lunes, 28 de marzo de 2011

Autoficción, un minuto y medio en la vida de Alberto Olmos

Untitled from Alberto Otros on Vimeo.

Relato autobiográfico

El domingo 27 de marzo Alberto Otros estaba sentado en una silla y mirando la pared. Su mente no la ocupaba ningún pensamiento en especial. Tomó un lapicero de Ikea y jugueteó con él entre los dedos. Después echó mano del libro de César Aira Cómo me hice monja, leyó su contraportada y, finalmente, empezó a leerlo por la primera página.

Reseña de "Relato autobiográfico" en la revista Lecturas profundas.

Alberto Olmos recurre nuevamente a su alter ego, Alberto Otros, para contarnos su vida privada. Sólo el propio autor sabe realmente lo que hizo durante ese minuto y medio del domingo 27 de marzo, entre las 17.34.09 y las 17.35.39.

Autobiografía

El domingo 27 de marzo de 2011, entre las 17.34.09 y las 17.35.39, si mal no recuerdo, no hice nada en especial. Estaba sentado en una silla de mi habitación, mirando la pared. Creo que cogí un lápiz de Ikea que me habían traído, junto a otro montón de ellos, para subrayar libros. Luego lo dejé sobre la mesa y me puse a leer. Un libro de Walter Benjamin, seguramente.

Reseña de "Autobiografía" en la revista Lectura y sustancia.

La autobiografía de Alberto Olmos, tan esperada, decepciona a sus fieles lectores, que apenas encuentran en ella datos consabidos (sus famosos lapiceros de Ikea) y olvidos interesados. El autor parece eludir los rincones más oscuros de su propia vida, pues se escuda en su memoria para señalar como libro que leía, seguramente, el 27 de marzo de 2011, entre las 17.34.09 y las 17.35.39, uno de Walter Benjamin, que sólo comparece para saciar el ansia del autor de darse aires.

Autoficción 1

Alberto Olmos se sentó y cogió un lapiz y lo hizo girar entre los dedos. Miraba la pared, y pensaba. Se le ocurrió una novela que tratara en exclusiva el tema del talento. Buscó entre los libros de su poblada biblioteca y se encaprichó con Cómo ser monja, de César Aira. Poco a poco, su propósito de escribir una novela sobre el talento se vio saboteada por la lectura del relato autobiográfico de César Aira, que le hizo cuestionarse su propia capacidad y asumir el disparate de querer dedicar su primera novela a un asunto tan delicado.

Reseña de "Autoficción 1" en el suplemento Genette über alles.

Juego de moda, ya practicado hasta el hartazgo por Javier Cercas, Enrique Vila-Matas, Manuel Vilas, Antonio Orejudo o Javier Marías, la autoficción tienta en esta ocasión a Alberto Olmos, que retoca su trayectoria literaria al situar como posible primera novela suya El talento de los demás, que, como es sabido, fue su cuarto título publicado, y al sugerir que se trató de una novela que nunca escribió, por culpa de una obra de César Aira (asimismo autoficcional, cómo no), incluida en este "Autoficción 1" con ánimo confundidor y anhelos de subvertir el "pacto autobiográfico", por cifrar a lo Lejeune.

Autoficción 2

Alberto Olmos se sentó y cogió un lapiz y lo hizo girar entre los dedos. Miraba la pared, y pensaba. Se le ocurrió una novela que tratara en exclusiva el tema de los escritores que dejan de escribir. Buscó entre los libros de su poblada biblioteca y se encaprichó con Cómo ser monja, de César Aira. Poco a poco, su propósito de escribir una novela sobre los escritores que dejan de escribir se vio saboteada por la lectura del relato autobiográfico de César Aira, que le hizo cuestionarse su propia capacidad y asumir el disparate de querer dedicar su primera novela a un asunto tan intrascendente.


Reseña sobre "Autoficción 2" en la web Barthes über alles

Juego de moda, ya practicado hasta el hartazgo por Javier Cercas, Manuel Vilas, Antonio Orejudo o Javier Marías, la autoficción tienta en esta ocasión a Alberto Olmos, que retoca su trayectoria literaria al situar como posible primera novela suya Bartleby y compañía, y al sugerir que se trató de una novela que nunca escribió, por culpa de una obra de César Aira, asimismo autoficcional,  incluida en este "Autoficción 2" para parodiar la "autobiografía parcial".

Autoficción 3

Alfredo Olmedo, ágrafo trágico después de haber publicado dos novelas sobre su estancia en Japón, y convencido de que debía evitar una tercera obra nipona que encasillara su obra en la transterritorialidad, se sentó en su mesa de trabajo y, con la ayuda de un lápiz de Ikea y una pared gobernada de gotelé, consideró la posibilidad de escribir una obra sobre el talento de los demás, motivo tan sugerente que le hizo abrir a voleo el primer libro que encontró sobre la mesa, que no era otro que Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matas.

Reseña de "Autoficción 3" aparecida en Pasajes de los libros

"Autoficción 3" cabalga con esmero sobre la onda expansiva de lo que hemos convenido en llamar "autoficción", al presentarnos un personaje narrador de onomástica sospechosamente afín a la del propio autor y con una profesión, la de escritor, cuyas obras remiten unidireccionalmente a las del propio Alberto Olmos. El guiño al Bartleby de Vila-Matas que cierra la obra redondea un homenaje sutil que se inicia intertextualmente, con ese "ágrafo trágico" que iniciaba asimismo la novela El mal de Montano.

Autoficción 4

El domingo 27 de marzo llevaba por la mitad el libro de Manuel Alberca El pacto ambiguo, y tenía en la cabeza las distinciones que hacía entre autobiografía, novela autobiográfica y autoficción, y mis dudas respecto a que algo tan de moda como la etiqueta "autoficción" fuera en absoluto novedoso, aparte de como herramienta masturbatoria de la crítica literaria más refitolera. Pensé que los autores siempre echaban mano de su vida para escribir sus novelas, y que proponer la calidad de una obra en virtud del "juego" que podía establecerse con el lector sobre la fidelidad a lo real de los lances narrados era un modo, mayormente, de desviar la atención sobre el hecho de que los novelistas hubieran llegado a creerse el género favorito de los lectores. Pensé además que las mencionadas "realidad" y "ficción" no conformaban en verdad un monstruo siamés, por cuanto toda ficción es en su integridad una documentación no fiable de la realidad, una lectura en sí misma. Se me ocurrió grabarme en vídeo durante no mucho más de un minuto, con la intuición de que ese vídeo pudiera ser considerado la "realidad" de la que se habla cuando se menciona una mezcla de "realidad y ficción" y así dotar a ese concepto, "la realidad", de perfiles incuestionables, para después hacer autobiografía de un minuto y medio de mi vida, y novela autobiográfica, y autoficción.

Reseña de "Autoficción 4" en la revista Autoyó

La edición para tabletas de "Autoficción 4" viene acompañada de un vídeo del propio autor, de bajísima calidad y sin sonido, que no aporta nada sustancial al relato, y donde sólo se ve a Alberto Olmos sentado en una silla, cogiendo un lapicero y abriendo un libro.

21 comentarios:

  1. El libro (de Aira) está dignamente editado, pero los lapices de Ikea son horrendos; es decir, A.O. tiene mejor criterio como lector que como escritor (a lapiz)

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  2. Pero qué guapo sales... Se echa en falta un streaptease o algo...

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  3. ¡Me encanta! ¡Así da gusto empezar el lunes! Se me ocurren má exclamaciones, pero me contengo (por ahora) porque me voy a clase.

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  4. Madre mía!!!

    Esto sólo puede deberse al atracón de Borges del otro día.

    La hybris es lo que tiene, que es muy dañina.

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  5. Luego se molesta usted si se le habla de Foster Wallace, pero a veces lo pone a huevo. Por hacer un contrapunto que considero necesario diré a las mujeres piropeadoras que los encuadres de las fotos sugieren alopecia.
    Saludos

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  6. Aquí más de una (y más de uno), debería realizar alguna que otra actividad lúbrica entre libro y libro, que hay tiempo pa tó,... y se queda una como nueva, hacedme caso.

    Y cambiando de tercio, me voy a quedar con las ganas de leerle un comentario sobre Japón, Sr. Olmos. ¿Acaso se contagió irremediablemente de la impasibilidad nipona?

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  7. Yo creo que esto es por el cambio de hora

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  8. Ser calvo tiene que ser una putada: siempre se especifica "un calvo guapo", como si un calvo no pudiera ser guapo de por si. Y la barba no arregla nada, sólo hace que al tener más pelo en la cara que en el cráneo parezca que el calvo tiene la cabeza al revés. Una pena.

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  9. mmmmmm... qué guapo!

    aunque está usted echando papadita, del tanto leer y tan poco dormir...

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  10. Ya puestos, mejor que salieras en pelotas; para que el descojone fuera mayor, digo.

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  11. El vídeo y el post son la rehostia.

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  12. Los comentarios empiezan a parecer los que recibía Malherido

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  13. El aburrimiento es el que mueve el mundo, no el amor (I think).
    Te favorecen las gafas nuevas.
    CLEA

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  14. Ni puto caso. Es un placer verle auqnue sea por unos instantes en video.

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  15. Opino: A.O. es ideal de cabo a R-A-B-O

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  16. De haber conocido vuestras auténticas inquietudes, habría puesto sólo el vídeo, la virgen.

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  17. Lo estoy flipando...

    Visto lo visto, yo que usted no volvería a ¿provocar?, que aquí la gente pierde el norte fácilmente.

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  18. ALbert, conoces de sobra nuestras "auténticas inquietudes".

    PD. Cuando estés soltero llámame, copón.

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  19. Cómo te han comido la olla los carriones! Al final, hasta te van a gustar estos jueguecitos en serio y se acabó el gran Olmos, el "largo". Aunque bueno, es divertido.

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