tú, como un “género” que es “narrativa”, es efectivamente un paso previo a la narrativa más larga, la novela. Claro que eso es una obviedad. Pero eso es mirar con una visión totalmente taxonómica y jerárquica que ya nos viene dada, una visión profesional, burguesa y, por lo demás, tan ficticia como la más gratuita de las pajas mentales. Lo paradójico es que, en mi opinión, la mayoría de los llamados cuentistas (como la gran mayoría de los escritores, poetas incluidos) asumen la misma visión que tú, basada en géneros estancos, basada en la cultura occidental, basada en lo que tienes que hacer para triunfar. Sin embargo, hay libros excepcionales muy difíciles de encajar. Te digo uno reciente: Husos, de Chantal Maillard. Se supone que es una especie de diario-poética, pero sobre todo una teoría de la mente; lo que se supone es que no se sabe bien lo que es, y que está más cerca de la filosofía que de la poesía. A este libro le acompaña en el tiempo (en otra editorial) otro: Hilos, que es un libro de poemas, en verso y tal. Bien, pues la gran mayoría de los poemas de este segundo libro, son fragmentos literales del primero (escrito en prosa) puestos en verso. Esto sólo lo entiendo (no sé si se puede si no los has leído) como una glosa a la teoría de la mente que ensaya “en directo” el primero, teoría basada en la metáfora de los “husos” de los que salen y entran los “hilos”. Pero, fíjate, igual la autora ha hecho el segundo libro sólo para completar el significado del primero (quizá en parte también lo ha hecho para poder leer mejor lo más importante para ella en los recitales, o para lo que sea, también; la paradoja y la ambigüedad son consustanciales a la verdad: frase mía). Por supuesto que un narrador también puede hacer algo así, faltaría más. Esto último va sólo por tu menosprecio cafre de la poesía.
    Cuando dije más arriba que esto es un debate de besugos, me incluyo yo, claro. La inutilidad y la falta de interés real en los debates es algo que tengo más que comprobado en los últimos años, al menos en blogs relacionados con la literatura, excepto por lo que unos aprendemos de otros, pero jamás hay conclusiones ni, mucho menos, consecuencias "reales". Lo único que realmente importa es lo que significa la obra, está claro, pero para que la obra quede y sea entendida vale todo, por lo tanto lo único que necesitamos más allá de la obra es marketing. La crítica literaria supuestamente seria sobra, es cien mil veces más perniciosa, inútil e incapaz que el marketing. No es un boutade. Lo digo completamente en serio.
    Inutilmente,

    D.

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  51. Juan Carlos: muchas gracias primero por darme lo que pido: ideas sobre el tema real.

    Las comento a continuación.


    1. Porque se vende como un género para intelectuales ...

    (creo que es al revés: además, esto se contradice con lo que dices en el punto 4: para niños)

    2. Porque ofrecen menos cantidad de páginas por el mismo dinero

    (creo que un editor pone el mismo precio al mismo número de páginas: no más por ser cuentos: creo)

    3. Porque los lectores no saben que libro de cuentos leer, pues todos aparecen en todas partes como maravillosos...

    (date cuenta de que primero fue que la gente no leía cuentos y luego fue que los escritores defendieron el género)

    4. Porque el 90 por ciento de los lectores asocian "cuento" con "niños".
    (dicho va)

    5. Porque cuando insistimos tanto en las bondades del cuento debe de ser que tenemos algo que ocultar y eso la gente lo nota y pasa.

    (sí, es el problema de la discriminación positiva)


    8. Porque la gente que prefiere la novela al cuento toca mucho las pelotas, pero luego pierden el culo por salir en las antologías. Mola ser un cuentista en los ratos muertos, da cierto prestigio y le pone mucho a las amantes viudas al parecer, porque supongo que no lo harán por el dinero.

    (totalmente de acuerdo: mea culpa. si me piden un cuento para una antología no digo que no porque tengo que hacer marketing myself)

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  52. Es otro debate, D., pero me interesa mucho.

    1. Los libros inclasificables son los menos: por mucho que nos encanten libros que no sabemos de qué género son no invalida el hecho de que el Quijote es una novela y el Romancero Gitano es poesía. El vino y el agua no dejan de ser lo que son porque ahora todos bebamos cocacola. De hecho, creo que los libros "inclasificables" son perfectamente clasificables en un género aún por bautizar (den un paso al frente) que tiene una característica común: son libros de personalidad. Son libros en los que siempre (SIEMPRE) el autor queda en primer plano para que le dediquemos unos aplausos.

    Me encantan lo libros inclasificables y mataría por hacer uno como Me acuerdo de Brainard: pero no por eso me voy a poner postmodernuqui y decir que se han acabado los géneros y aquí vale todo.

    Es tan sencillo como que tu amigo P. está leyendo y tú le dices: qué lees, y el te dice: una novela, o: unos cuentos. No te dice: leo un libro inclasificable. Porque eso es ya no decir nada, es ya la incomunicación.

    Qué haces: algo inclasificable. Guay.

    Por otro lado, estoy en contra del marketing. Cada vez más, de hecho. Aunque tu idea de que el marketing es más necesario que la crítica me encanta.

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  53. Bien, pero hay que tener en cuenta primero fue, es y será lo inclasificado y luego la clasificación. Vg: Metafísica, los libracos que estaban tras el estante de la Física.
    Aparte de esto, es evidente que existen ciertos arquetipos o paradigmas o epistemés que nos permiten juzgar y que se prolongan a lo largo de la historia, por lo que es de suponer que tienen un sustrato real o moral profundo; aunque esto, aunque suene nazi, me parece más genético que otra cosa.
    Cuando he dicho marketing me refería en realidad a visibilidad, que la obra sea visible, y esto puede depender sólo de factores como publicar en una editorial con una distribución decente y ser conocido entre otros escritores. Baudelaire (de mala memoria) dixit: “El hombre de letras debe aspirar a la caja del librero y a la estima de sus iguales”.
    Creo que está clarísimo que son lo lectores y no los críticos los que colocan las cosas en su sitio.
    El marketing como principio de, algo habitual en los últimos años, es totalmente perverso y además te obliga a tragar con productos depresores como La Oreja de Van Gogh sin que tú quieras. Siempre puedes irte del bar, ¿no? ¿Pero si me quiero acabar el cubata?
    Pero qué pasa cuando alguien escribe uno de esos libros inclasificables, cuando es su primer libro. Que no tendrá visibilidad. Y qué hará con el segundo: ¿escribirlo para que sea clasificable? Quizá sí, y quizá lo haga sólo para que se lea luego el primero; pero quizá, también, porque también le interesan los géneros. O quizá le salga algo malísimo.
    No obstante, con lo del fin de los géneros estoy plenamente de acuerdo contigo. Me parece algo muy irrealista y muy presuntuoso (cuando no netamente marketiniano).

    D.

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  54. Estoy muy de acuerdo con todo el planteamiento de este post.

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  55. Petición: haz posts más cortos o invierte los colores de texto y fondo, por favor...

    Después de la última entrada he tenido que quitarme los ojos y dejarlos un rato en un vaso con hielo.

    Me gustó mucho El estatus.

    David Barreiro

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  56. "La realidad: a) no me atraen los libros de cuentos tanto como las novelas; b) a casi todo el mundo le pasa lo mismo. Ergo: trato de pensar por qué."

    Joder, vaya argumento...

    Casi todo el mundo no lee.
    Del poco mundo que lee, casi todo lee bazofia comercial.

    No hay que pensar mucho por qué.

    O nos llevará a "deducir" que los programas del corazón son más interesantes que toda la literatura universal.

    Borges no me pone.

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  57. Para empezar: la gente de letras está incapacitada para la discusión, si no no serían de letras.

    Todas las discusiones de letras se achacan a "realidades" místicas, de ahí que utilice usted tan bien la palabra dogma, porque no tiene potestad para decir axioma. Ahora otro dogma, para divertirnos: Dios creó la tierra hace seis mil años.

    Bien, ya creo haber comprendido lo que quería decir y le doy la razón, pero puesto que su visión de la literatura es la de una especie de competición de nihilismo en la que aquella es esto y no es lo otro, y aquél es una mierda y este otro es bueno, si usted continuara, llegaría a una conclusión innegable: lo que dijo 505, escribir está sobrevalorado, lo difícil es componer sinfonías.

    Sí, hay muchos cuentos y cuentistas de mierda, unos putos vagos, el problema viene de antiguo, de que vale todo.

    Sin embargo, a mí me parece más difícil escribir un cuento como Borges (porque Borges mola), que escribir La insoportable levedad del ser, porque ésta es de una puta vagancia y repetición brutal.

    También dice usted que una novela puede esquilmarse hasta dar un cuento (cosa que tiene mucho sentido si le quitamos todo el relleno absurdo que en todas las novelas es igual). ¿Valdría menos ese cuento que la novela, un cuento que para escribirlo, necesitamos escribir una novela primero? ¿Fue más fácil escribirlo sólo por ser un cuento?

    Podría usted, en otro intento de provocación barata, responder que, efectivamente lo es, porque escribir el cuento nos costó menos que la novela, aunque no podríamos haber escrito el cuento sin la novela.

    Yo tengo otra metáfora: la novela es el andamio del cuento. A veces es más grande que el edificio, antes molaba ver el andamio, el andamio también tenía su punto, un andamio puede ser muy bonito, hay grandes constructores de andamios, pero ya hemos visto demasiados andamios. Estoy hasta los cojones de los andamios.

    A mí no me gusta la novela por eso. Yo soy, de hecho, uno de esos lectores extraños que desprecia la novela y prefiere el cuento y la filosofía, prefiero ir al grano, porel mismo principio que dice usted de la escritura. Sí, nadie va a escribir una novela que a las veinte páginas se ha dado cuenta de que es una mierda, sin embargo puede publicar un cuento de mierda que hasta él mismo sabe que es una mierda, sin embargo el cuento se lee también en un momento. La novela no.

    Y Borges mola mazo.

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  58. ("Escribir largo es como leer, mientras que escribir corto es como escribir" dice Fresán a través de uno de sus personajes) Iván Thays, comentando El fondo del cielo.

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  59. David (Barreiro), gracias por leer el post y la novela. Sin embargo, no tengo intención de cambiar el diseño del blog: sugiero copiar y pegar en un word...

    Muy interesante la cita de Thays de Fresán. Me suena cierta.

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  60. Un cuento se puede escribir en una tarde, si, claro, por supuesto que es posible.

    Pero tambien es posible escribir un libro de cuentos o relatos en 5, 6, 7 o 10 años. Incluso un cuento o un relato se puede escribir en 1, 2 o 3 años. Si. ¿Por que? Pues supongo porque el autor simplemente quiere escribir un texto de calidad y huir del topico y otros caminos ya transitados millones de veces.

    Y recorrer esa senda, establecer esa 'jurisprudencia literiaria'supone (salvo que se sea un genio y solo pienso en Rimbaud, el resto ha currado como animales) probar, corregir, comerse la hoya, leer, mirar, buscar, en fin TRABAJAR DURO = MUCHAS HORAS.

    Lo que quiero decir, es que un libro de relatos, o un solo relato puede provocar el mismo o mucho mas sudor que escribir una novela. Ambos trabajos merecen el mismo respeto y considero imposible establecer una jerarquia. Este es el truco del arte, amigos, aqui no se gana por goles, esto es una jungla de subjetividades.

    Matias Ovelha

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  61. Pienso que la poesía es mucho más valiosa que el cuento y éste más que la novela. Mi jerarquía se basa en un criterio muy distinto al expresado aquí. La novela requiere mucho esfuerzo, trabajo de albañil, es, en definitiva, de obreros. La clase baja, inculta, inferior, incapaz de ganarse la vida más que trabajando como mulas. La poesía es para los sublimes, los vagos, los vividores. Los que odiamos a los obreros y sus defensores. Lo digo sin ánimo de ofender a nadie (salvo que sea obrero).

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  62. Matías: en eso estamos de acuerdo; sin embargo, como he dicho ya dos o tres veces, lo que busco aquí es la respuesta a la cuestión: por qué los cuentos atraen menos a los lectores que las novelas, y he pensado en por qué me atraen menos a mí también.

    Me acabo de sacar Silvio en el rosedal de Ribeyro y no puedo, no he podido aún, leer un cuento entero.

    Xiscu, tu argumentación me parece divertida, lo cual no es poco.

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  63. En mi opinión, la gente prefiere la novela al cuento por las mismas razones (o razón) que prefiere una película de duración normal a seis o siete cortometrajes de quince minutos juntos uno tras otro. Es decir, si decides emplear tu tiempo (y dinero) en entrar en una historia pides que esta dure lo suficiente.

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  64. Estoy muy en desacuerdo con todo el planteamiento de este post.

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  65. No hay géneros menores, ni "prácticas" menores. Hay autores menores y obras menores. Cuando alguien quiere tirar por los suelos un género literario, lo juzga a partir de sus obras menores. Eso es manipular la información para que apoye nuestra tesis.

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  66. Feliz año, Alberto, espero que los Reyes te traigan muchos libros de cuentos. Yo este año nuevo me he puesto como meta terminarme una novela de más de doscientas páginas.

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  67. Feliz año. Espero carbón, o sea, libros de poesía.

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  68. Opino como lectora.
    Me gustan algunos autores, Lezama Lima, Virginia Wolf, Única, Bernard, Andrés Trapiello, Gamoneda,
    no hago distingos de géneros, leo y disfruto de la lectura, de cómo se interpreta al mundo sea real o imaginario.
    ¿Desde cuándo la literatura se mide por Kilos o extensiones o cantidad de páginas? Qué simplismo.
    Tampoco me interesan demasiado qué es lo más vendido o lo más leído, porque a veces es solo cuestión de modas.
    Miro mis libros y apenas hay libros de gran tamaño físico, y sí muchos lomos estrechitos, ya has adivinado? Sí, me gusta leer poesía.Y los lomos más gruesos son de libros de Filosfía, de Antropología e Historia. Sería una tontería hacer un porcentaje sobre una base de unos cinco mil libros. Este año espero añadir alguno tuyo, a ver si acabo de decidirme, con los autores nuevos y desconocidos, me cuesta un poco. Ves? de qué depende que vaya y compre y lea un autor que no conozco? No de si eres novelista o cuentista, si no más bien de que temo que me den gato por liebre.

    Quizá sea un comentario tonto y ramplón.

    Feliz Año.
    Saludos.

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  69. Sobre escribir cuentos:
    http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/maestros.htm

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  70. Estoy de acuerdo con “Marta”, cuando dice que no hay géneros menores, sino obras menores. De sus insuficiencias como lector (la poesía, por ejemplo), el autor pretende hacer norma; es como si un daltónico se empeñara en que quienes no tenemos problemas con los colores somos los equivocados, y que su manera de ver es la única legítima. No sé a cuantísimas docenas de novelistas le parecerá inferior Pessoa (o Emily Dickinson, o Cernuda, o Dante, o San Juan de la Cruz), pero sé que eso es problema suyo. O Borges, a quien se cita, o Poe, o Chejov, o tantos cuentistas excelentes. La literatura no se mide por metros. Esa insuficiencia suya como lector me recuerda la que aparece en “Contra los poetas”, de Witold Gombrowicz, quien intenta aclarar su desvío de la poesía señalando que el azúcar puede estar muy bien en ciertas ocasiones, pero que un plato de sólo azúcar es demasiado. Si de verdad Dante le parece “un plato de sólo azúcar”, sólo podría recomendársele un poco más de humildad; la suficiente, al menos, para tomarse el trabajo de aprender a leer. La verdadera poesía no pretende endulzar nada; es, simplemente, otra manera de mirar el mundo. Hay quien es incapaz de percibirla. No pasa nada, todos tenemos limitaciones. Pero cuando alguien se muestra orgulloso de las suyas, y pretende convencernos a todos para que las adoptemos, ciertamente hay algo en él que no funciona.

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  71. Sobre cuentos, ¿conocéis los tres volúmenes de cuentos sobre el Madrid de la guerra de Juan Eduardo Zúñiga?

    Son de todo menos simples. Al hilo del post: 1)se conoce que le llevó unos cuantos años escribirlos.
    2)el autor es también novelista.

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  72. "With a novel, which takes perhaps years to write, the author is not the same man he was at the end of the book as he was at the beginning. It is not only that his characters have developed--he has developed with them, and this nearly always gives a sense of roughness to the work: a novel can seldom have the sense of perfection which you find in Chekhov's story, The Lady with the Dog."
    — Graham Greene

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