jueves, 26 de septiembre de 2013
raudo #2
La anécdota, casi detectivesca, según la cual yo adjudico comentarios
anónimos insultantes a una persona en concreto -a la que odio como si
fuera de verdad el autor de los anónimos; Ozo, por sus siglas
inversas- hasta que veo un comentario -hace dos veranos- (anónimo, por
supuesto) en el que se afirma que voy a publicar mi siguiente obra -Pose-
con la "editorial de mi pueblo" y, a los pocos días -el libro está
programado para diciembre, nada menos-, coincido con el editor y le
pregunto cómo puede nadie saber ya que vamos a sacar ese librito,
si ni siquiera hemos firmado el contrato, si yo no se lo he dicho
prácticamente a ningún amigo, si... ¿se lo has dicho tú a alguien?,
pregunto, y él, después de pensarlo un buen rato, cae en la cuenta y me
dice: Pasó por aquí Ozo (por sus siglas inversas) y se lo dije.
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Y aun así firmaste el contrato con ellos...
ResponderEliminarClaro, qué tiene que ver.
ResponderEliminar...y ,este odio . ¿ Es antiguo y sostenido ? ¿ Motivado por algo inconfesable ?
ResponderEliminarSoy un cotilla. Imagina que Ozo fuera como las cartas de Superpop , el fruto de la imaginación de alguien , y luego ¡plop ! te cae en el carajillo.
Ozo: ¿ Otilio Zarzo Olegario ?,¿ Onésimo Zugasti Olabe ? ¿ Orto de Zorete Oligofrénico ?
J. Crom -o Com, ahora se me olvidó-: que no, no es esa persona, para nada.
ResponderEliminarQuien tiene un enemigo literario fiel, tiene un tesoro (excepto si es editor)
ResponderEliminarLo mismo tampoco, pero el raudo 18 aclara el asunto OZO.
ResponderEliminarJ. Crom
Nada que ver, son raleas distintas.
ResponderEliminarNo obstante, no quise referirme con mi anterior comentario a Tongoy, a quien debo el salto al Gabinete del Dr Diable, donde se recomendaba Tatami; me refería a RDI, por sus siglas terceras
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