En Madrid, a mediados de marzo de 2011, el novelista Alberto Olmos (1975-2045) concluyó exhausto la lectura de Obras Completas / Jorge Luis Borges (1899-1986), Emecé, Buenos Aires, 1974, edición dirigida y realizada por Carlos V. Frias, que contiene los títulos Fervor de Buenos Aires; Luna de enfrente; Cuaderno de San Martín; Evaristo Carriego; Discusión; Historia universal de la infamia; Historia de la eternidad; Ficciones; El Aleph; Otras inquisiciones; El hacedor; El otro. El mismo; Para las seis cuerdas; Elogio de la sombra; El informe de Brodie y El oro de los tigres, de signatura biblioteconómica N BOR obr, propuesta al préstamo en seis bibliotecas de la Red de Bibliotecas Públicas de la Comunidad de Madrid (BPCM): Canillejas, Central, Latina, Moratalaz, Retiro y Usera (2 ejemplares), y Disponible próximamente (http://www.madrid.org/biblio_catalogos/) en todas ellas desde el momento en el que Alberto Olmos devuelva su ejemplar a la sede pertinente, acontecimiento inevitable pero aún no provocado debido a una parálisis contemplativa del voraz lector y pertinaz novelista sobre el volumen de 22 centímetros de alto y 1.161 páginas de profundidad, verde por fuera y amarillo por dentro, ligeramente descuajaringado, mirada inquisitorial donde las haya y especulativa asimismo, aparejada a una actividad cerebral que, contaminada por la gula de la lectura, da en pensamientos burborgeantes como si N BOR Obr es cifra de algún misterio monumental (N BOR obr, N BRO BRO, N obr obr, Norborb, Bronbro, etcétera y con wikipedia), si el tormentoso timbrado de fechas de devolución obligada del libro visibles en la hoja correspondiente se rige por alguna pauta secreta (como natalicios de escritores islandeses, obituarios de bardos ingleses, efemérides del calendario mandarín, visabras del Tiempo Paralelo, entre otras), si el lector que hace quince años, y también llamado Alberto Olmos, que leyó esta misma edición de Emecé, es el mismo (o no) que el que acaba de leer la edición de Emecé, y si, siendo el mismo, está siendo influido él ahora por él antes (o al revés), siendo el Alberto Olmos en curso precedente desde el futuro del Alberto Olmos bisoño que leyó antes que él (la cursiva es de Borges) Obras Completas /Jorge Luis Borges, Emecé, etcétera (tesis todas a las que ayudarían hechos como que, quince años después, y habiendo apreciado nueva y exactamente los mismos dos o tres cuentos del maestro argentino -Emma Zunz, Esquina Rosada...- y diez o veinte expresiones y metáforas -"surtirá de puñales", "el espejo inquietaba el fondo de un corredor"-, Alberto Olmos se oyó a sí mismo repitiendo la misma frase que Alberto Olmos se oyó asimismo repitiendo hace quince años, a saber: No soporto a Borges), si la similitud extrema en el arranque del cuento El inmortal y el cuento El informe de Brodie, a pesar de estar separados por 21 años germinales, fue intencionada por parte del autor o se debió a un desdoblamiento de Jorge Luis Borges que empezó un cuento en 1949 y lo acabó dos veces, siendo la segunda en 1970, y constituyéndose ambas redacciones en palimpsesto sutil para un relato magistral que quedó a medio camino de tintas y de manos, en tierra de Nobel y de nadie, fatalmente; si Jorge Luis Borges hacía esos poemas tan espantosos por un motivo razonable, como que sus rimas quevedianas configuraban sinfonías silábicas que servirían a los alienígenas venideros para comprender a la Humanidad en su conjunto o a Borges en su matemática; todo esto pensaba Alberto Olmos a punto de erguirse para transportar Obras Completas / Jorge Luis Borges al anaquel N de novela y B de Bernhard (BER), Bioy (BIO), Bolaño (BOL) y finalmente BOR (ges), en la desconsoladora certeza de que entre las 1.162 páginas de aquel volumen lleno de cuentos llenos de libros que los personajes abrían para encontrar extrañezas y japoneses él, después de cuatro días de lectura y manoseo, de fatigar la celulosa, y de una última prórroga a la epifanía de: un marcapáginas, una flor, una hoja otoñal, una lista de la compra o una de animales del emperador, no iba a encontrar trágicamente nada residual y humano, y pequeño, perdido allí, en aquel vasto paisaje sin obsequio.
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Tiempo: ∞
Cigarrillos: 8
Casémonos; yo quiero a alguien de discurso ininterrumpido, agobiante, hilarante. Casémonos. Pediré la mano a tu padre...
ResponderEliminaryo si me comiera catorce kilos de sushi de una sentada también odiaría el pescado crudo... ¿has intentado leer a Borges en pequeñas dosis, nigiri a nigiri? ¿Ni siquiera te gustó el makificciones o el temakialeph?
ResponderEliminarjo, parezco tonto con esta alegoría culinaria... fin.
Jo, ¿ni siquiera los poemas? De estas calles que ahondan el poniente, una habrá, no sé cuál, que habré caminado ya por última vez... Yo leo a Borges pensando en esa foto en la que aparece meando, con su vista de ciego perdida, en unos orinarios públicos.
ResponderEliminarRegards,
I.
Tiempo: infinito, lo que en palabras de Alberto Olmos quiere decir catorce minutos.
ResponderEliminarPara no ser plato de tu agrado, menudo panegírigo antiborgiano, o antipanegírico borgiano, has elaborado, prolijo o/e infinito. No creo que merezca tanto esfuerzo ni tantos cigarrillos letales. Si yo dijera que no soporto a Thomas Mann, ¿a quién le importaría?
ResponderEliminarSaludos.
Ahora sólo te queda volver a leerte el libro del desasosiego.
ResponderEliminarY yo con estos grelos...Borges era gallego, lo de inglés, sudaca, lunfardín y suizo eran ocultaciones, los que no sois gallegos, sino segovianos no lo entenderéis nunca.
ResponderEliminarPero era un mal poeta, eso sí, y no nos libró de eso, como si de sus novelas, que huubieran sido horrendas.
¿Entonces qué hacía bien el puto gallego ese? Pues lo breve, el aforismo disfrazado de cuento, la parábola lunática, la reseña y la erudición falsa e inventada y una especie de blog malherido/Hikikomori (mis más sentido pésame) décadas antes.
Yo tengo esa misma edición
Ya sólo te quedan los tres tomos de sus "textos recuperados", misma editorial y color más blanquecino.
ResponderEliminar¡Qué gusto oírlo en labios de alguien cuya voz es tenida en cuenta! (por cierto, ¡qué labios se gasta usted!, ejem).
ResponderEliminarLeí a Borges tres veces tres a lo largo de veinte años y achaco a semejante exceso la tontería que no me abandona.
La esquina rosada, lo único que me parece algo.
Pudiendo leer a Burgess, ¿a quién le interesa Borges?
Saludos,
Antonia Burgos
Me faltó en el post incluir la reflexión eminentemente borgiana sobre que unas Obras completas sean tan incompletas, y de cómo explicamos eso.
ResponderEliminarEl Aleph (alguien preguntó) no me lo pude ni acabar de leer.
Alberto, ¿y no crees que de alguna manera se contradice con el post en el que afirmabas ser un lector textual en lugar de lector de sentido? Quiero decir que, sólo por el lenguaje que empleaba Borges cualquiera que deguste la prosa de deslumbramiento como tu a menudo has afirmado que degustas, tiene que agradecer la existencia de Borges.
ResponderEliminarEres un valiente, pero, de haber terminado El Aleph, hubieras sido valiente y pionero: el primero, descontado el autor, que ha leído las obras completas de Borges. ¿No te arrepentirás de estos excesos algún día?
ResponderEliminarArcadio, efectivamente Borges escribe de maravilla. La literatura es una locura porque, aunque escribas de maravilla, a veces no es suficiente.
ResponderEliminarJuan Carlos: los cuentistas militantes deberíais posicionaros de una vez respecto a Borges. Tu conmilitón Candeira dijo en su formspring algo como "Borges no es para mí". Declarar que no os gusta Borges es bastante daría alguna pista de por dónde van los tiros (los cuentos).
Soy borgiano incondicional y el post me gustó mucho.
ResponderEliminarTe comunico que Borges anda preocupadísimo con tus gustos ahora mismo.
ResponderEliminarHace años que estoy posicionado respecto a Borges: lejos. Creo que solo es un autor imprescindible para los necrófilos. Yo prefiero la vida.
ResponderEliminarEspero no decepcionarte, pero ya no soy un cuentista militante. Ahora escribo escritura, lo que vaya saliendo. Lo próximo que publicaré será una "novela" (Tangram) en Salto de Página a finales de este año. Y es posible que algún día, si consigo escribir mejor, me atreva con un poemario.
Puedo entender que no te guste porque no encuentras nada humano en sus libros. A mí me gusta por lo mismo: la gracia de Borges es, me parece, que es inhumano, que sus libros parecen escritos por un extraterrestre o una inteligencia artificial que sólo conociera a los hombres a través de los libros.
ResponderEliminarPor otra parte, algo se te pegó mientras lo leías, hace poco te leí en el fs algo así como que los valientes son unos impostores, y que los verdaderos valientes son cobardes que se redimen en único acto pasajero, que me parece una idea sumamente borgeana y sobre la que, de hecho, Borges escribió varios cuentos.
Juan Carlos, ¡por fin has visto la luz! Enhorabuena. Me alegro por Salto de página, que llevaban meses sin saltarme en ninguna página web. Lo de Borges me sorprende, más que nada, porque es el lugar común de defensa del cuento, etc. Da igual.
ResponderEliminarFatilista, evidentemente ya me gustaría a mí haber escrito un libro como "Ficciones" y haber sido leído 34 veces por Ricardo Piglia, pero eso no obsta para que Borges Completo me cargue muchísimo. El valiente puntual apuñala la literatura desde Homero a La roja insignia del valor (XIX), pero es verdad que Borges lo recupera con esmero.
Adoro al Dios de la literatura, que es Borges, y adoro al Diablo ese al que representas, lo llames como lo llames.
ResponderEliminarParadojas del ateísmo.
Así que tú, deslenguado y mordaz de salón (virtual), tienes habilitada la moderación de comentarios?...uhmmm.
ResponderEliminarQue decepción!!!
También tengo cerradura en la puerta de mi casa, amor.
ResponderEliminarPor otro lado, entre los comentarios "censurados" hay sobre todo informaciones perniciosas para otras personas.
Te creo, te creo, te creo!!!!
ResponderEliminarParece que sigue de moda la crítica contínua a los clásicos por "viejunos"... mientras seguimos llenando estanterías con noveles intrascedentes que no aguantan ni el paso de un almanaque de taller.
ResponderEliminarBussines are bussines at least...
Sófocles (siglo V antes de Cristo) es un clásico. Jorge Luis Borges (muerto en 1986) no.
ResponderEliminarY a mí no me has oído hablar más de Sófocles, ¿a que no?
Faulkner murió en el 62... ¿será de la generación pre-nocilla?
ResponderEliminarPor cierto, tampoco te he leido nada sobre él.
Defineme clásico desde tu limitada ventana temporal.
ResponderEliminarY una vez conseguida la hazaña, pregúntate, ángel caído, ¿es tu concepto de clásico el único y verdadero?
Evidentemente, mi concepto de clásico es el único y verdadero. Al igual que cualquier cosa que digo yo es la verdad absoluta.
ResponderEliminarEtc.
Crack
ResponderEliminarEste texto sí que te ha salido un poco DFW, aunque no te guste reconocerlo.
ResponderEliminarNo recuerdo quién dijo que la filosofía occidental no era más que un montón de notas a pie de página de Platón. Y tampoco sé quién dijo algo parecido respecto a Hegel: a partir de él, todos los filósofos están con él o contra él; por mucho que se esfuercen, no hay manera de dejarlo al margen. A mí me da que en literatura, hoy día (y quizá por mucho tiempo), pasa algo parecido con Borges. Supongo que este post es una prueba tan buena o tan mala como cualquier otra.
ResponderEliminara mí lo de n bor me suena a niels bohr,estoy de acuerdo en que borges cansa,a mí me gusta un poema sobre dos soldados en las malvinas
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