domingo, 13 de octubre de 2013

raudo #19

Mientras uno ve apresuradamente Breaking Bad al objeto de poder entender la realidad -de qué habla la gente es la realidad o, al menos, su semblante-, varias ideas se anteponen a las escenas más anodinas de cada capítulo -incluso a capítulos por completo anodinos-, como qué personaje secundario es mi favorito de todas las series de televisión que he visto (Omar Little, en The Wire, Peggy, en Mad Men, Hank en esta Breaking Bad) (amén de considerar que el protagonista nunca será mi personaje favorito, porque su carácter ya se ha fundido con la serie entera, y la antonomasia no genera gustos), como la paciencia que uno tiene (capítulo "Fly", tercera temporada) con el relato audiovisual seriado, donde uno puede estar 45 minutos aburriéndose sin tomar nunca la decisión de abandonarlo (yo no aguantaría 45 minutos aburridos en una película, sin embargo), como la facilidad con la que, capítulo tras capítulo, puedo anticipar lo que va a suceder, no por la lógica de la historia, sino por la lógica propia del que escribe la historia, por los mecanismos de la ficción y de esta ficción en particular (los personajes son las intenciones del autor); como el interés mayor que para mí tienen -interés, de hecho, casi exclusivo- las escenas de violencia de Breaking Bad, frente a las escenas de vida familiar o de conflictos de pareja -soporíferas-, pues la violencia (piernas cortadas, disparos en la cabeza, palizas que deforman un rostro) me da paz.