martes, 25 de enero de 2011

La inteligencia del amo

El cerebro se pone a funcionar al tercer toque: al menos eso he detectado que le sucede al mío.

El tercer toque es una frase, un dato, una experiencia que cierra, no un círculo, sino un triángulo intelectivo. Quizá el primer toque (dato, expeciencia) nos pone sobre aviso, el segundo (frase) nos indica el camino de una idea; y el tercero (facultativo) nos fuerza a pensar, a deshacer el nudo de una duda.

Por seguir el orden, puedo señalar como primera señal de la reflexión que hoy (gratis y libremente) regalo a mis millones de lectores, una cita de Friedrich Nietzsche que extraje de alguno de sus libros, y que hasta apunté en un cuaderno (el cuaderno lo he perdido, pero no la memoria). Dice: "La política es el campo de acción de cerebros mediocres."

Un segundo escalón lo conforma (experiencia) una charla que mantuve este verano con un par de personas de notable inteligencia. Discutían (ellos) de política (yo de política suelo abstenerme) y, después de quizá media hora de verles poner de vuelta y media al gobierno, sus decretos y leyes y opiniones, de verles encolerizarse hasta límites pre-revolucionarios, me permití soltar en mitad de su desesperación la siguiente pregunta: ¿Y por qué nos gobiernan personas que son menos inteligentes que nosotros?

Este segundo paso merece algo más de explicación. Quiero acentuar la rabia y la tristeza de aquella charla, la impotencia que percibía en las voces de los dos contertulios, el derrotismo de no ser nada más que ciudadanos de a pie que opinan en el patio de una casa, mi percepción de que, efectivamente, lo que ellos decían (sobre el Ministerio de Igualdad, la Ley del Cine, etcétera) era de sentido común y de lógica incuestionable; que, en una palabra, tenían razón.

Mientras les oía, no dejaba de sentir el desnivel de respeto entre la consideración que la inteligencia de mis amigos me provocaba y el muy escaso aprecio que localizaba, y localizo, en mi interior (¿en mi seno?) por la de los agentes políticos que llevan el timón de nuestras vidas.

De ahí que me surgiera, entiendo que de una forma algo brusca, la indiscreta pregunta, que hasta podía entenderse como algo sarcástica, de: ¿por qué nos gobiernan personas que son menos inteligentes que nosotros?

En cualquier caso, anoto que la pregunta quedó sin respuesta.

Finalmente, la tercera información, la que ha provocado que me ponga a escribir otro de estos largos posts insoportables, la encontré en un artículo de (¡sí!) Javier Marías, el del domingo pasado. Se titulaba Delaten, no se priven, y en él, simplemente, escribía, como parte de un sujeto plural: "la ignorante Leire Pajín".

Tal cual.

"La ignorante Leire Pajín". Desde luego, es una adjetivación antepuesta de contundencia y desprecio formidables. "La ignorante Leire Pajín". Más claro, agua.

En Castilla (supongo que en otras partes también) perdura aún la denominación "amo" referida al dueño de una empresa, negocio; referida, sobre todo, al terrateniente. "Lo que diga el amo", "ahora viene el amo", "lo tendrás que hablar con el amo": he oído yo toda mi vida.

El amo, en nuestros días, es el jefe (sobre todo si es "empresario"), el profesor y el político en funciones de gobierno.

Mi relación con el amo (me propongo ahora desarrollar) no es ajena a este escozor de sentirse más válido e inteligente. Respecto a los profesores, que son mis amos más numerosos, he visto claramente que les perdí el respeto al llegar a la universidad. Fue allí cuando noté por primera vez que, con perdón, yo era más inteligente que ellos. No era difícil, no se apuren, porque yo he tenido profesores que no sabían, y así lo decían abierta y alegremente, escribir con precisión "por qué", "porque" "por que" y "porqué", ni sabían hablar en público, ni sabían pensar por sí mismos, ni sabían más allá de cuatro cosas de la materia que impartían; ni sabían, en ocasiones contadas, absolutamente nada de nada.

Esta inteligencia demediada en el maestro nunca me irritó. A fin de cuentas, era más fácil aprobar los exámenes, más llevadera la clase, más llevadera la autoestima.

Sin embargo, el amo "empresario", el jefe, sí me ha supuesto una amargura considerable. Ser mandado por alguien al que no respetas, duele; pero ser mandado por un imbécil, desquicia. Si bien es cierto que resulta enormemente subjetivo determinar la inteligencia de otra persona, y más de alguien que, hablemos claro, cobra más que tú y viene dos horas más tarde a la oficina, no lo es tanto si en su caso concreto concurren circunstancias tan obvias (¡volvemos!) como ser hijo del dueño del tinglado, ser novia del dueño, ser primo del dueño, ser amigo del dueño o ser la persona que tiene el contacto exacto que el dueño necesita para algún negocio prometedor.

Nada tan violento (lo habrá, pero por alguna parte hay que atacar la idea) que verse haciendo algo que sabes erróneo por mandato de un imbécil. El amo beocio violenta tu inteligencia, la degrada, te degrada y te hace sentir vergüenza de ti mismo, aparte de una insufrible sensación de estar malgastando tu vida y empeorando el mundo.

Y aquí llegamos a los políticos, los amos compartidos.

Entiendo que yo empecé a perderles el respeto cuando ellos empezaron a salir por la tele; en concreto, en todo tipo de programas. En mi infancia y adolescencia (también es verdad que, entonces, uno no atendía tanto a este asunto) el político era un tipo serio, altivo si quieren, que sólo hablaba de temas importantes y que carecía de pulsiones anecdóticas. Nada se sabía de su vida privada, de sus aficiones futbolísticas, de sus gustos musicales o de sus ratos libres.

Una vez (si no me lo invento) vi a un político, en la tele, en un programa, concurrir a una entrevista que se emitía justo después de la sección de cotilleos y antes de un striptease (me lo invento, pero era muy similar). Con Javier Sardá, me parece.

Esta novedad, que se fue multiplicando por mímesis y miedo electoral, se extendió a todos los órdenes del espacio público y, en un momento dado, me pareció (¿nos pareció?) normal saber de este alcalde que, cada noche, sale en moto a supervisar obras públicas (sic), que el presidente es del Barça (sic), que la ministra es vegetariana, la madre del candidato analfabeta, el concejal gay, el presidente (otro) competente en lengua catalana circularmente reducida... fotos en Vogue aparte.

Todo un panorama de políticos de rostro humano.

Así las cosas, a día de hoy, y a pesar de no contar con amigos ministros, ni siquiera ministrables, no veo a mis gobernantes como gente que tenga la menor cualidad diferencial o que valga especialmente para su puesto o que me puedan dar ninguna lección sobre ningún aspecto de la vida cotidiana, excepción hecha de los galimatías financieros y los vericuetos de la legislación. Leire Pajín me parece, sí, una chica del montón.

Pero esa chica del montón manda.

Entonces, ¿nos gobiernan personas que son menos inteligentes que nosotros? ¿Cómo ha sucedido? ¿Es culpa de la democracia televisiva y, por tanto, está en cuestión la democracia? ¿Lee esto Leire Pajín? ¿Qué van a hacer con nosotros?

¿Por qué les dejamos?

39 comentarios:

  1. Nietzsche tenía razón, y su farse en voz de otros ya la había oído. Se dedican a la política los mediocres porque, primero, desde el punto de vista intelectual es un oficio que no 'recompensa' a las verdaderamente buenas inteligencias, como sí lo hace investigar en ciencia, escribir novelas o poemas o componer música; segundo, porque no requiere especiales virtudes, salvo los asociados a la gravedad social: dar patadas hacia abajo, lamer culos hacia arriba y codazos a los lados.

    ResponderEliminar
  2. Alberto,

    mil gracias por lo que escribes. De verdad, es triste, pero llega un momento en que hay que dar las gracias por leer algo minimamente inteligente (¿es tan difícil con tanto articulista 'profesional' y opinador 'todólogo' merodeando en los medios?).

    Y yo también pienso lo mismo de los políticos. Se han convertido en otro 'regalo' de esta espléndida democracia en la que vivimos, en la que 'no nos falta de nada' y en la que 'tenemos la posibilidad de elegir nuestro camino'.

    ¿Cuanto vamos a tardar en rebelarnos? Si cuando dice mi padre que habría que encerrarlos a todos en el Congreso y coger una cerilla y...no sé yo, no sé yo...

    Eres un grande, un saludo,

    Edu

    ResponderEliminar
  3. Lo mejor es verlos venir desde la universidad. Porque se los ve venir.

    Pemítanme compartir este grato recuerdo de alguien: letra gordocha, faltas de ortografía inefables, copia de todo cuanto dictaba el profe de turno sin discriminación grano/paja [incluido "abran las ventanas al fondo, que nos asamos" en medio de apuntes de filosofía, por ejemplo], cero absoluto de ideas germinales, mirada adoquinada, pelusa por las mejores notas de los demás...

    Hoy: cargo en un ayuntamiento de cuyo nombre etcétera.

    Está muy bien eso de no tener amigos ministros. Y aún mejor que no sean "ministrables".

    Verlos venir es lo peor.

    ResponderEliminar
  4. Bukowski dice en un libro que la principal diferencia entre quienes hacen dinero y quienes no, es que los primeros quieren hacerlo.
    O algo así. La idea es subrayar las diferentes prioridades y en qué pone cada uno sus energías.

    Pues, en mi opinión, en esto sucede algo parecido: nos gobiernan, salvo excepciones, quienes quieren gobernar, quienes se han empeñado en conseguirlo y se centran en ello. Y poco tiene que ver con el mérito (confesable) o la capacidad (incluso dentro de ellos, me figuro).

    Ya sabe la cita esa de no sé qué inglés, que decía que el castigo de quienes no se interesan por la política es ser gobernados por quienes sí lo hacen. Pues eso.

    Y creo que además hay que añadir que en España somos un buen ejemplo de país donde no tenemos claro qué es la democracia, no nos lo creemos, y por tanto no asumimos nuestro papel en ella. Con las consecuencias que dices.

    (Pero la primera explicación creo que es válida en todo el mundo.)

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  5. Por un lado, pienso que las medidas que toman los políticos no siempre son las que ellos creen mejor para la sociedad sino que, muchas veces, vienen de alguna forma impuestas (ejemplo: la dependencia de los mercados financieros y las políticas que éstos imponen a los Estados). Sin mencionar la obviedad de que toda la sociedad no piensa igual y por tanto sus representantes tampoco: lo que uno puede ver cómo evidente, otro lo ve de un modo totalmente contrario. Cabe la posibilidad de que si uno hablara con algún político, pudiera sorprenderse de que comparten la visión sobre ciertos asuntos pero que la democracia, tal y como es, no permite llevar a cabo sus “visiones” personales.
    Pero supongo que no te estás refiriendo a la reforma laboral, la edad de jubilación o la deuda pública (cosa de la que sospecho, no son responsables casi ni los políticos de este país) sino a ridículas actuaciones “locales” de nuestro país. A saber: la ley del tabaco, la de la humillación esa (ni puta idea del nombre), etc. Para esto no tengo explicación: son grotescamente estúpidos.

    Por otro lado, la costumbre relativamente novedosa de airear asuntos personales, responde (creo) a una mera causa narcisista a la que el actual “periodismo” da pábulo.

    Por último, en respuesta a tu última frase, “les dejamos” porque a la mayoría le preocupa trabajar, llegar a alguna casa (con alguien esperando, si es posible) y no tener frío. Mientras tengan eso, lo demás no les importa demasiado. Y cuando les importa algo, les importa lo que dice la tele que importa.

    No sé, me parece extraño que te haya surgido la necesidad de escribir sobre esto ahora, siendo tan obvio como lo ha sido siempre.

    Un saludo y gracias.

    ResponderEliminar
  6. Yo no creo que sean menos inteligentes que la media, creo que muchas veces tienen que decidir sobre materias en las que no son especialistas, pero por la misma regla de tres también solemos quejarnos de los periodistas, por ejemplo. Por no hablar de lo que nos quejamos de un seleccionador de fútbol, aun sabiendo que es un experto y nosotros no. Los políticos no son idiotas, y sus decisiones y declaraciones tienen mucha maquinaria detrás. Esa maquinaria suele perjudicarnos, pero está claro que beneficia a alguien. No seamos nosotros tan tontos de creernos que los políticos actúan como actúan porque son tontos.

    Todo ese léxico grueso forma parte de una tendencia a desprestigiar la política que personalmente asocio con el protofascismo.

    ResponderEliminar
  7. Yo escogí una carrera de ciencias, siendo yo una persona con intereses, gustos y formas más literarios que científicas debido a que sinceramente creo que soy demasiado listo como para estudiar Periodismo o Filología y tomármelo en serio. Evidentemente, los profesores y expertos de tales materias, al menos en este país, no me infunden el más mínimo respeto.

    Yo defiendo la tesis de que la ideología no existe y que, de hecho, la democracia sólo tiene sentido debido a la creencia infundada de que la ideología
    existe.

    Todos nos creemos más listos de lo que en realidad somos.

    Evidentemente, la democracia es el único sistema que funciona. Y a mí me parece bien, porque, si la democracia no es correcta y lo correcto es la aristocracia, dónde está el límite para ser de la clase (me he levantado en plan Plató hoy) gobernante y cómo se juzga.

    Lo que yo observo es que hay mucha gente que piensa que haberse visto todas las películas de Goddard o haberse leído todos los libros de Pynchon y dar sus opiniones (muchas veces de mierda) sobre ellos es lo propio de una persona inteligente.

    No sé por qué me da que tú eres un poco así. Por ejemplo, hace un tiempo escribiste que te fascinaba el hecho de que el tamaño de los cigarrillos y las latas de Coca-Cola fuera aleatorio, cosa que podría ser considerada un insulto por los ingenieros que encontraron el valor máximo de ahorro de materiales para diseñarlos.

    Ahora mismo acabo de leer que Patricio Pron no sabe quién fue Allan Turing, gracias al cual funciona el ordenador en el que está escribiendo que no sabe quién fue Allan Turing(y que tiene una biografía bastante guay, era gayer, y eso es guay teniendo en cuenta que no hay tantos científicos maricones como escritores).

    Beatriz Preciado se dedica a meterse testosterona para explicarnos algo que se estudia en Medicina desde hace ¿cien años?, y que sabe hasta el médico que prescribe el Nurofen, sin creerse un genio (pero cobrando mucha más pasta, como es justo).

    A mí, por ejemplo, me cuesta a horrores tomarme en serio a Eloy Fernández Porta, no porque me sienta atacado por su trabajo, ni evidentemente porque sea yo un facha y un malvado, sino porque me cuesta tomarme en serio a alguien que, mismamente, cree que usando el psicoanálisis, una patraña, va a explicar el comportamiento humano.

    Evidentemente, leer a Lacan y citarlo es muy guay porque en la facultad de al lado hay como 2.000 personas a los que no les parecería ridículo escuchar a alguien que se cree que Lacan era un psicólogo.

    Yo les retiraría el voto a todos.

    Todos nos creemos más listos de lo que somos, yo también, faltaría más.

    ResponderEliminar
  8. Ustedes son todos muy listos, gracias por sus comentarios.

    Toca ahora este asunto porque me parece impresionante la expresión: "La ignorante Leire Pajín". A lo mejor soy impresionable en exceso.

    Y toca también, ahora, esto, porque el gobierno que tenemos pone en marcha con frecuencia medidas y edictos y leyes (o como se llamen) tan surrealistas y demenciales que no he podido evitar sacar el tema.

    50% de directores de cine, 50% de directorAs de cine: es sólo un ejemplo de majadería.

    ResponderEliminar
  9. El adjetivo lerdo se inventó para los políticos. No lo has usado. Mal, Alberto, mal.

    Sólo he entrado a escribir esto, de verdad.

    Me abruma la inteligencia que destila este blog y por eso vengo de quince en quince días, para no morir de asco.

    A mí me gusta Rosa Díez porque su partido tiene un logo muy rosa y muy, no sé, ¿minimalista? (Risas)

    ResponderEliminar
  10. La frase de Marías no es una sorpresa viniendo de quien viene. Eso sí, una ministra que por su boca dice que hace lo que le sale de los cojones, poco podrá estimularme a no sentirme humillado, a delatar, etc. si antes no cambia -ligeramente, algo, mucho- de comportamiento.

    Es cierto que muchas veces un político (capaz e inteligente, porqué no va a haberlos) no decide la mejor idea sino la que se impone por mayoría; ocurra o no, lo que siempre puede escoger cómo interactúa con los votantes, con qué desfachatez se muestra su competencia o carencia de la misma. Incluso puede no restregarnos su posición y sus privilegios, aunque le sea difícil.

    No es por el tabaco, ni por el vale todo de los sueldos vitalicios, mucho menos por la cutrez de no asistir (están en los pasillos)a un trabajo que les dará una pensión máxima: es por decirnos que trabajar es un error necesario para que todo ello ocurra. Y si uno no quiere ser así, que gane lotería como Fabra, que prescriban delitos y que se sienta absuelto por ello. El problema es la impunidad, y la ausencia absoluta de pudor.

    ResponderEliminar
  11. Juguetonamente, a mí lo que me fascina es cuando un gobernante se levanta un día y dice: Voy a prohibir que los tenedores tengan 4 púas; o: Voy a cambiar el color de los discos del semáforo, del rojo al morado, etc.

    "Por mis cojones."

    Es fascinante.

    ResponderEliminar
  12. ¿No va todo un poco en la misma línea del mundo disney que estamos imitando y asimilando poco a poco (infantilizado y moñas y flower power en su superficie) donde los padres son los colegas de sus hijos, los polis los putos héroes, etc, etc y donde hay que humanizar hasta el papel higiénico o las cucarachas?

    ResponderEliminar
  13. Y choca mucho lo de "ignorante Pajín", cómo no, pero si se prepara una Ley Integral de Igualdad de Trato y No Discriminación, con la que se pretende "que no se humille a nadie y que nadie pueda sentirse humillado", si de verdad, se cree puede legislarse no la discriminación física, sino también las sensaciones individuales...

    ResponderEliminar
  14. ¿Por qué les dejamos?

    Algunas mujeres italianas también se preguntan eso cuando miran la tele.

    ¿Por qué les dejamos?

    Se llama miedo.

    No estamos seguros de nada, tampoco de nuestra inteligencia.

    Yo he aguantado padres, profesores, jefes idiotas toda mi vida. Todavía me sigue pasando. No sé, soy inteligente pero no confío en que mi inteligencia me de de comer toda la vida.

    Pero puedo sentirme libre a pesar de todo. Por eso quizas les dejamos.

    Porque nos sentimos libres, aunque sólo sea un poco, aunque no sea cierto.

    Si no fuera así no les dejaríamos

    ResponderEliminar
  15. La Ley Antitabaco es absolutamente necesaria.
    ¡Fumadores empedernidos, sois una puta lacra para la Seguridad Social!

    Espero que pronto también prohíban la comida basura.
    ¡Obesos mórbidos,sois otra puta lacra para la Seguridad Social!

    Una vez me negué a tratar a un paciente con una retinopatía diabética porque no hacía ningún tipo de dieta (dieta que era NECESARIA para su mejoría; el tratamiento que yo podía proporcionarle era INOCUO como el agua). Le dije: ¡Váyase, me cuesta más caro tratarle con el Láser que que usted haga una dieta de una vez por todas y reduzca sus niveles de azúcar!

    Y lo entendió.

    ResponderEliminar
  16. O cambiar las palabras: http://xlsemanal.finanzas.com/web/firma.php?id_firma=6530&id_edicion=3227

    ResponderEliminar
  17. No creo que los políticos sean inteligentes, aunque alguno habrá que si lo sea, digo yo. De lo que no me cabe la menor dudad es que todos ellos son muy listos…

    ResponderEliminar
  18. Es que ser inteligente, tanto en tu puesto de trabajo como en la escalada social que supone meterse en política, es contraproducente. Ahora, algún talento hay que tener para llegar "ahí"... un talento que ni tú ni yo tenemos. Lo malo es que ni siquiera nuestros representantes son comunicativos, que es lo mínimo que se espera de un político... convincente, coherente con su política. Sarkozy me parece coherente. Es un hijo de puta coherente, si quieres. Yo quiero que me mientan y creerme sus mentiras, vivir engañado, vivir felizmente engañado. Pero ni a eso llegamos.

    Emilio

    ResponderEliminar
  19. ¿Triángulo intelectivo? ¿Davidson encubierto?

    ResponderEliminar
  20. lo que pasa es que los políticos ahora se dedican a intentar representar al país en eurovisión, y no están a lo que están.

    que no?

    http://www.elmundo.es/elmundo/2011/01/24/alicante/1295895219.html

    ResponderEliminar
  21. Sobre el amo, creo que usted ya es uno de ellos. Ya tiene su dehesa en propiedad; ahora verá lo complicado que es mantenerla.
    Sobre los políticos: son nosotros.
    Ayer decía uno catalán "¡no, si querrán ustedes un Congreso de pobres!". Él, claro, se ve patricio (aunque sea por llevar detrás un imperio de mercerías o charcuterías -no sé exactamente dónde hizo la pasta su bisabuelo-) pero delira. Los políticos salen de nuestros bloques, de nuestras universidades (¡ojalá ) o de nuestra FP. Son el espejo de nuestra mejor empresa: llegar a ser el amo. Los nervios vienen luego, cuando hay que mantener el sitio. Ahí es donde solo resisten los inteligentes. Le auguro a Vd. un mando vitalicio. También le agradezco sus blogs, tan disfrutones.
    Siga con salud,
    grima

    ResponderEliminar
  22. … Cuantas veces pensé lo mismo. Y te comento la situación desde la que te leo: mi jefe, además de analfabeto cultural (cuando leo sus mails también pienso que funcional) y “amo” en la empresa, ¡es concejal! No veas lo desquiciado que estoy.

    ResponderEliminar
  23. Matzerath, te expresas fatal.

    ResponderEliminar
  24. “Sujeto: Objeto: Oración”, de Stephen Spender ( 1909-1995 )

    Un sujeto pensó que por tener un verbo
    con múltiples objetos, regía una oración.
    ¿Acaso la gramática no le legó estos sustantivos
    de los que tomó posesión en justa herencia?
    Sus objetos son “vino”, “mujeres” y “riqueza”
    y una oración subordinada: “todo lo que la vida puede dar”.
    Se aficionó tanto a poseer lo dicho que, finalmente,
    se encontró a sí mismo convertido en ser subjetivado.
    “Sujeto”, advertía el diccionario, significa “alguien regido por
    una persona o cosa”. ¿ No era, pues, esclavo del “tener”?
    Para lograr independencia debía transformarse en “objetivo”
    lo cual significaba liberación del verbo “haber”.
    Buscando economía estudió el contexto
    que rodeaba a su oración, para observarla en perspectiva:
    la parafraseó, realizó un análisis crítico,
    volvió a leerla y se sintió más “objetivo”.
    Después, con sobresalto, se dio cuenta de que la frase
    como “sujeto-objeto” es doblemente traicionera.
    Una frase queda condenada a permanecer como fue expuesta
    -como una “sentencia de vida”, como una “sentencia de
    muerte”, por ejemplo.

    lmrg.-Granada, 26-1-11.-

    ResponderEliminar
  25. Nadie dijo que tuvieran que ser más inteligentes que nosotros.

    Ni tan si quiera inteligentes.

    http://www.elimparcial.es/sociedad/intelectuales-y-politica-45909.html

    ResponderEliminar
  26. Demasiada importancia le dais a la inteligencia para no saber qué es exactamente.

    ResponderEliminar
  27. El médico ese Francisco, si realmente lo es, ¿haría el favor de aplicarse a sí mismo la eutanasia en aras d ela salud moral y mental de cualquier blog?

    ResponderEliminar
  28. "¿Por qué están ahí? ¿Por qué les dejamos?"
    Porque vivimos en la sociedad del individualismo absoluto: yo, mí, me, conmigo.¿Qué coño me importan los demás? Si tengo una educación mediana y algunas que otras luces que puedan ayudarme a alcanzar algún tipo de éxito las voy a emplear en intentar medrar en la empresa privada (donde fácilmente cobraré un sueldo muy superior al de cualquier político), en montar mi propio business o que sé yo en escribir novelas.
    La mayor parte de la gente que se mete en política o bien son unos mediocres incapaces de triunfar en otro lado o bien son titulares de egos enfermizos. También hay una invisible minoría más o menos decente, pero esos no suelen salir en los diarios.

    Buen post Alberto, besos

    ResponderEliminar
  29. Felicidades por post, aunque echo en falta una segunda parte con conclusiones.

    ResponderEliminar
  30. Lansky, no te preocupes que no dejaría que tú te quedaras ciego, por mucho Bollycao que te zamparas cada día y por mucho antiVEGF (a 1200 euros el mililitro) que te tuviera que pinchar en tu precioso ojo.
    Coño, los antiVEGF están para gastarlos, los cubre la SS, ¿para qué me iba yo a molestar a hacer una puta dieta incómoda con lo que me gusta comer? ¡Yo cotizo cada mes y bla bla bla!

    Patético discurso de gente ignorante y patética.

    ResponderEliminar
  31. Pero bueno, si queréis os toco los cojones, seres susceptibles y pusilánimes, con la ley antitabaco, que hoy estoy "calentita": La médica a la que sustituí este verano tenía cáncer de faringe, fumadora de 3 paquetes al día. Y en su riñonera atestada de pastillas guardaba un paquete de tabaco y se fumaba tan pancha un cigarrillo tras cada sesión de radioterapia...
    ¿Qué sentido tiene? Yo la hubiera dejado ahí, sin tratamiento, morir tan ricamente.
    No seamos demagogos, por favor.

    ResponderEliminar
  32. Aunque el tema sean los políticos. Soy profesora y me siento reflejada en tus palabras, muchas veces lo he pensado de mí misma, tantos de mis alumnos me superan en conocimientos, en inteligencia. Procuro sin embargo ser modelo de lo que quisiera para ellos, una sabia conducción de su vida, un fondo de bondad, una gran dosis de humildad. Merecer su respeto. Creo que lo tengo, pero me sigo preguntando si les engaño.
    No cambies, sigue escribiendo. No sé si eres el mismo que Juan Mal-herido, creo que sí, el único blog con advertencia de contenido en el que he entrado. Y mira, ya he perdido el miedo a esa advertencia, he entrado en otros.
    Besitos.

    ResponderEliminar
  33. Perdon pon usar tu blog para hacer pruebas...

    ResponderEliminar
  34. Francisco:
    esto no es un insulto, sino tu descripción abreviada: a la vista de tus razonamientos -por llamarlos algo- eres idiota, o si prefieres, un simplista.

    ResponderEliminar
  35. Francisco, a mí lo que me pasma es que hables de la Sanidad Pública como si fuera tuya. ¿Qué es eso de "os doy", "os niego", referidos a tratamientos y medicamentos sanitarios? Tú eres un puto empleado público, como el bedel que barre los suelos de un ministerio, o como el consejero de industria que firma un proyecto de electricidad para un polígono. Haz tu trabajo, cobra tu sueldo y cierra la boca. Y si quieres ir de doctor Torre Iglesias, pide un crédito y monta tu consulta particular, payaso. Este tío es el tipo de falso amo que nos da a muchos por detrás. Amo de lo público. ¡A mamarla!
    Gabriel

    ResponderEliminar
  36. Yo solo digo que hay que hacer un uso RAZABLE, SENSATO E INTELIGENTE de la sanidad pública, sector que está en crisis, como el resto.Los fondos públicos no son eternos. Es muy fácil de entender.

    ResponderEliminar
  37. Gabriel, ignoras por completo en qué condiciones he trabajo y/o trabajo, y creo que me encuentro perfectamente capacitado para opinar. ¿Sanidad Privada? Eso es un oxímoron. Y precisamente por las condiciones en las que trabajo, y por lo mucho que me callo la boca, sé de lo que hablo y de la desesperación que supone encontrase con pacientes que hacen lo que les da la puta gana. Y sí, mucho Non nocere, y Lex Artis, pero al final también la salud se mide en términos económicos.

    ResponderEliminar
  38. Dice Francisco: "¿Sanidad Privada? Eso es un oxímoron."
    ¿?
    Veinticinco años llevo atendido por los médicos de Mapfre-Caja Salud y gozo de excelente idem.
    Pago 90€/mes con odontología incluida, elección de hospital, de médico, habitación individual, chequeo anual completo, médico de urgencias en casa, consulta telefónica, etc.
    Si fumo, me drogo o como lo que no debo y por tanto hago más gasto del normal, me suben la póliza y punto. Sin sermones.

    ¿Vosotros que dais a cambio de los 125-150 € que les cobráis a los cotizantes todos los meses?

    Gabriel

    ResponderEliminar
  39. Los que venís a las clínicas a través de seguros por los que pagáis una miseria al mes, con esa cara de "arrodíllate ante mí y chúpame las suelas del zapato", exigiendo no sé qué trato especial y por el que los médicos cobramos una PUTA MIERDA por cada paciente me dais, dicho sea de paso, ganas de VOMITAR.
    La Sanidad debe ser pública pero con una educación de la población óptima para que funcione, para que la gente deje de acudir por gilipolleces a urgencias, o hacer de los tratamientos que os mandamos caso omiso.
    Vete un día a una clínica de esas con una urgencia vital y veremos si sobrevives.

    ResponderEliminar