martes, 19 de noviembre de 2013

raudo # 56

Era una ciudad dada la vuelta, boca abajo, vista desde las raíces; sin raíces, sin eje en que girar, sin barrenderos; el Madrid de la basura, la basura de Madrid, las largas aceras solapadas, las estrictas esquinas ahora romas -de bolsas, por bolsas, con las bolsas-, las áreas de contenedores de reciclaje tomadas por el detritus revolucionario de la indolencia: toda esta intimidad que nos hemos enseñado, madrileños, tus mondas de patata y tus compresas, mis condones, mis bolígrafos agotados, sus compases sin punta, sus galletas caducadas, los tetrabricks del otro, las lentejas de aquella, el hueso sanguinolento y desbarbado de tantos comensales en tantos menús del día; las cajas de cartón y las naranjas; la perfumería tintineando su ausencia en frascos facetados; unas pocas gotas de alcohol dentro de miles de botellas cadenciosas: qué más, nada más, es una ciudad puesta en sitio, boca arriba, vista desde sus pétalos, nada íntima, dócil, oficial, diplomática de cepillos y nóminas; correcta. Es.