viernes, 8 de enero de 2010

Un héroe de nuestro tiempo

Una camiseta tiene la culpa de todo. Mi irritación mediática estaba bajo control hasta que vi las mangas cortas, negras. Fue entonces cuando me decidí a escribir este post, previsiblemente reo de impopularidad.

El tema.

He seguido, cómo no hacerlo, la aventura del director de una Organización No Gubernamental que ha sido detenido en la cumbre sobre "cambio climático" celebrada en Copenhague. La policía lo llevó preso después de que el director susodicho tratara, junto a otros tres "activistas", de entrar en una cena de gala ofrecida a los mandatarios cimeros de nuestro planeta. Los cuatro portaban carteles con un eslogan de 4 o 5 palabras, meritorio resumen de lo que presupongo un argumento mucho más extenso sobre la incompetencia política y la dejación de responsabilidades medioambientales.

La "acción" se inscribe dentro de la rutinaria estrategia de esta ONG de conseguir hueco en los medios de comunicación mediante llamativas gamberradas cercanas al marketing de guerrilla. En la televisión he visto un resumen de las "acciones" llevadas a cabo durante los últimos años. Todas incluyen una primera fase de "colarse" en lugar prohibido y una segunda fase de despliegue de pancartas. Finalmente, decía el reportaje, los ecologistas suelen ser simplemente expulsados del lugar, libres de cargos o, como mucho, pasar un día en prisión preventiva.

La "acción" de Copenhague, en ese sentido, decía el reportaje, constituye una excepción. El director de esta ONG llevaba casi 20 días en prisión.

No soy ecologista. Mi interés en la preservación de la naturaleza es muy escaso y me limito a no tirar envueltas de chocolatina por la calle y a poner la basura en su contenedor adecuado. Me da igual si el planeta Tierra desaparece. Me dan igual todos los animales y todas las plantas. No me creo el cambio climático. Desaparecieron los dinosaurios y no creo que fuera por dejar el grifo abierto. Los seres humanos me parecen menos simpáticos que los dinosaurios.

Mi primer contacto con esta ONG, o el primero que ahora quiero recordar, data de 1990. Fui a un campamento en los Pirineos. Allí había un chico que tenía una camiseta de esta ONG. Se veía bien grande el nombre de la Organización en la parte delantera. Me daba mucha envidia su camiseta y traté de cambiársela por mi cantimplora. No quiso.

El motivo de que quisiera esa camiseta era que, en televisión, salía el nombre de esa ONG en unas lanchas motoras. Las lanchas, años 90, se acercaban a los barcos cazaballenas y a los petroleros. Los petroleros se "defendían" dejando caer sobre las lanchas bidones de petróleo. Cuando acertaban, las lanchas botaban violentamente y era todo heroico y épico y descomunal. Uno, 15 años, quería subirse a esas lanchas y tener enemigos malvados.

En breve cumpliré 35 años. Ahora veo las acciones de esta ONG de otra manera. Contaré cómo he visto la última.

Cuando me entero de que el director susodicho ha sido detenido, me irrito. No ha sido "detenido", pienso, ha sido "detenido por cometer un delito". El delito: allanamiento y falsificación de documentos. Se ha tratado de entrar en un lugar donde se halla la plana mayor del poder mundial, personas a las que lógicamente muchos querrían hacer volar por los aires. La detención era matemática.

Se informa seguidamente de que esta detención se debe a la defensa del cambio climático. Me irrito y pienso: En Copenhague no están todos los dirigentes mundiales jugando al golf ni reunidos para acabar con culturas minoritarias: están reunidos precisamente para tratar el tema del Cambio Climático. El director susodicho, me irrito, va a una cumbre sobre Cambio Climático a defender que se haga algo contra el Cambio Climático. Se ha hecho una Cumbre Mundial, por dios santo, ¿le parece poco?

Si no le hubieran detenido, pienso también, si poniéndonos surrealistas le hubieran dejado acercarse al presidente de Estados Unidos y mostrarle su cartel, el director hubiera tenido que hacer otra cosa para ser detenido. Si, poniéndonos dadaístas, la seguridad del evento/cena hubiera tratado a los "activistas" de esta ONG como a hombres de aire, dejándolos entrar y salir sin hacerles ni caso, entonces... ¿qué?

Enseñar carteles a la gente cuando cena rara vez les hace entrar en razón, creo.

Así las cosas, la policía hizo no sólo lo que tenía que hacer, sino lo que el director susodicho esperaba que hiciera. El director debería darles las gracias a los policías, porque a partir de la detención, la "acción" es un "éxito". Sin detención, no hay acción.

Mientras el director susodicho y sus colaboradores estaban en prisión, hemos ido conociendo algunos detalles más. Los detenidos consideran que se les trata "como perros", por ejemplo. Dado que la cárcel está en Dinamarca, una de las naciones más civilizados del mundo, y no en el Congo ni en la dictadura del general Franco, me pregunto a qué se refieren exactamente con esa apreciación. ¿No les daban galletas para el desayuno?

Me irrita el victimismo que desprenden las informaciones que van saliendo, la apropiación que se hace de situaciones históricas donde a la gente la metían en la cárcel por cosas serias, y con consecuencias serias. Me irrita ver fabricar ante mis ojos héroes de plástico.

El reportaje de televisión aumentó mi irritación. De pronto, no vi las acciones consecutivas de esta ONG como originales performances, fundamentadas denuncias o peculiares noticias. Lo único que vi fue el nombre de la ONG en todas partes. En los carteles que despliegan, en la ropa que llevan; al fondo, cuando hacen una declaración. Pensé: en el cartel escriben, con espacio limitado dado el tamaño exigible a la letra de la proclama, breves frases de denuncia, pero tienen espacio, aún, para poner el nombre de la ONG. ¿Por qué ponen el nombre de la ONG? ¿Por qué firman sus "acciones"? ¿Cómo se llamaba aquel ciudadano chino que enfrentó 4 tanques entre la sangre y el fuego de Tian`anmen?

Volví a la actualidad, al director susodicho. Volví con esa mirada como de cuento de Cortázar: sólo veré una cosa, sólo veré el nombre de la ONG. Lo vi por todas partes. En los carteles que trataban de introducir en la cena de gala, en las concentraciones de los ciudadanos que exigían la liberación, en las fotos de archivo del director de la ONG.

Pensé en escribir este texto. Pensé: para qué: insultos, desprecio, decepción, mi libro en la basura (supongo que la de papel y cartón), mi nombre alineado con lo que en estos momentos estará diciendo (ni idea de lo que estará diciendo) la prensa de derechas... ¿Para qué?

Pero hoy hizo un frío tremendo. A lo mejor 5º grados. Nevó. He salido a la ciudad a ver a unos amigos y he sufrido muchísimo el viento racheado y el aguanieve y el malhumor ambiental. Y cuando he vuelto a casa y he mirado los periódicos on line he visto a un señor en camiseta, en el aeropuerto de Barajas, y he pensado: ya.

El señor era el director susodicho; la camiseta, una promocional de su ONG. En blanco sobre negro se puede leer el nombre de la ONG. Alrededor del director, todo el mundo viste abrigos, bufandas y gorros.

Ya.

La ONG ecologista de la que hablo es una de las pocas (si no la única) que no cobra del Estado. Me parece bien, admirable. La ONG de la que hablo se mantiene gracias a la donación de sus afiliados, que son como accionistas de los activistas, como inversores de una empresa de carteles y camisetas. Su satisfacción como tales inversores es ver esos carteles y lucir esas camisetas. Cuando ven en la televisión y en el periódico un cartel de su ONG se sienten felices, y poniéndose su camiseta de la ONG comparten un poco de la heroicidad noticiada. Además, muchas más personas, como yo con 15 años, se harán accionistas de esta ONG, movidos por el romanticismo de "detenciones", "cárceles", "trato de perros" y bidones que caen sobre las lanchas.

El director susodicho ha ido a Copenhague a que le detengan y que su ONG salga en los medios. Cuando ha vuelto, las felicitaciones que ha recibido, el entusiasmo que le ha rodeado, no parten de la sensación de que haya hecho algo decente, útil o minimamente solidario; parten de que se ha hecho famoso, y de que ser famoso es lo único que la gente respeta.

La fama es la verdad de nuestro tiempo.