martes, 30 de abril de 2013

La fiesta ha terminado (*)

Creo que fue hace un par de años cuando tres autores -alguno de ellos sin obra, pero ¿qué más daba?- decidieron fundar su particular movimiento literario. A fin de cuentas, todo movimiento literario no es apenas otra cosa que la misma decisión de fundarlo, ese gesto, sumado a cuatro frases contundentes y a un logo y, claro, también a un nombre, a ser posible pegadizo. Estos se llamaron Nuevo Drama

Nuevo Drama proponía algo muy simple: la vuelta al ídem, el regreso de las tramas y la revalorización estética del personaje. Aunque no les hicieron mucho caso, salvo para hundirlos o zaherirlos, su tesis se contraponía vigorosamente a la del movimiento tronante anterior, conocido como Generación Nocilla. Daba cierta validez al Nuevo Drama que incluyeran en él a Javier Calvo, escritor sin el cual ningún movimiento joven de nueva narrativa tiene en verdad sentido. Cuando Javier Calvo declara en su blog que NO TIENE NADA QUE VER con tal o cual movimiento, entonces... we are talking -que dirían en Boston-.
Pues bien: los de Nuevo Drama han acabado teniendo razón. Veamos algunas Señales que Precedieron a Semejante Triunfo Inopinado.
Primera señal. El año 2013 se inició con la publicación de Intemperie, de Jesús Carrasco, una novela donde lo más pop que aparecía era un botijo. El autor, de cuarenta y un años de edad, sitúa su relato en el agro, y además en una época muy anterior a la invención, no ya de whatsapp, sino de los mismísimos sobres autofranqueados. Miguel Delibes era su dios tutelar, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, por sus páginas más inusuales, su artillería; y los personajes "arquetipo", el punto de apoyo de toda la obra. He visto una faja donde dice 7ª edición; he visto untwit que dice que un periodista que creo que se llama Francino considera Intemperie "la mejor novela de 2013" (para Francino el año literario termina en abril); he visto a Senabre feliz. Algo estaba pasando, amigos.
Segunda señal. También vimos a Senabre encabronado: " Si el autor continúa empeñado (...) en yuxtaponer escenas sueltas o citas caprichosas, (...) ignorando que lo que sucede en cualquiera de esos pasajes tiene que estar necesaria e inequívocamente relacionado con las demás situaciones, y que no puede haber diálogos -a menudo tediosos- o actuaciones de carácter gratuito, sin engarce con el resto, malgastará sus buenas ideas..." Porque la fragmentariedad -también conocida como: no sé hacer novelas y por eso hago esto- ya no cuela.
Tercera señal. El movimiento Nocilla encontró en la revista Quimera un boletín oficial para sus manifiestos, sus novedades editoriales y sus caprichos de toda laya. Vicente Luis Mora escribió un número entero él solo y eso era un hoaxAgustín Fernández Mallo vio su novela fundacional,Nocilla Dream, elegida mejor novela del año y cuarta del milenio, y eso era democracia. Hasta dejaban escribir allí a Miguel Espigado. Pues bien: este mismo mes se presentaba el nuevo equipo de redacción de la revista, y en su salutación a los lectores -que intitulan "editorial" a pesar de venir firmada por el director: primero de Periodismo- decían cosas como blablablá "sin exclusiones reduccionistas"; luego, en el índice de contenidos del nuevo número, resulta imposible encontrar un solo nombre coincidente con alguno de la decena larga de nombres usuales que firmaron en esas páginas en los últimos años. La nueva etapa de Quimera arranca con un monográfico sobre el cuento.
Cuarta señal. Manuel Vilas.
Me ha llamado mucho la atención la nueva novela de Manuel Vilas, seguramente el autor más significativo en tantos aspectos de la susodicha Generacion Nocilla. Ya en su día, cuando hacía declaraciones al hilo de sus novelas España, Aire Nuestro o Los inmortales, pensaba uno en cómo iba a jusfificar Vilas en un futuro inmediato un más que previsible abandono de sus formas experimentales, sus referencias egostistas, sus fotografías y su discurso visceral contra la novela de toda la vida. Pues ha sido bien fácil: lo ha hecho sin más. Ha visto la luz. "Manuel Vilas ha muerto", Manuel Vilas dixit.
El luminoso regalo no incluye -e incluye unos quince- ningún entrecomillado de lo que sus coetáneos nocilleros hayan podido decir de su obra anterior, salvo ese "Manuel Vilas es el escritor más peligroso que hay ahora mismo en España", de Javier Calvo, sin duda el mejor blurb de la historia de nuestra literatura -o de la historia de nuestras fajas promocionales-. Por si alguien no lo pilla, en la cuarta de cubierta se afirma: "MV abre un nuevo camino, de corte realista, en su narrativa". Pero, por si todavía queda algún idiota por ahí, el propio MV se está encargando en las entrevistas de confirmarnos el volantazo que le ha dado a su proyecto literario, con la intención expresa de " ampliar mi cuota de lectores, abrir las puertas de mi obra a un público más amplio" y con la vista puesta, qué en la narrativa " propia del siglo XXI", sino en la del siglo XIX: "Es gracioso: ahora me encantan las novelas del siglo XIX".
Yo creo que aquí -con perdón- Manuel Vilas se ha equivocado. O sea: decir en revistas que sólo leen lectores autónomos -los 6.000 que debe de haber en España- que uno quiere que lo lean lectores/consumidores -¿unos 100.000 quizá?- trae consigo la lacerante consecuencia de que muchos de esos seis mil lectores dejan de interesarse de inmediato por tu libro -¿leer algo que quiere ser leído por todos?-, al tiempo que ni uno sólo de los cien mil otros que uno busca seducir resulta seducido: ¿frecuenta acaso el lector de Sombras de Grey o del premio Planeta El Culturalo la Microrrevista?
Yo mismo no tenía ganas de leer la novela de Vilas porque va y dice que la ha hecho para que la lea cualquiera.
Pero la he leído, y menos mal. Si bien algo se nota de su intento por "volver al drama", y por presentarnos una novela más trabada y puntual, lo cierto es que el empuje bíblico y la espontaneidad y las ganas de vivir en prosa propias del autor Manuel Vilas siguen intactas.
Miren que extracto tan delirante:
"Toda la literatura occidental habla del matrimonio; el tema de Macbeth no es la traición o la artera incitación al crimen, el tema es el matrimonio como empresa familiar de adquisición de poder. Hemos leído fatal todos estos libros. Todos hablan del matrimonio. Todos. Porque el matrimonio es el hallazgo político y cultural más grande de la Historia. Sin embargo, creo que Cristo no habló del matrimonio. Qué bien Cristó allí, qué bien."
Así las cosas, queridos escritores jóvenes, queridos postmodernos, queridos llamo-novela-a-cualquier-catálogo-de-ocurrencias- escritas-con-mi-iphone, anoten este vaticinio: la fiesta ha terminado.
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*Publicado originalmente en Diario Kafka, El Diario.es

10 comentarios:

  1. Pues Vilas se habrá librado, pero que se prepare el resto. Porque el realismo es lo que tiene: que hasta el tonto del pueblo puede leer tu novela, compararla con lo que le rodea, y concluir que no se parecen. Jur jur. Lo único que me jode es el regocijo que va a cundir entre los reaccionarios esos que llevan años pidiendo que se cuenten historias de las de toda la vida y bla bla bla.

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  2. Joder, man, qué puto gusto.

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  3. Es 'El luminoso regalo' y no 'El regalo luminoso'. Mejorable título, en mi humilde opinión.

    Buenos días,

    Mario Moliner

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  4. Yo me alegro de que volvamos al drama. El problema es que hemos vuelto al origen a través de Felipe Trigo y Delibes y no a través de Unamuno y Ferlosio.

    Todo el marketing se veía venir desde lo de Franzen. Como en España llega todo con dos años de retraso, ocurre lo que ocurre y puedes estudiar cómo se va proyectando la obra, cómo se desarrolla el proceso industrial, cómo se ejecuta el plan de inversión. Capitalismo cultural lo llaman algunos conspiranoicos.

    Aun así, no creo que haya cambiado el gusto del vulgo sino la tendencia de los culturetas. Si antes se levaba el modelito gafapastas barcelonés, ahora se lleva el "look" boina y bigotito de la provincia. Es todo un chiste, una broma pesada y tú como un loco preguntando: ¿dónde está la literatura de verdad? En tercera regional, como siempre, es decir, en la editorial que no llega, en el suicidio comercial de un bendito o en el fetichista que entre clásico y clásico te saca a un chaval con talento. Luego, ya sabemos lo que pasa. Llega papá pez y se traga el orgullo del pececito a golpe de talonario.

    Lo de Quimera es un caso aparte. Si la revista era un pitorreo, ahora es para echarse una siesta. ¿Has leído la reseña de tu Pose? Pero, ¡qué cojones de reseña es ésa? Si es que al final va a ser que si J. J. Millás ha ganado el Planeta es porque parece un escritor.

    Eso. Gran entrada, como siempre. Hay que ver el vacío que le pueden llegar a hacer a uno cuando dice la verdad. Yo no sé a qué esperan a contrartarte en un medio de los que menciones. Si viviésemos en una meritocracia estaba hecho. Pero no es el caso y toca esperar a que palmen los viejos.

    Saludos.

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  5. Cuando dentro de veinte años -puede que tus profecías sobre el fin de la literatura sean ciertas, pero es poco probable que suceda lo mismo con los estudios literarios- alguien lea una entrevista en la que un autor afirma que quiere "aumentar su cuota de lectores", me parece a mí que se va a partir de risa. ¿En serio hemos llegado a esto?

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  6. He llegado hasta aquí de casualidad. Me ha parecido muy interesante lo que cuentas. Deduzco que a Vilas no le interesaba "la novela del XIX" porque no la había leído. Es lo que tiene la Generación Nocilla: que son incultos. No conozco su prosa, pero una vez, en Valencia, acudí a un recital de poesía. El leía con una poeta que me interesa. Creo que era él, pero no estoy segura. Leyó un poema espeluznante. Era de dos que echaban un polvo en una cocina asquerosa. El poema olía a repollo o a coliflor, o alguna cosa así. Me fijé en las caras dde la gente mientras él leía: eran todas de desagrado y repugnancia. Menos mal que luego leyó la que me gusta, y la gente salió encantada de la vida.
    En mi opinión, no han leído tampoco a las vanguardias americanas. Por otro lado, decir "la novela del XIX" es meter en el mismo saco al garbancero de Don Benito, A Balzac, a Dickens, a Dumas o a Marcell Proust en el mismo saco de gatos. En fin.
    Prometo no leer a este señor Vilas, tras escuchar su polvo galdosiano. Aunque ahora recuerdo que también había un alegato contra los malos tratos.

    Adriana Castelao

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  7. No sé, no sé...ummm

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