Lo adoro.
Durante el último mes y medio, he recolectado canastos enteros de su incorrección política, de sus inconveniencias y disparates. Apunto algunos, de memoria.
Dice Serra que antes los aspirantes a director de cine querían ser como Almodóvar, y que ahora quieren ser como Amenábar. "Está claro que vamos a menos".
También afirma Serra que el cine español, por su pobreza y atraso, es sólo comparable con el de Corea del Norte.
Según el director de Banyoles, que nunca ha trabajado con mujeres en sus películas, y que sólo emplea a actores no profesionales (él no ha estudiado cine y nunca ha estado en un rodaje, salvo en los suyos), las mujeres, incluso las que no son actrices, son todas actrices profesionales.
Para Albert el cine es un arte menor, en modo alguno comparable con la literatura. De ahí que no haya que tomárselo muy en serio. Emparentado por sus elogiadores con José Luis Guerín o Marc Recha, el director afirma no tener ningún interés en el cine de estos contemporáneos suyos. También afirma que no le gustan los documentales, dado que son un género demasiado fácil. Asimismo, para Serra la profesión de actor es "la más fácil del mundo".
Albert Serra admira a Salvador Dalí, y considera a los editores de Destino unos "inútiles" dado que no han cumplido la promesa bibliográfica que aparece en el tomo siete de las obras completas del pintor surrealista, donde se anuncia un tomo 6 de Correspondencia, que no parece que vaya a ver la luz nunca. "Incompetents!"
Dentro de 50 años, concluye Albert Serra, la historia del cine sólo se acordará de dos directores españoles: Pedro Almodóvar y él.
Lo adoro.
Me hace mucha gracia Albert Serra. Como todos los provocadores, lo que consigue su postura extrema y arbitraria, a la ofensiva, es hacerte pensar de nuevo en determinados estatutos inamovibles de la sociedad, lo que te obliga, finalmente, a considerar sinceramente qué tanto de tus pensamientos los has pensado tú, y qué tanto los han pensado por ti. Evidentemtente la postura mayoritaria (entre mis amigos, por ejemplo) a favor de la gratuidad de la música no procede de un análisis personal, de calibrar las opciones y entender el asunto en sus mínimos detalles, sino de la asunción pasiva del discurso dominante en los medios de información que frecuentan.
Cuando oigo a Albert Serra decir que sólo un imbécil piensa que la música ha de ser gratis, me relajo muchísimo. Es lo que yo pienso, pero no he sido capaz de decirlo con tanta contundencia, sino que me he visto forzado a argumentar casi en el vacío sobre algo que, a la luz de las afirmaciones de Serra, me parece ahora una obviedad. ¿Cómo va a ser gratis la música? ¿Por qué? Es indefendible.
Varios elementos concurren en mi simpatía por este tipo. Uno de ellos es su procedencia, Banyolas, municipio de Girona de no más de 7.000 habitantes. Me agrada ver que, a diferencia de tantos escritores, cineastas y músicos, Albert Serra no trata de ocultar su origen rural, sino que lo exhibe graciosamente, sin el menor complejo; de hecho, ese origen, ese pueblo, forma parte medular de su cine, pues sus películas están protagonizadas por algunos habitantes de Banyolas, que es un casting sucesivo para Serra.
Además, me admira su condición kamikaze. Nadie en su sano juicio se metería con Alejandro Amenábar, un director de cine llamado a mover los hilos de la industria nacional de los próximos 30 años, y con el que, claro está, más les valdría a todos llevarse bien, ocultando siempre su desafección por sus películas.
Serra produjo él mismo su película Honor de cavalleria, con un presupuesto de 360.000 euros. Según datos del Ministerio de Cultura, la vieron unas 25mil personas (frente a los 9 millones de Avatar o a los 600.000 espectadores de algunas películas últimas de Almodóvar o Medem.)
Su siguiente filme, El cant dels ocells ("estiércol cinematográfico", ya apuntamos) la vieron apenas 2.000 personas. Si no fuera por el éxito en Cannes y en la revista Cahiers de cinemà, Albert Serra no estaría, como es lógico, protagonizando este post.
Pero en Francia lo quieren.
Después de empaparme con sus cosas, sus citas, sus salidas de tono, he conseguido finalmente ver una película suya, Honor de cavalleria. La saqué del videoclub: 3 euros.
Es aburridísima: se me dormía la gente sobre el regazo, lo cual no es mala consecuencia. Yo aguanté disciplinadamente su metraje.
Trata de don Quijote y Sancho Panza, perdidos por el campo. Apenas hay palabras, seguramente tiene más palabras este post que toda la película, todos sus diálogos juntos. Cuando hay palabras, son tan anodinas como Sancho, Ven, Mira, Vamos, Roncas o Laurel. A veces alguna frase destaca, como cuando don Quijote le dice a Sancho: Dile a Dios, Dios, eres el mejor. Y Sancho repite: Dios, eres el mejor.
Planos largos sobre paisajes inmóviles, sobre cuerpos inmóviles, sobre cielos detenidos conforman toda la película. No pasa absolutamente nada. Es como si Serra hubiera filmado el espacio en blanco que hay entre un capítulo y otro del Quijote, como si hubiera hecho cine con lo que Cervantes hizo elipsis; como si hubiera querido fijarse en las sobras de una aventura.
En una escena determinada, vemos a don Quijote de pie, tambaleándose al compás del viento. No se sabe muy bien qué le pasa; no se sabe en absoluto qué. Se mueve hacia delante, hacia atrás, hacia un lado; levanta un poco el brazo derecho. Suena el viento.
Me perturbó bastante esta escena. Me puedo inventar todo tipo de teorías o interpretaciones líricas sobre ella, lo cual es decir bastante.
Ray Loriga tiene una frase muy brillante (tiene muchas) sobre el cine que le gusta: Me gustan las películas donde te aburres un poco.
Con Honor de cavalleria te aburres un montón. ¿Puede ser eso gran cine? Quizá yo no estaría exhibiendo indulgencia con esta película si no fuera fan de Albert Serra, del hombre. Quizá considerara su película una puta mierda insoportable. No lo puedo saber, sólo estimar.
En cualquier caso, como Jean Luc Godard, Serra tiene en sus manos, en su actitud, mucho cine posible, del que sus películas quizá sólo sean bocetos para los que vendrán.
Muerte y armaduras, como dicen en la Ilíada.
me encanta, muy divertido, sobre todo lo de las mujeres. a mí me pasa lo mismo con lo de la música gratis, no se puede argumentar ni a favor ni en contra de forma convincente, y por qué? porque no es que pueda o deba, es que ES gratis. y mientras siga siendo, y yo PUEDA bajarmela, ese argumento triunfará siempre por encima de otros: si puedo, lo hago; es muy primitivo, es la actitud causa de muchos males, pero....
ResponderEliminarPues Alberto, a mí esas películas en las que se filman cuatro pedruscos o a un tipo abriendo y cerrando la mano mientras dice "Geranios" o lo que sea, creo que tienen mucho de facilón y mucho de mierdecilla.
ResponderEliminarEl tema del cineasta personaje y coprolálico me hace gracia, pero esta clase de cine no. La mayoría del susodiche cine independiente con que flipan tanto modernos de Barcelona y los asquerosos Cahiers du Cinema, no sólo aburre, sino que por momentos casi ofende.
El propio Godard tiene, entre sus buenas películas, alguna descolgada que es un horror.
Filmar cualquier cosa a ver si luego el espectador entiende algo, cuando no hay nada que entender.
Lo que a ti te hacía sentir La Carretera, vamos.
Para eso, preferiría ver realizado el proyecto que proponía Dalí en sus diarios, lo de la película filmada con una cámara anclada al suelo, un único plano, mientras los personajes se salen de la imagen y se van por ahí.
Me acabo de hacer fan de este señor, intentaré ver El cant dels ocells este finde, a ver qué tal. La verdad es que había leído hace tiempo lo que opinaba de las mujeres y no le vi la gracia, pero con lo de la piratería, sí. "Si quieres ver pelíuclas, hazte las tuyas". Me parto.
ResponderEliminarPor cierto, te recomiendo enfervorecidamente el cómic 'Mis problemas con Amenabar', de un tipo de Fotogramas que se llama Jordi Costa, en el que no es que se meta con el director de marras, es que lo pone a caer de un burro. Si quieres te lo presto.
El cine de aburrirse lo aguantaba uno sobre todo en la universidad; como las chicas de aburrirse. Con la edad, ciertamente, se le hace a uno más cuesta arriba ver películas lentas y elusivas.
ResponderEliminarJean Luc Godard me encanta. Una de mis películas favoritas es Vivir su vida. El documental Historias del Cine es absolutamente genial, también.
Rubén, déjame ese cómic, sí.
No conocía a este tipo pero su existencia es necesaria en este desierto.
ResponderEliminar"Quizá no sea ningún talento el que haga a un hombre, sino el hecho de no aceptar el lenguaje y los conceptos dados. Al principio, creo yo, este hombre es simplemente más tonto que los demás, los cuales lo entienden todo de inmediato. Luego se pone a escribir como quien quiere restablecerse de una grave enfermedad y dominar su trastorno mental, al menos mientras escribe"
ResponderEliminarImre Kertész
Gracias 505.
ResponderEliminarMy whole brain was out of tune
ResponderEliminarI don't know how to tune a brain do you
Went into a brain shop
They said they'd have to rebuild the whole head
I said well do what you got to do
When I got my brain back
Didn't work right
Didn't have as many good ideas
Haven't really had a good idea since I got it fixed
Morphine
No conocía a este señor, pero da la impresión por lo que cuentas que es más interesante tomarse un café y charlar con él que ver una de sus películas.
ResponderEliminarLa frase que citas de Loriga es genial y la suscribo, pero recalcando ‘un poco’ en lo de aburrirse.
Por fortuna hay más alternativas (en teoría, porque ahora mismo poco hay) entre las pelis de vampiros para adolescentes y los tostones que a Cahiers le ponen; el problema es que para hacer ‘El hombre que mató a Liberty Valance’ hay que ser un genio (John Ford) y con toda la carga de sabiduría del final de toda una carrera, así que: o tostones o simplezas
P.D.- No sé lo que Serra admira en Dalí, espero que sus diarios y memorias, porque como pintor era un hortera estilo Lladró
La descarga de música no es gratuíta, está compensada por el canon desde hace tiempo.
ResponderEliminar¿A quién me recuerda este tipo? Mmm no logro recordarlo...
ResponderEliminarbesotes
"Cuando oigo a Albert Serra decir que sólo un imbécil piensa que la música ha de ser gratis, me relajo muchísimo."
ResponderEliminarConfunde el necio valor y precio.
El canto humano siempre ha sido gratis, solo un imbécil se cobraría así mismo por escucharse cantar.
Los pájaros cantan sin cobrar por ello. La naturaleza hace música sin pasarnos la factura.
¿Cuanto tendría que pagar el tipejo este que toma imágenes cual turista somñoliento haciendo el camino de santiado, por la BSO que le puso el viento a sus escenas, único memorable de tan coñazo y plúmbeo pestiño?
Lo dicho, de su impagable e intragable cine, solamente merece la pena el canto del viento. ¿pagará derechos de autor a la naturaleza por tan magistral aportación a su cagarrio misógino daliniano?
Si no apruebas el comentario, me parece bien, al menos te lo habrás leído para no autrizarlo.
un saludo
PD: Almodovar, él y Ozores serán recordados dentro de 100 años.
Alberto:
ResponderEliminar¿Has hablado con Belén Gopegui sobre el preso cubano que hablaba ayer de excrementos y tal?
espero de verdad escribas mas frecuentemente, yo solo te puedo decir que me gusta lo controversial que eres.
ResponderEliminarme gustaria que escribieras mas seguido, eres muy controversial solo que tardas mucho
ResponderEliminarEstimado Alberto,
ResponderEliminarHe descubierto hoy tu blog y me has atrapado, me temo que mi fin de semana se acaba de ir al traste :)
Yo adoro las películas de Albert Serra y al mismo Albert Serra. Independientemente de que te gusto o no, es un personaje necesario, es un golpe en la mesa que necesita nuestro cine. No sé si dentro de 50 años sólo se le recordará a él y a Almodovar pero si sé lo que se pensará de Amenabar.
Por cierto, un pequeño apunte, en "El cant dels ocells" sí que sale una mujer interpretando a la Virgen María (curiosamente es la jefa de producción de la peli), supongo que le pareció excesivo poner a un hombre interpretándola a lo Monty Python.
Gracias, Shevek. Hay formas mejores de pasar el fin de semana, pero también cansan.
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