lunes, 7 de marzo de 2011

Sin romanticismos, por favor

Me agrada hablar con gente más joven que yo porque están bonitamente equivocados, inmersos en un error de estirpe idealista que pueden permitirse, como uno también se lo permitió, mientras la vida no despliegue ante ellos la baraja de lo real, los naipes posibles, el juego de verdad.

Uno de estos errores pude apreciarlo (o creí apreciarlo y considerarlo erróneo: sin soberbia, por favor, Alberto) en una charla reciente con mi amiga I., de 25 años de edad. Me echaba en cara mi joven amiga la excesiva presencia que en mis reflexiones sobre literatura tenía últimamente el dinero y, en general, elementos de todo tipo que se apartaban de la más pura pasión literaria. I. no asumía, no comprendía, no toleraba que dentro de las intenciones creativas de un escritor pudieran colarse en ningún momento cálculos espurios como el número de ejemplares vendidos, las críticas recibidas, el dinero recibido, lo que otros autores estaban publicando en ese mismo momento, por no hablar de: la existencia de editores, correctores, jefes de prensa, periodistas culturales, presentaciones de libros; para acabar en los barros del márketing, los booktrailers y la foto de la solapa.

Mi amiga I se quedó especialmente escandalizada ante el hecho de que yo, como tantos otros autores (según le dije), utilizara Google Alerts, servicio, como es sabido, que te envía un mail cada vez que tu nombre aparece citado en algún texto de nuevo cuño publicado on line, ya sea en un periódico digital o en un blog.

"¡Estáis enfermos!", fue que dijo.

El origen de este pasmo poético es fácil de localizar: se encuentra en la pasión por la literatura que a todos nos dio impulso primero, y en el manoseo, tan infinito como incapaz de desgaste, de una serie de iconos de las letras que a todos, como digo, nos sirvieron en su día de referencia.

Básicamente, son tres: Franz Kafka, Fernando Pessoa y César Vallejo.

Mi amiga I. apelaba a este último con furor, pero nos valen los tres para hilvanar la preguntadera recriminatoria pertinente: ¿te imaginas a Vallejo yendo a una presentación, te imaginas a Kafka ganando un premio, te imaginas a Pessoa pidiendo un spot?; ¿te imaginas a Pessoa tocando la batería como Agustín Fernández Mallo, a Kafka haciendo jamsessions de escritura como Patricio Pron, a Vallejo avisándote por mail de su nuevo proyecto de revista, como Jorge Carrión?

El problema, en este tramo en concreto de la reflexión, no es otro que el de conceder a Kafka, Pessoa o Vallejo una santidad que, irónicamente, procede de despojar a la leyenda de su condición de márketing primitivo, pues, a fin de cuentas, Kafka y Pessoa y Vallejo son marcas comerciales de facetas idénticas a Apple, Ikea o Absolut Vodka. Es decir: tienen prestigio, otorgan distinción y no exigen valoración propia.

Decir Kafka, simplemente, llena toda la conversación, y no es necesario ni haberlo leído, o no todo, ni mucho menos haberlo pensado. Entendemos Kafka como divisa de pureza... desde que nos enseñaron (¿quién?, ¿dónde?) que era divisa de pureza. Como nos enseñaron que Pessoa no publicó casi nada en vida, y que Vallejo sufría versos y veía llover sobre París así luciera un sol espléndido.

No eran humanos, en definitiva.

Sin embargo, hay que asumir en primer lugar que Kafka no tuvo nunca oportunidad de subir un vídeo a Youtube, ni de conceder o no una entrevista a MarieClaire.... Les ahorro los miles de ejemplos más que se me ocurren. Porque, además, tampoco parece que haya nadie en los alrededores del presente que pueda decir: yo he tomado un café con Kafka.

Nadie.

Ni con Pessoa ni con César Vallejo.

De modo que nadie puede ir con el cuento de que uno de estos autores ha mostrado la más desesperada de las envidias porque no ha salido en el número de Granta, o porque nunca lo sacan en Babelia. Su posible mezquindad (en cualquier grado, y siempre humana) nos es tan ajena que presumimos, cuando jóvenes, que no salían de su habitación, donde, salvo ligeras colaciones, no dedicaban su tiempo a otra cosa que escribir en éxtasis místico palabras inmortales.

La realidad, sin embargo, y a pesar de la dificultad, es todavía rastreable. En el fabuloso volumen Cuando Kafka vino hacia mí, se recoge la siguiente confesión postal de Franz (tan humano): “Donde André se han vendido once ejemplares. Diez los he comprado yo mismo. Me gustaría saber quién tiene el undécimo.”

Pregunta: ¿te imaginas a Franz Kafka yendo a la librería a ver cuántos libros suyos se han vendido y a comprar él mismo diez ejemplares?

En este mismo volumen, uno de los convocados a dar testimonio de su experiencia Kafka afirma: “Le daba mucha importancia al hecho de ir bien vestido.”

Pregunta: ¿te imaginas a Franz Kafka dándole importancia al modo de vestir?

Por no hablar de su pertenencia a la tertulia que se celebraba en la Farmacia de Berta Fanta (a veces acudía Albert Einstein) y de su trato habitual con autores de singular estatus, como Franz Werfel.

A estos deslucimientos de la visión mitificada de Kafka, podemos sumar otros relativos a Pessoa, que tuve ocasión de conocer en una reciente visita a Salamanca de boca y sabiduría de un estudiante portugués allí radicado. Sus palabras me dejaron muy sorprendido. Parece ser que Pessoa, entre lo mucho que dejó escrito, dejó un diario tremendamente malicioso, donde quedaba patente su estrategia delirante de convertirse (palabras textuales; planes textuales) en el mejor poeta de la Historia de Portugal después de Camoes (siglo XVI).

Pregunta: ¿te imaginas a Pessoa no escribiendo por amor al arte literario sino con la intención expresa de llegar a ocupar el puesto de mejor poeta de su país en los últimos cuatro siglos? ¿Se puede escribir así buena poesía? ¡Horror!

Dado que escribo este texto a primera sangre, sin fondear durante meses en las bibliotecas y los estudios precedentes, me vienen de memoria otros ejemplos que, en su día, dieron con mi propio romanticismo por los suelos. Uno es el de José Donoso. En su libro memorístico Historia personal del boom, declara con honestidad (ahora sí admirable) que, antes de ponerse con la que a buen seguro es su mejor novela, El obsceno pájaro de la noche, se debatía en un sinvivir de envidia por lo que, ya mismo, habían logrado Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez; o sea, grandes éxitos. Así que toca preguntar: ¿puede uno escribir su mejor libro si está pensando en que Vargas Llosa ha tocado la gloria con La ciudad y los perros y García Márquez el cielo con Cien años de soledad?

Pues parece que sí.

También recuerdo, porque la tengo reciente, la lectura fatal de la Correspondencia de Delibes, donde se da cuenta de la pasión de mi coterráneo por las ventas ajenas, los premios posibles, las librerías donde tienen o no sus libros y los adelantos que su pureza narrativa merece.

Mención rauda para Juan Goytisolo, que, en Reinos de Taifas, aclara cómo consiguió que Jean Paul Sartre retirara un prólogo de un libro de Fernando Arrabal, prólogo que a Goytisolo le daba mucha envidia. Lo hizo, en resumen, dando a entender a Sartre que Arrabal no era suficientemente rojo.

La lista, como es obvio (lista de debilidades, de máculas, de cutrez), podría hacerse muy larga: Galdós escribiendo un episodio nacional cada tres meses, como un oficinista en nómina, etcétera.

Me pregunto, y por eso escribo, para ver si me aclaro, cuál es el dilema aquí. Me pregunto por ejemplo por qué Arthur Schnitzler, contemporáneo de Kafka, no sólo no goza de su reconocimiento y posteridad (esto no es exactamente lo que me pregunto) sino (a esto voy) de su halo. ¿Nadie se ha preocupado de pintar a Schniztler como un monje de las letras, o es él mismo el que no se preocupó de dejar perfectamente dispuestas para las generaciones venideras pistas de su pureza?

¿Pensamos en Kafka o Pessoa como los autores que fueron, los autores que nos han dicho que fueron o los autores que ellos mismos quisieron que pensáramos que fueron?

El problema, a mi juicio, está en el absoluto desconocimiento de los motores del hecho literario y, más aún, en la asunción del "escritor" como un alma ajena a la deriva del ciudadano que la aloja. Lo que mi joven amiga no puede ver (considero) es que un autor en marcha está todo el tiempo tratando de no verse a sí mismo en un callejón sin salida, dado que, como decía Norman Mailer, "todo" puede acabar con el talento de un autor (y citaba): el éxito, el fracaso, el matrimonio, el alcohol, la pereza, la soberbia, la envidia... Todo.

Aunque a menudo los autores mismos no lo vean, no es igual publicar en una editorial pequeña que en una editorial multinacional, recibir adelantos de mil euros que ganar 360.000 en un premio, vender 304 ejemplares o vender 500.000. No es igual para la escritura. El autor tiene que escribir a partir de ese hecho en su contra, dado que todos los sucesos están en contra de esa pasión primera por la literatura, y puesto que no pueden obviarse, negarse, ignorarse, uno se ve obligado a gestionarlos continuamente y a incorporarlos a su trabajo.

Lo afirmaba Enrique Vila-Matas en un pasado encuentro en León, tanto pública como privadamente: lo mejor de ser joven autor es que dispones de libertad para escribir lo que quieras. Aquí volvemos a la pregunta escandalizada: ¿es que Enrique Vila-Matas no escribe exactamente lo que quiere? ¡Qué decepción! ¡Qué sacrilegio! Pensémoslo de otro modo: ¿es que Enrique Vila-Matas puede querer querer escribir una novela histórica, un folletín, una novela negra, un novela pornográfica y obscena o un libro de recetas de cocina japonesa? Respuesta: no puede querer querer eso. Su campo de acción se va limitando según se va haciendo dueño de él; ocupar una posición es estar siempre repasando su perímetro, es decir, sus límites.

Dicho de otro modo: salvo que nada sea publicado, la obra completa de un autor se configura como reacción a las obras que han ido publicándose (las suyas propias), y a todo (o nada) lo que han generado. Yo he escrito mi próxima novela como solución a una trayectoria, no como pieza verbal sacrosanta aislada del mundo. La necesidad artística "pura" pasa a ser, cuando uno mismo es su propio precedente (y no Kafka), simple supervivencia de la vocación, que ya no puede seguir líneas rectas, sino modularse en función del entorno.

En este contexto, tan delicado, es donde debería señalarse el mérito, pues el modo en el que un autor hace avanzar su obra refleja su mayor o menor compromiso (ahora sí) romántico con la literatura, que, como cualquier otro oficio, está sujeta a servidumbres y tentaciones y corrupción, y donde la pureza no es escribir para el mito ni escribir desde la modestia (siempre falsa) o la honestidad (autoengaño), sino escribir para dar testimonio de resistencia.

--

Tiempo: 2,5 horas.
Fumados: 9 cigarrillos.

44 comentarios:

  1. Bourdieu.

    Sería una buena lectura para tu amiga.

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  2. Herman Melville y Poe también son buenos ejemplos de ese desvario, los van Gogh -en el sentido de no vender un cuadro/libro en vida- de la literatura

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  3. Gracias, por lo que me afecta: sin romanticismos.

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  4. ¿Lo de los cigarros fumados es un homenaje a Bridget Jones?
    Me encantan los escritores que escriben sobre escritores

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  5. Pues tu amiga I. no tiene más que leer alguna biografía de algún escritor cualquiera, donde se plasma sin ningún tipo de tapujos la preocupación constante de los mismos por ser publicados, por las remuneraciones obtenidas con cada tirada de ejemplares que les permitían sostenerse para poder continuar escribiendo, y en definitiva, por la necesidad de ser reconocidos. Hablo desde Bruno Schulz, allá por su pueblo polaco perdido del que nunca salió, hasta Thomas Mann, pasando por Hölderlin o Joyce. No creo que esa necesidad reste cualidad a sus obras.

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  6. Pues tu amiga I. no tiene más que leer alguna biografía de algún escritor cualquiera, donde se plasma sin ningún tipo de tapujos la preocupación constante de los mismos por ser publicados, por las remuneraciones obtenidas con cada tirada de ejemplares que les permitían sostenerse para poder continuar escribiendo, y en definitiva, por la necesidad de ser reconocidos. Hablo desde Bruno Schulz, allá por su pueblo polaco perdido del que nunca salió, hasta Thomas Mann, pasando por Hölderlin o Joyce. No creo que esa necesidad reste calidad a sus obras.

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  7. ¿9 cigarrillos en dos horas y media?... Imposible.
    Enhorabuena por el post.

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  8. Si tuviera veinticinco años te gritaría: ¡vendido!

    Como no los tengo, sólo puedo decir que esto es como el parchís y tiene sus reglas: o juegas o no juegas. ¿Juegas? Tragas. Escribes, acudes a presentaciones y a entrevistas para obtener el dinero o el prestigio. O ambos, qué escalofrío de gustito, qué placer lo de no tener que escoger entre la teta y sopa. Lo que menos importa aquí es la calidad objetiva del texto: es que eso no existe. No hay ningún texto "limpio", aséptico, que se pueda juzgar con un método experimental y científico, del que podamos decir: pero qué bueno y qué rebueno que es esto en sí mismo, solito, qué especialísimo, qué único, qué lejos de todas las miserias comerciales cotidianas, el escritor en su nube con su arpa y dos alitas de algodón enganchadas a la espalda.
    El autor siempre tiene algo encima que lo empuerca y le quita libertad creativa: si no es el editor, será el público, su situación económica o sus propios demonios.

    Bienvenidos al mundo real.

    Qué pena, penita. Quién tuviera los veinticinco años...

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  9. La última "novela" de Vila-Matas es un claro ejemplo de cómo venderse a lo que está acostumbrado a recibir de ti el lector es una de las más estúpidas maneras de hacer dinero. Sí, yo creo que se puede hacer dinero escribiendo, pero sin tener que pagar el alto precio de dar asco a los que un día te leyeron y admiraron. Ahora mismo podria escribir una pequeña lista de escritores que me decepcionaron y EVM estaría el primero. Sé que a ellos no les importa pero a mi sí, no me apetece nada volver a leerlos.
    Es probable que eso ocurra con todos, pero yo sigo pensando como ti amiga I, y no tengo 25 años.

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  10. Colega, tú ni dinero ni prestigio: en dos días no se acuerda de ti ni tu puta madre.

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  11. Tengo entendido que La metamorfosis fue publicada por primera vez a través de un premio que Kafka ganó ex-aequo con otro escritor gracias a los hilos que Max Brod movió.

    Siempre habrá quien piense que era cosa de Max más que de Franz, pero a mí como lector, me importa bien poco.
    Como escritor (jajá)ya ni te cuento.

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  12. Sí. Es más obvio de lo que parece: si no haces un esfuerzo por ser visible, no importa lo bien que escribas, no importa si eres un genio: no te leerá ni tu puta madre.
    La libertad del escritor está hecha de pequeñas cárceles: me publicarán, no me publicarán, ahora que he publicado, esto que he escrito, les gustará con respecto a aquello que fue publicado, de nuevo, me publicarán, no me publicarán, si no vende ni 100 ejemplares no me volverán a publicar, ahora que he vendido 500 del próximo tendré que vender aún más... Es un poco como el capitalismo: si no creces no avanzas, si te quedas en el sitio te arrastran hacia atrás los demás que vienen, buscando su sitio.

    Por lo demás creo que es distinto que un escritor como tú, que vende poco, se interese por sus ventas, que un autor reconocido lo haga. En el primer caso hablamos de cientos de ejemplares, quizás docenas, en el segundo de cientos de miles.

    Después de todo, para escribir solo hace falta papel y boli, es decir, un presupuesto ínfimo en cuanto a lo material. Pero lo que la mayoría no sabe es que es el único presupuesto real de un escritor es el tiempo: cuanto tiempo me queda para salir de aquí, cuanto tiempo me queda para dejar de fracasar, para seguir fracasando, para conseguir fracasar de verdad. Porque un texto que solo lo lee aquel que lo escribió nace siendo fracaso, un fracaso que no sabe ni andar, un fracaso que ni siquiera es un fracaso porque nadie lo reconocerá como tal.

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  13. Tengo 20 años y ahora estoy en una disyuntiva moral...

    Al: ¿Pedro Páramo quizás?

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  14. Me canso, esta astenia me está aniquilando lenta e inexorablemente. Estoy en un pulso con Phil Collins en esto, joder. Eres muy prolijo, Olmos, para decir eso. Me hubiesen sobrado dos horas y siete cigarrillos a mí, joder. Que sí, que el romanticismo literario promete escaso o ningún éxito, a no ser éxitos interiores, pero, ¿a quiénes dan de comer las conquistas interiores? Pues ya está. Y luego está la vanidad que no es, como ya sabemos, sólo un componente humano, sino una característica zoológica. A ver, cosecha de comentarios. Alimento. Nutrición. Potitos.

    Saludos cordiales.

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  15. ¿El problema es que se piense en ello, que se tengan en cuenta todo ese tipo de cosas, o que aparezcan de algún modo en las obras, reflexiones... de los autores?

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  16. ¿Para qué pensar tanto en el hecho literario? Uno escribe porque le gusta. Porque piensa que tiene algo que decir. E intenta decirlo. Y como cuando eso que ves escrito no se corresponde exactamente con lo que querías decir, lo vuelves a intentar, y así sucesivamente. No hay más cáscaras ni metafísica. Pensar que una obra es tan pura, grande como el autor que la ha perpetrado es una ingenuidad e incluso una temeridad. No quiero ni imaginar que saldría de un ser humano que fuera un dechado de virtudes, sin una sola flaqueza, oportuno en toda ocasión, siempre en su sitio, perfecto desde cualquier punto de vista, tanto puntos de vista como habitantes tiene el planeta. Glups, tiemblo sólo de imaginarlo.

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  17. Recuerdo hace unos años un artículo de Andrés Ibáñez en el que se preguntaba por qué era tan importante para los escritores saber cuántos ejemplares venden si casi ninguno vive de eso.También contaba que algunos llamaban a las principales librerías encargando su libro poniendo distintas voces

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  18. jajaja, ala el anónimo ese qué bruto!

    No conozco ser humano, escritor o no, al que no le agraden unos durillos de más. Dadme un Premio Planeta y ande yo caliente.

    Saludos.

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  19. Al, dime que tu próximo libro que saldrá es la serie de los ceros y los unos...

    Besos desde México.

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  20. "Junto a este forcejeo intestinal o vanidoso de los más, arrastran una existencia obscura y heroica los puros, los sacros creadores. Tal ha sido el espectáculo de la literatura de todos los países.
    Sólo que en nuestros días el cuadro se ensombrece
    más y más a favor del arribista.”

    "...En estos poetas burgueses, que viven a sueldos del
    gobierno o con pensión de familia, sobre–vive la tara lacaya y sensual de los peores tiempos cortesanos. Ni un adarme de inquietud humana, fuera de su pre- ocupación malabarística"

    César Vallejo.

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  21. Precisamente resulta de lo más paralizante esperar a encontrar dentro de uno una motivación "pura" y solamente "artística" para sentarse a escribir. Te puedes pasar la vida en ese camino de sencillez.

    Besos, Alberto.

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  22. OK, aceptadas las excusas -que se parecen muchos a las del post donde justificabas en tu ingnorancia el no preocuparte por la realidad social de los países árabes. Pero, por favor, a quién se le ocurre poner juntos, en paralelo, a Kafka, Vallejo, Pessoa con Fernandez mallo y Carrión!!! Una cosa es que tengas algo valioso entre las manos y luego quedes más o menos prisionero del valor que los otros ven en eso. Pero otra totalmente diferente es que tengas sólo basura, y toda tu sagacidad consista en vender esa basura como oro.

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  23. "están bonitamente equivocados, inmersos en un error de estirpe idealista que pueden permitirse, como uno también se lo permitió, mientras la vida no despliegue ante ellos la baraja de lo real, los naipes posibles, el juego de verdad"

    Que pedantuesco, redundante, autocontemplativo e indulgente.

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  24. Lo importante es: ¿Está buena tu amiga?

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  25. Salta a la vista que tú no tienes el talento necesario como para poder mantener el pabellón tan alto como otros.

    Luego viene el cuento chino de que tú estas eligiendo aunque no tienes más elección que esa.

    Por eso los autores siempre leen a esos otros para formarse.

    PD: Esta es la típica pataleta de cínico para engañar a jovencitos crédulos con ansias de perder la inocencia.

    ¡Oh! ¡Albertito nos habla del mundo real! ¡Oh! ¡Oh! ¡Perdamos nuestros sueños antes de que sintamos dolor por tenerlos! ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!

    ¡Echadle cojones a la vida, cegatos! ¡Gafapastos de la miseria! ¡Malditistas de todo a cien!

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  26. Jajajajajaja, y a ti quién te manda andar por ahí con chicas de veintitantos!!!
    Si es que no tenéis remedio...

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  27. Estoy de acuerdo con Emma. EVM fue demasiado lejos con 'Dublinesca'. Como si Ferran Adrià se deconstruye él mismo, y nos ofreciera sus higadillos glaseados con trufa espolvoreada.

    Buenas noches,
    Mario

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  28. Ei, la frase de Norman Mailer es de Cyril Connolly. Por lo demás, bastante suscribible este post

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  29. alberto
    tengo una novela inédita que me
    volvería inmortal en caso de que
    consiguiera quien la publique.
    te la vendo por 10,000 euros porque
    ya se me acabó mi fondo para compra
    de cerveza

    anímate

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  30. Iracundo, me encanta cómo escribes, la verdad. Si es que uno al final sucumbe a la agresividad bien expresada, hasta poéticamente expresada, diría yo...

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  31. El verdadero drama de un escritor es ser un extraordinario blogger y un novelista vulgar.

    Jaime Martínez Gul

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  32. La literatura depende de los lectores y la escritura de los escritores. Sé que es obvio cuando te lo dan ya pensado. Escribir puede ser tan liviano como abrir la libreta de matemáticas por la última página y destrozar a Becquer, o aprovechar una sombra buena en el Retiro y explicar lo bien que rueda todo; porque nunca será proyectado más que como una satisfacción íntima y un capricho cómplice. Ahora bien, ir más allá es invitar al juego a los lectores. Por fuerza, como señala Alberto, echas un vistazo a las pujas con tu nombre. Ya no escribes bajo siete llaves en el más susurrado de los secretos. La confianza, la seguridad y el tiempo te la están jugando en las comas. Sientes el vistazo que te echa el mundo a los papeles y ya te gustaría decirles que no, que es sólo un borrador, que ya sabes que hay errores y que se espere a que esté terminado; aunque ni tú sepas si vas a terminarlo, o ni siquiera sepas si vas a terminar de leer lo que llevas escrito. Profesionalizar tu afición y tomar en serio tu talento es una declaración de amor insufrible porque la respuesta ya no depende de ti. ¿Qué tiene entonces de vanidoso preguntar? ¿Saber si vales? Muy al contrario, sentir envidia y celos, terror al fracaso continuo y repetido, es la consecuencia lógica de una profesión tremendamente humana, y su demostración más humilde.

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  33. ¿Dejaba Kafka de escribir para ver los partidos del Sparta Praga? ¿Se descargaba Pessoa pornografía por internet? ¿Era César Vallejo fanático de LOST? Lo jodido es ser escritor hoy día, antes era un regalo...

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  34. LOST, pornografía, fútbol... todo, un Coñazo.

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  35. Post auto-convicción más que explicación. Creo que has entrado en la rueda comercial. ¿La presión externa no te deja usar la palabra exacta, las metáforas, el verso que nos querías deslizar en un párrafo? Es una pena que ya no esté de moda eso del arte por el arte (art for art sake). Clea

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  36. Puestos a preferir y querer querer, yo preferiria y querría que Vila-Matas dejara de escribir siguiendo su propio sino, que nos lleva aburriendo unas diez novelas más o menos... y no dejaría nunca de leer esa obra maestra imprescindible que es "Las reglas del arte. Genesis y estructura del campo literario", Pierre Bourdieu, Barcelona, Anagrama [http://www.anagrama-ed.es/titulo/A_167], para intentar sustentar cada juicio sobre un suelo más sólido.

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  37. Kafka haciéndose pajas delante del ordenador.

    Kafka escribiendo sobre pajas delante del ordenador.

    Sólo eso.

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  38. No vemos las cosas como son, sino como somos.

    (Anais Nin)

    Hombre, si yo soy una puta, todas las mujeres son unas putas... pues no. ¿Qué coño de silogismo es ese?

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  39. Lo peor de todo no es la novela de Loriga, sino que el mundo real aún no puede existir como tal, pues no se alcanzó el consenso necesario. La verdad, ah, la VERDAD es que no hay verdad.

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  40. Qué tentador, pero qué tentador es que asome la vena paternalista, que intentemos disimularla bajo un halo de comprensión que desprende ese tufillo que nos ponía enfermos cuando nos hacían lo mismo. Ains!!

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  41. Bueno, ¿y de Vallejo nada?. En Lima se editó el año pasado un estudio sobre su obra y figura. Un tal Silva Santisteban estuvo a cargo. Editorial de la Universidad Católica. Cuenta que parte del periodo de crisis del cual emergió Trilce fue la separación de una mujer embarazada. ¿Embarazada del poeta? ¿Qué fue del niño? ¿Hay que imaginar los poemas de Trilce como una práctica abortiva en un Trujillo sudamericano de 1924?
    Sé que este tipo de información requiere consistencia, pero no tengo el libro a la mano. Me parece que no hay que redondear la reflexión... que para mí es una pregunta ¿de qué hay que ser capaz para ser uno mismo?

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  42. Querido Alberto, llevo años leyendo su[s] blog[s] y nunca me había decidido a comentar. Bueno, sí me había decidido, pero ceder a la tentación de leer los comentarios que precedían al que yo me disponía a escribir, me hacía desistir ipso facto. Hoy he cedido pero no he desistido; resistiré.

    Lo sigo desde hace años (de hecho, tiempo ha, gracias al Google Alerts que menciona en el texto, tuve mi milisegundo de fama en este blog), y creo que ha llegado el momento de confesar que me parece usted un genio. Así, sin ambages.

    Debería incluírsele a usted entre los considerados maestros de la sospecha (Freud, Marx y Nietzsche), pues sus perspicaces observaciones sobre cualquier aspecto de su realidad me hacen temer que tenga usted una pata de cabra (palanca) alojada en el cráneo.

    Por mucho que duela a algunos que le zarandeen el altarcillo de mártires literarios, hay que reconocer que la imagen proyectada de Kafka no aguantaría ni dos asaltos en la era Facebook. Porque, ¿cómo conciliar al lúgubre Franz escribiendo cartas en caracteres góticos, contando lo huraño que se siente en su madriguera, si acto seguido te pasaras por el Facebook de Max Brod y descubrieras fotos del primero en el Bar Mitzvah de un amigo común, encabritado de risa y bailando con la más fresca?

    Un abrazo virtual (con muchos ceros y algún que otro uno).
    P.S.: si, por un casual, se encontrara usted con Juan Malherido, dígale que me he llevado una gratísima sorpresa al descubrir dos colaboraciones suyas (de él) en la muy recomendable revista valenciana Bostezo. Espero que la cosa no quede en una aportación puntual para este número

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  43. Muchas gracias por vuestros comentarios.

    Podría ir contestando uno a uno pero sería un lío.

    Al último anónimo, gracias por manifestarte.

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    Respuestas
    1. Acabo de encontrar este blog.
      Joder, ¿sólo le agradeces en particular al que te llamó "genio. Así, sin ambages"?
      Te pasas.
      Estás podrido, que también lo hayan estado Kafka, Vallejo, Pessoa, Homero, o quien te salga del rabo, da igual, no quita que lo estés.
      Ni lo disculpa.
      Cecilia.

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