martes, 31 de diciembre de 2013

raudo # 98

La magia matemática, el misterio en la cifra, contar hasta diez (dice un amigo que las cosas las contamos -necesitamos contarlas- sólo a partir de 4: gente, coches, paraguas), ese abismo inmensamente diminuto (y no sé por qué, recuerdo: No hay extensión más grande que mi herida) entre un número y el siguiente, entre determinado número y el siguiente, por ejemplo, entre el 99 y el 100, pues pensé hace días, sin echar las cuentas, que sería bonito que el número 100 de estos escritores volanderos y digitales y públicos por íntimos coincidiera con el final del año, con el 31 -menudo número no redondo, cubista, narigón- de diciembre: si esa coincidencia se hubiera dado -pensé- pues lo dejaba, o me daba un respiro (por azares así de menores decidimos una vida, la decantamos), pero veo ahora -vi hace tres, cuatro días- que no llegaba, que no se encontraban la escritura y la nochevieja, el año nuevo y el silencio, así que habré de apañármelas para publicar algo, escribirlo, el 1 de enero, y el 2, así hasta que una confluencia de hechos, nociones y supersticiones me diga cállate, algo de lo que uno nunca está muy lejos, porque callarse es una tentación, un alivio, dejar de decir, dejar de emitir, cesar en la vitalidad del verbo, pero no es el caso, así que aquí van las palabras, más grandes que mi herida, del último día del año 2013, un año que no sabe uno pensar, del que cuesta hacer un balance, porque cualquier cosa sucedida hace más de cuatro meses me parece de hace más de cuatro años, o de cualquier año anterior a 2013, y sólo recuerda uno, ahora, los meses inmediatos, con sus conflictos, sus tiras y aflojas, de modo que qué balance va a hacer uno, apenas un almanaque de escozores, como si fuera tan importante: lo difícil es acordarse de la feliz nada, del hueco alegre, de tardes que pasaron sin que nos diéramos cuenta, entre amigos, entre libros, entre el césped infinito de las televisiones, cuántos partidos ha visto uno, madre de dios, y cuántos cafés y cuántas cañas, y cuántos libros, y eso fue el año 2013, poca cosa en los hechos, o todo él un hecho anodino, usual, de vida vivida en dirección única, hacia el remanso.