lunes, 15 de septiembre de 2008

Te ha tocado un pesado (divertinajes)

Estamos en manos del destino cuando iniciamos, solos, un viaje largo en avión o en tren –en autobús ya es el horror insuperable–, pues es imposible prever qué clase de vecino de asiento tendremos. Los riesgos fundamentales son tres: que sea demasiado gordo o demasiado nervioso y no pare de moverse; que sus olores corporales sean más fuertes de lo que marcan los cánones; que sea de los que les gusta hablar y no pare de rajar en un trayecto que puede superar las diez horas.

De camino a Tokio, una joven española de pechos generosos –es relevante, lo siento– se siente desagradablemente observada por su compañero de asiento. Es un mirón, confiesa él mismo. La relación no empieza con buen pie, y va a peor cuando el fulano se empeña en contarle su experiencia en Japón, unos años antes. Ella no quiere oírla, pero la insistencia del mirón es eficaz; bueno es demoledora: se trata del relato de una fijación por una colegiala japonesa cuyo dormitorio veía él desde su apartamento. No se debe contar más.

La novela, de un centenar escaso de páginas, se titula Tatami (Lengua de Trapo) y su autor es Alberto Olmos (Segovia, 1975), un todavía joven escritor del que se está hablando mucho en los últimos tiempos. Olmos debutó en 1998, con A bordo del naufragio, al que siguieron Así de loco te puedes volver, Trenes hacia Tokio –sí, estuvo tres años en Japón y eso parece que marca: que se lo digan a Amélie Nothomb– y El talento de los demás.

Aparentemente, Tatami podría no ser gran cosa, pero está bien contada y bien escrita –se maneja con soltura Olmos en los diálogos, por ejemplo– y tiene dos personajes de un interés notable; quizá más ella que él: Él habla y habla, solo de una cosa, es verdad, pero en esa cosa percibimos toda la esencia de su personalidad, de tintes nihilistas y desesperanzados, el típico personaje de novela contemporánea que aspira a ser modernita. Pero esta novela no es eso, pues el contrapunto de la chica, una chica formal podríamos decir, sensata, poco tolerante con las tonterías ajenas, este contrapunto compensa la narración y enriquece el resultado de la historia. Hay una lectura posible: que los dos representen las dos facetas que todos tenemos.

A diferencia de los aviones, si en esto de internet nos ponemos pesados, es fácil librarse. Pero ustedes no lo van a hacer... ¿verdad?

Evaristo Aguirre
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Nota net: Me irrita que algunos lectores críticos hagan de menos Tatami porque "sólo tiene 100 páginas" cuando, por otro lado, se la pasan alabando cuentos, microcuentos, haikus y demás incompetencias.

21 comentarios:

  1. totalmente de acuerdo. El talento (sea de Mario o de los demás) no debe medirse por la extensión de la obra, si no por la calidad.

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  2. Por cierto, otra palabra triste: sopa de sobre.

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  3. Me irrita que algunos lectores críticos hagan de menos Tatami porque "sólo tiene 100 páginas" cuando, por otro lado, se la pasan alabando cuentos, microcuentos, haikus y demás incompetencias.

    Osea que para ti cualquier cuento es una incompetencia menos tu mierda de libro.

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  4. El cuento es un género menor, como cualquiera con dos dedos de frente sabe.

    Mi libro no es un cuento porque no puede escribirse en una tarde, plagiando a Borges.

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  5. Me he comprado tu "mierda de libro". Lo leeré (junto con algún otro en portugués, supongo) en mi primer viaje al otro lado del charco.
    Madrid-Rio de Janeiro, via Tatami.

    Que lo sepas.

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  6. Si no te gusta nada, te devuelvo el dinero.

    En serio.

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  7. No será necesario, pero veo tu farol.

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  8. Es para luego contarlo en alguna entrevista, como hizo Javier Marías...

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  9. Te irrita que los demás hagan lo que tú haces, ha quedado claro.

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  10. Si no me gusta, me regalas El talento de los demás. Sería menos casposo, y más sobrao si cabe.

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  11. Cuanto sectarismo y qué poca amplitud de miras. ¿Me dices que "El perseguidor" de Cortázar es un género menor? Por poner sólo un ejemplo. Hay cuentos con más enjundia y estructura que muchas novelas que se venden por ahí. Y tampoco se escriben en una tarde, aunque cinco minutos de Cortázar valen más que miles de horas de muchos otros.

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  12. Cortázar, qué pesado. Superad a Cortázar, por favor.

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  13. Cuando un texto es malo resulta fácil encontrarle defectos. Que tiene sólo cien páginas o que el estilo es descuidado o que no es nada más que un cuento. Cualquier cosa. En un buen relato, en cambio, los defectos se convierten en descuidos encantadores y hasta en virtudes. ¿No ocurre lo mismo cuando uno se enamora de alguien? Te enamoras de los buenos libros y les perdonas todo. Es lo que yo pienso sobre este asunto.

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  14. A lo mejor estoy de acuerdo. La perfección no es una virtud artística, sino técnica. Un puente ha de ser perfecto porque si no se caen los coches; una novela, como El proceso o Pedro Páramo, no; y nos gustan.

    Los cuentos, en su esplendor, acreditan una enorme perfección: así que ya empezamos mal.

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  15. " Los cuentos, en su esplendor, acreditan una enorme perfección: así que ya empezamos mal"
    Me lo explique.
    Significa eso que cuando el cuento resplandece es que es perfecto tecnicamente y por lo tanto ya no deberia gustarnos?
    Pero pero esos cuentos no existen.
    Ponme un ejemplo de cuento de perfeccion tecnica.
    La perfeccion tecnica no existe en literatura. La literatura que gusta tiene poco de tecnica.

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  16. Se suele decir de los cuentos que en ellos, a diferencia de las novelas, no debe sobrar nada. Eso ya nos habla de técnica, retoque, medida.

    Borges es brillante y perfecto en muchos de sus cuentos. Aunque en realidad no los he leído: me lo estoy inventando.

    :-)

    La técnica literaria existe. Negar eso es negar que Dickens había leído el Quijote antes de escribir Papeles del Club Pickwick.

    En todo caso, soy enemigo de los debates. Yo pienso que el cuento es un género menor: no necesito discutir, sólo encontrar por mí mismo otra verdad, lo que en estos momentos veo bien difícil.

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  17. Vale.
    Yo creo sin embargo que los escritores de relatos buenos son lo mas excepcional de la literatura, quizas porque hay muy pocos y no cuento a Borges ni a Cortazar porque todo lo que he leido de ellos se me ha olvidado al instante. Julio Ramon Ribeyro es muy bueno. Y muchos mas desconocidos como escritores de cuentos de fantasmas ingleses, hay un porron de relatos buenisimos por ahi que harian palidecer todas las novelas aburridisimas que se publican hoy en dia. Tampoco me gusta el cuento breve breve breve. Eso no existe. Pero el relato breve es lo mejor porque dentro puedes meterlo todo, sobrara y faltara genero, por supuesto, pero porque ha de ser imperfecto como cualquier novelita, por tanto bello, torcido y turbador.
    Los novelistas de largo... buah, a ratos son interesantes. Pero muy poco.
    Los escritores de novelitas pequeñas tienen un pase. Cuanto mas pequeña la novelita mas sabrosa.
    A partir de ahora deberias escribir solo novelitas para que te aprecie mas.

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  18. Hay más razones literarias que páginas en Tatami para hacerla de menos. Sobre todo, comparando con Trenes o el Talento. Ay, qué gente hay por ahí. Hoy he ido a una puta mierda de obra de teatro. Teatro lleno. Público aplaudiendo tres o cuatro veces. Risas. Etc. A Buenafuente le va mejor que a ti, y a Zafón. No pierdas el estilo con este montón de idiotas que te dicen que ir sin pantalones y con calcetines ganchillo por la vida es lo más cool. A ellos se lo parece.
    Cinturón de dinamita ya.

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  19. (Lo genial de Arnold es que se trata de un amigo... ¡Deja de criticar Tatami, joder!)

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