miércoles, 2 de junio de 2010

Sexo editorial

No, en este post no acumularé permutaciones coitales de tipo editor-autor, autor-autor o agente-editor, sino que tiraré del hilo metafórico siguiente: ver la relación autor-editor como una relación de pareja.

Me he dado cuenta de que se parecen mucho. Desde el principio.

En el principio esta el virgo, y el deseo de su destrucción. Desvirgarse es un objetivo a corto plazo: uno tiene unas ganas potentes de follar, de publicar. Ser virgen de la carne o del papel enerva y no deja dormir, desenvaina la envidia (Neruda, envainar la envidia, Canto general) y quita el sueño. Uno puede llegar a desvirgarse con lo primero que pase, o quedar virgen (inédito), o encontrar a la pareja adecuada. O pagar por follar (autoedición).

Periclitada la inocencia, algunos le cogen el gusto y quieren repetir. Pero del mismo modo que dos no discuten si uno no quiere, dos no repiten si uno no quiere. Normalmente el que no quiere en este símil es la editorial.

La editorial es la chica más guapa de la clase, el macho alfa, la estrella del rock y el universo de lo posible. Tiene muchos pretendientes, tantos, que incluso siendo polígama, poliándrica, no da abasto. Puede acostarse contigo una noche y no volver a llamarte. Puede ponerte caliente, leer tu manuscrito, y no volver a llamarte. Puede abandonar el negocio de las sábanas y dedicarse a otra cosa.

En cualquiera de esos supuestos, uno acaba por buscarse otro partener, otro sello, alguien que me quiera. Aunque yo no lo quiera.

Publicar con algunos es como acostarse con algunos: una derrota disimulada. También: un éxito secreto. La persona que no te atrae, tras el sexo, resulta que te atrae, que te trata bien, que te pone. Uno publica un libro por desesperación como echa un polvo por desesperación, y al final la desesperación no era tal, sino una gloriosa carambola.

En tal caso te equiparas a las parejas "normales", a esos escritores que publicaron con la más guapa, el más atractivo, y mantienen durante años una sana vida sexual editorial. Es una situación que también comporta dificultades.

Porque todos queremos notar cada tanto el placer de la conquista.

El binomio autor-editor es una pareja estable que se guarda fidelidad. Algunos editores te dejan que les pongas los cuernos un poquito. Otros no. Y otros, por contra, te quieren mientras eres joven, y enseñan mucho tu foto, tu solapa, a sus amigos, a los medios. Los buenos editores te quieren por lo que llevas dentro, del libro.

Editores buenos hay pocos. (Escritores buenos hay menos.)

Algunos escritores se comportan como asaltacatálogos, y no duermen dos veces con el mismo editor. ¡Se los quieren follar a todos!

Hay otros que a todos sus hijos los llaman Premio.

Y hay algunos escritores que nunca se cansan del sexo, de escribir; pero a veces sienten que publicar, follar, es un acto sucio y perfectamente vulgar. De modo que se dedican a mirar, leer.

Todo es sexo, y apenas literatura.