miércoles, 4 de diciembre de 2013

raudo # 71

El malestar, el mal cuerpo, la desazón de la trifulca, mayormente si es cara a cara, cuerpo a cuerpo, con las palabras vivas volando -atizando- a tu alrededor, esa disciplina de la lucha -la discusión, el desplante- que queda tantas veces a un paso de la pelea real, los puñetazos, los mordiscos, sólo impedidos, casi siempre, por un hálito de sentido común, de madurez, o por la intercesión -incluso, la presencia- ajena, como en Málaga, de copas, de conocimientos, personas nuevas que uno saluda inocentemente, y luego acaban -una o dos personas- deponiendo su copa, su cortesía, su transigencia, insultando, mirando para otro lado, por algo que uno dice o les dice, unas pocas palabras maltomadas: qué tensión incomprensible, la del desencuentro, qué violencia la de no estar de acuerdo o no ser dado en razón, cuánto odio, acumulado y acumulándose sobre el lomo de tu conciencia, y todos son nombres que sumo o resto, y saludos mañana que tendré que negar, oscuridades.