lunes, 8 de marzo de 2010

El estatus, en la revista Leer

(boletín de autobombo)

Los signos externos de Alberto Olmos tienen un denominador común: el prestigio; prestigio de los premios que gana y de las editoriales en que publica. Véase: finalista del Premio Herralde de Novela en 1998 con su primera novela, publica habitualmente en Lengua de Trapo y acaba de conseguir con El estatus el Premio Ojo Crítico.

El estatus corrobora absolutamente todo lo que indican esos signos externos. Estamos ante una novela verdaderamente lograda: divertida, inquietante y perturbadora a partes iguales; escrita con un estilo conciso y eficaz, alejado tanto de la frialdad como del manierismo, refractario al lugar común; con unos diálogos brillantes, que pasan de la elegancia al casticismo sin solución de continuidad. Una novela autosuficiente, puramente literaria, que se sostiene a sí misma, huérfana de referencias temporales o geográficas, desnuda y concentrada como una obra de Beckett.

Son múltiples las referencias y ecos que sugiere esta novela, por otra parte tan original. El ambiente cerrado puede remitir a El ángel exterminador, y los elementos fantasmales a Los otros. Pero el humor que la recorre le confiere un aspecto muy personal.
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Fwd: Prestigio, cágate.